N ° 04/2002
Buenos Aires, mayo 28 de 2002.-
Estuve toda la semana anterior en los EE.UU. donde este lunes 27 de mayo se celebró el Memorial Day. Ese día los norteamericanos recuerdan a quienes han caído combatiendo por su nación, por su pueblo. Todos los americanos, en cada pueblo, en cada ciudad realizan actos evocando las gestas de las luchas desde la independencia en 1776 hasta la actual guerra contra el terrorismo.
La emoción y el orgullo recorren a todos los norteamericanos, y este año en forma especial por los homenajes a las víctimas del terrorismo fundamentalista y totalitario que el 11 de septiembre destruyeron parte del Pentágono, el World Trade Center y cuatro aviones comerciales, causando ese día miles de víctimas.
Una cuestión que resulta importante es como también se recuerdan a las víctimas fatales de los entrenamientos. Es que en los EE.UU. cada año las fuerzas armadas tienen más bajas en entrenamientos que en combate y esas muertes son las que le dan un alto grado de profesionalismo que evita más bajas en el combate. No son muertes en vano, salvan a muchas otras vidas.
Nosotros mañana recordamos el nacimiento de nuestro Ejército Argentino, pero al contrario que en los EE.UU. parece un día ajeno a la gran mayoría de los argentinos. Nadie parece querer recordar que debemos la independencia de nuestra nación, como la de Chile, Perú, Bolivia y Uruguay a los soldados y oficiales que conducidos con valor y decisión resistieron la ola realista que intentaba reconquistar las independizadas ex colonias españolas.
Ni la valentía de quienes combatieron al entonces Imperio del Brasil, superior en número y fuerzas. Ni cuando resistieron la sibilina oferta del Mariscal López de unirse al Paraguay contra Buenos Aires y así dividir nuestra patria.
Ni hablar de recordar a quienes cayeron asesinados en forma traicionera por el terrorismo marxista y castrista, organizado en forma militar declarando una guerra civil.
O los que cayeron combatiendo en Malvinas, que para hacer una pequeña y bastarda política de desprestigio del Ejército Argentino se los llama los “chicos”. Fueron soldados, combatieron como soldados y esos que los llaman chicos seguramente carecen del valor que ellos debieron poner en tan difícil batalla.
Sucede que la izquierda encabezada por Raúl Alfonsín en 1983 tomó revancha de la derrota militar que sufrieron los guerrilleros terroristas del ERP, Montoneros y FAR, etc. Para ellos todo sirvió para desprestigiar a nuestras Fuerzas Armadas, olvidar la ineptitud que ellos como dirigentes políticos demostraron entre 1973 y comienzos de 1976, sus reclamos de “aniquilar al enemigo, de declarar la guerra abiertamente” desde sus bancas del Congreso o por supuesto del mismo Alfonsín ofreciéndose para ser la cara civil del Proceso en sus largos almuerzos con el General Albano Harguindeguy.
Como buenos discípulos de Lenin, continuaron la guerra por otros medios. Juicios amañados y decididos de antemano, sin base de legalidad, la abierta campaña de propaganda y lavado de cerebros realizada desde los medios de comunicación, estatales y monopólicos, las falsas enseñanzas introducidas en las escuelas en niños desde antes de sus adolescencia donde los militares eran un grupo genocida y los terroristas unos “jóvenes idealistas”. Omitiendo decir que esos supuestos idealistas mataron, asesinaron, sin discriminación alguna: civiles, militares, argentinos, extranjeros, empresarios y sindicalistas, hombres o mujeres, adultos y niños.
Uno de sus máximos referentes en esa hipocresía inmoral es el ex jefe de Inteligencia de los Montoneros Horacio Verbitsky, quien escondido de periodista pretende juzgar banqueros, políticos, militares cuando hace 25 años los mataba en forma traicionera a bombazos.
La guerra de Malvinas en 1982 sirvió también a ese efecto, y de ahí que los soldados pasaran a ser unos “chicos” enviados sin misericordia al frente. Olvidaron también su participación los políticos, periodistas y artistas en el avión charter para la asunción del General Benjamín Menéndez como gobernador, que la conscripción existía por decisión de gobiernos civiles.
