N ° 07/2004
Buenos Aires, mayo 05 de 2004.-
Según han reconocido el Presidente y su Jefe de Gabinete (aunque se desconoce de que gabinete ejerce la jefatura ya que en un año de gobierno jamás se ha reunido el mismo y esto explica tal vez muchas cosas de lo mal que vamos, lo cerrado de la personalidad de Kirchner y las incoherencias gubernamentales cada vez menos disimulables por la prensa adicta), ahora quieren crear una empresa petrolífera estatal.
Si el Estado argentino tiene dinero para crear una empresa semejante hay varias cuestiones previas que debería cumplir como por ejemplo:
Pagar la deuda pública, en especial de todos aquellos que no quisimos prestarle ni un centavo pero fuimos obligados mediante el sistema jubilatorio cuasi estatal llamado de AFJP.
Aumentar los salarios de miembros de las fuerzas de seguridad, de las fuerzas armadas para llevarlos a un nivel digno de las funciones que ejercen y la capacitación que para ella se requiere. Nuestros policías, soldados, marinos, aviadores y gendarmes no son esclavos que deben someter por su vocación la dignidad personal y la vida de sus familias.
Dotar de mejores armamentos y sistemas de apoyo a esas fuerzas.
Capacitar al personal de la administración.
Mejorar la infraestructura de cárceles y juzgados.
Y si aún tiene más dinero rebajar los impuestos a todos los ciudadanos.
El estado, el argentino y todos los demás, ya fracasaron en la gestión de empresas estatales. En el caso nacional la experiencia fue desastrosa al punto que YPF perdía más de 800 millones de dólares anuales mientras hoy paga mas de mil millones de impuestos a las ganancias, es decir una cuenta neta de U$ 1.800 millones a favor de la compañía privatizada.
El estado argentino no puede brindar a sus ciudadanos seguridad y justicia en forma eficiente y quiere usar nuestro dinero para hacer otro monumento a la corrupción.
El estado argentino causó la crisis energética al violar contratos, congelar tarifas en puntos artificialmente bajos que impidieron tener rentabilidad a las compañías privadas, repagar sus deudas o pagar nuevos créditos si pudieran pedirlos y ahora quiere dedicarse a competir con esas compañías.
La inmoralidad llega al punto que el sector privado tendrá que pagar impuestos para que con ese dinero el Estado se dedique a destruir su rentabilidad. Sus accionistas huirán de Argentina, las inversiones seguirán cayendo y la pobreza ha de aumentar.
Porque no hay forma de crear esa empresa como no sea usando el dinero público que tiene otros destinos constitucionales y contractuales. Porque no tengo ganas de pagar impuestos para que los políticos me conviertan en socio obligado de sus aventuras empresarias, en las cuales hemos de perder fortunas como antaño para ni siquiera tener combustibles, electricidad, gas, ni servicios sanitarios. Todo lo que toco el estado fue una fuente de corrupción, que ni siquiera prestaba los servicios monopolizados.
Pero la creación de una empresa estatal no es solamente una cuestión de eficiencia, sino de inmoralidad. Se trata de usar el dinero de impuestos exorbitantes que nos obligan a pagar para hacernos socios de una empresa de la que no queremos. Se trata de sacarle el dinero a los ciudadanos, y en especial a quienes menos tienen, para que los políticos y sindicalistas estatales se apoderen de parte de la renta ajena. Se trata de un robo aunque se disfrace de política regulatoria. Si alguien quiere hacerse empresario petrolero puede comprar acciones en la bolsa de comercio, crear una con su dinero o el dinero de quienes confíen en él para ese objetivo.
Yo no quiero ser socio ni de Kirchner, ni de su banda encabezada por los Fernández, desde la esposa a sus dos aburridos voceros, capaces de opinar en forma monocorde de cualquier tema que ignoren. Ni de los políticos que pasaron, ni de los que vengan en el futuro. Ni de los que se dicen empresarios de la burguesía nacional que solo saben buscar algún privilegio y subsidio a costa de los demás argentinos. Esos que De Vido quiere asociar como hizo con Techint en el gasoducto para se lleven las ganancias y los demás argentinos las penas.
Y si me obligan a pagar impuestos para crear empresas de las que no quiero ser socio, de las que no quiero participar y que son ajenas a las funciones del Estado, eso es una inmoralidad. Que está demostrada porque ni ellos ponen su dinero personal, ni pueden lograr que se lo demos voluntariamente. Tienen que imponer penas, crear figuras delictivas para poder quitarnos el dinero y destinarlo a sus aventuras pseudo empresariales.