N ° 07/2004
Buenos Aires, mayo 05 de 2004.-
En la serie The West Wing (El ala oeste, referida a la casa Blanca y la vida del presidente de los EE.UU.). La serie es de alta profesionalidad y realismo contando con asesores que han sido secretarios de estado (ministros), ex asesores presidenciales y ex congresistas sobre el rol de cada personaje que trata la serie. Las situaciones de la serie son ficticias pero se basan en los procedimientos reales del sistema institucional norteamericano.
Hace un año se trato durante varios capítulos la cuestión de una enfermedad que aquejaba al Presidente Bartlet. En ella el ocultamiento de la enfermedad que tiene desde antes de ser presidente motiva inclusive la formación de una comisión del Congreso que evalúa si el Presidente está en condiciones de continuar gobernando y si debe ser sometido a juicio político por haber ocultado la enfermedad.
La esposa del presidente en la serie norteamericana es médica y ha recetado a su marido en forme privada. Por tal motivo debe comparecer ante el comité investigador del Congreso.
Los abogados y asesores del Presidente Bartlet llegan a aconsejar que para evitar el juicio político su esposa acepte que ha violado normas de ejercicio médico y pueda hasta perder su licencia como médica.
Así es como funciona un país en serio con la salud de su presidente, me refiero a los EE.UU. obviamente no al nuestro que de serio solo tiene una costosa e injustificable campaña publicitaria del gobierno que insiste en no pagar a los acreedores.
Kirchner al asumir ordenó o autorizó la remodelación de una sección del Hospital Argerich para crear la unidad médica presidencial. El complejo de suites y salas de terapia intensiva según diversas versiones periodísticas de hace un año nos costo a los argentinos alrededor de medio millón de dólares.
Sin embargo al enfermarse el Diktador no se lo traslado a esa unidad hospitalaria sino al hospital regional de Río Gallegos. ¿Para que habrán malgastado entonces tanto dinero?
Frente a esta conducta resulta claro que se está ocultando la gravedad de la enfermedad de Kirchner la cual impedía inclusive su traslado y a su vez era más fácil de disimular en un hospital donde será muy difícil obtener la historia clínica verdadera y solo se recibirá la “oficial” que en Argentina todos sabemos bien que quiere decir.
Si la enfermedad fue una pavada como reza la historia oficial dejemos de lado el mal gasto del dinero utilizado en preparar la unidad médica del hospital Argerich que para el diktador y María Antonieta Kristina no cuentan porque son dineros de los ciudadanos, vayamos a la irresponsabilidad manifiesta de automedicarse que tuvo el propio presidente.
En ese sentido cabe preguntarse cuantas veces lo ha hecho, lo hace y cuanto alteran sus facultades anímicas y mentales. En un país en serio sería hecho público todo su historial clínico para que todos los ciudadanos podamos saber si estamos en manos de un enfermo grave, que actúa bajo medicamentos. Porque tal vez ese sea el motivo de su intemperancia aunque no lo crea yo.
Por otro lado durante los días en que el Dictador estuvo internado incumplió las disposiciones constitucionales ya que si estaba en condiciones como las descriptas por su médico y la angustiada cara de María Antonieta esta claro que ante esa enfermedad correspondía transferir el mando al vicepresidente.
¿Por qué no se hizo eso?
Los Kirchner gobiernan el país de la misma forma en que gobernaron su feudo de Santa Cruz, como si fuera un bien ganancial del matrimonio y por eso ante la enfermedad del diktador, para ellos corresponde que el gobierno comience a ser dirigido transitoriamente por la esposa de él.
Hasta Hollywood es más serio que los Kirchner.