N ° 04/2004
Buenos Aires, marzo 10 de 2004.-
El primer comunicado del jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, brigadier general Carlos Rohde, era injusto con los hombres de armas; el segundo, una franca indecencia.
No era justo -como dijo la primera vez- transar la cuestión afirmando que se cometieron "errores y horrores por ambos lados", equiparando así la acción represiva de las Fuerzas Armadas con la subversiva del terrorismo.
Hay una diferencia ética esencial entre las monstruosidades del terrorismo, ideadas y planeadas fríamente como un método para la conquista del poder, con los excesos en que hayan podido caer esas fuerzas en la guerra sin reglas a la que fueron desafiadas.
Pero renegar pocas horas después de aquel punto de vista --que fue también el de la Fuerza Aérea desde 1995-- para "reafirmar la voluntad tanto personal como institucional de rechazar categóricamente el accionar ilegal de las fuerzas estatales" y olvidarse por completo de los crímenes del otro bando, revela algo más que frivolidad irresponsable.
Revela la miseria moral de acomodar sin más examen las opiniones, hasta ayer sostenidas con decoro, al capricho presidencial. Porque lo que hay detrás de la súbita virazón de criterio es la noticia, que al brigadier general le ha de haber llegado, acerca de una terrible rabieta del presidente Kirchner, auténtica o simulada.
Hay un descaro, hasta ayer impensable en hombres de honor, como han de ser los que llevan armas, aun de peor calidad que la del jefe de la Armada, igualmente conminado a cantar la palinodia, aquella retractación de los antiguos poetas.
Con estas complacencias del servilismo pusilánime se va tejiendo día a día, puntada tras puntada, desde la Casa Rosada, la trama oprobiosa del despotismo iletrado.
N. de la R. El Brigadier Rodhe y el Almirante Godoy cuando leen sobre el terrorismo como ayer en Madrid tienen aún la oportunidad de terminar con la mentira a la que prestan servicio, tienen tal vez la última oportunidad de recuperar su honor y merecer el mando que tienen. No deberían olvidar que Kirchner es comandante en jefe de la Fuerzas Armadas Argentinas, no comandante en jefe de un ejército privado. No estaban, ni están obligados a mentir, a traicionar a quienes cumplieron órdenes de combatir un enemigo terrorista. Porque de dejar esto así Dios libre a nuestra patria de tener alguna guerra, ya que nadie cumplirá órdenes por temor a la traición futura de sus comandantes, incluyendo a Kirchner, que traiciona las órdenes dadas por otro Presidente más constitucional que él.