N ° 06/2004
Buenos Aires, abril 02 de 2004.-
Ahora es la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas la que ha tenido que dar la voz de alerta frente a "los excesos que se cometen desde el poder" contra el periodismo nacional.
Antes había sido la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que presentó, el 15 del corriente mes, una denuncia sumamente grave en los siguientes términos: "Desde la presidencia de la República, algunos funcionarios presionan a través de llamados telefónicos a medios de comunicación y periodistas que critican al gobierno".
No se trata del vicio de sobornar periodistas. Se trata de algo aún más sucio y alarmante: el intento de intimidar a aquellos que disienten con el gobierno (de Kirchner).
Sin embargo, esta denuncia de la sociedad de prensa más importante de América sobre una cuestión principal para el país no mereció casi publicidad ni comentarios, excepto, por caso, un editorial en estas páginas.
Lo cual probaría que ambas sociedades tienen razón en cuanto sostienen que los medios de difusión se hallan directamente amenazados. Es difícil, entonces, decir qué es más grave: si el hecho en sí o el cuasi silencio que se guarda a su respecto.
ADEPA intenta quebrarlo y señala a un tiempo algo igualmente preocupante: "la emergencia económica que afecta a los medios de comunicación y pone en serio peligro la libertad de prensa", a la cual hay que sumar la "insensibilidad del fisco".
Tal vez no sea insensibilidad, sino, por el contrario, una sensibilidad muy vivaz para percibir la debilidad de una prensa en serios apuros económicos, y el partido que se le puede sacar con el mismo fin por el cual se trata de acobardar al periodismo independiente.