“La política es la continuación de la guerra por otros medios” escribió Lenin para rebatir a von Clausewitz.
Nuestros soldados y oficiales no fueron educados para seguir una guerra por otros medios, ni preparados para una guerra civil donde el enemigo no usaba uniforme, se entremezclaba con los ciudadanos decentes, usándolos de pantalla. Eso fue el terrorismo, un grupo militarizado dispuesto a tomar el poder para imponer una “dictadura marxista”, y ello con el apoyo de gobiernos extranjeros como el de la Cuba de Fidel Castro, Chile de Salvador Allende.
Mientras tanto el Ministro de Indefensión Nacional, Horacio Jaunarena, quien ocupo ese cargo también durante la desastrosa presidencia de Raúl Alfonsín y Fernando de la Rua, viene a proponer indulto al guerrillero Enrique Gorriarán Merlo y a Mohamed Seineldín.
Gorriarán Merlo es bueno recordar, cayo prisionero cuando atacó en forma traicionera el cuartel del Regimiento de la Tablada, matando conscriptos y oficiales indefensos, causando un baño de sangre, incluyendo los jóvenes a quienes enveneno sus mentes y almas con cantos revolucionarios comunistas. ¿Cómo puede ser que sea el Ministro de Defensa quien traicione a nuestros soldados?
Seineldín se rebelo contra sus mandos, contra los gobiernos constitucionales, abandonó su puesto de mando, no una sino varias veces, ha sido juzgado y condenado justamente. ¿Qué principio de autoridad se mantendrá si se lo indulta? Y valga la aclaración según muchos de quienes estuvieron en la guerra de Malvinas en 1982 ni siquiera fue uno de los héroes, de los valientes, simplemente un caudillo tercermundista, estilo Kadhaffy y al escribir esto me viene a la memoria que Seineldin elogia a Elisa Carrio y Luis Zamora, y que tal vez es justamente esa la razón que hoy lo hace “merecedor” de un ilegítimo indulto.
Señor Usurpador recuerde que cuando el último acto de insubordinación de Seineldin, que incluyo abandonar su destino y sublevar tropas, oficiales, Ud. era vicepresidente de la Nación y el Comandante en Jefe, el Presidente Carlos Menem ordeno la represión de ese amotinamiento. Entre quienes lo hicieron estaban cadetes del último año del Colegio Militar, piense por una vez en el mal ejemplo que está por darles.
Si los argentinos de verdad queremos recuperar nuestra Patria moralmente, mañana seamos hombres de bien y recordemos a todos nuestros soldados, oficiales y suboficiales caídos desde mayo de 1810 hasta hoy. Porque si aun nos queda libertad, esperanza de cambio y una democracia maltrecha por pésimos dirigentes, corruptos empresarios y periodistas, es porque muchos hombres de nuestras FFAA ofrendaron su vida combatiendo la agresión.
Finalmente creo que las palabras siguientes pronunciadas por el general Douglas Mac Arthur, libertador de las Filipinas, Japón y Corea del Sur el 12 de mayo de 1962, en un memorable discurso a los cadetes que egresaban de West Point valen hoy para todos los soldados de cualquier nación y por supuesto de nuestro Ejército Argentino "Deber," "honor," "nación" — esas tres sagradas y reverentes palabras señalan que quieren ser ustedes, que podrán ser ustedes, que serán ustedes. Ellas harán que ustedes encuentren el punto desde donde construir coraje cuando el coraje parezca faltar, para recuperar la fe cuando parezca que no existe causa para tener fe, para crear esperanza cuando la esperanza parezca perdida”
Uno estas palabras y el Memorial Day al día nuestro Ejército Argentino, porque una vez más debemos aprender lo bueno de otros pueblos y naciones, en este caso de los EE.UU. que honra a los muertos de sus fuerzas armadas con orgullo, y hoy enfrenta una agresión parecida en su naturaleza a aquella que desde los años sesenta sufrió nuestra Nación, aun cuando hoy usen la palabra en lugar del atentado y las balas. Un enemigo artero, sin uniforme, escondido entre ciudadanos normales a quienes usa como escudo y a quienes no duda en sacrificar en aras de la dictadura que pretende instaurar.
Es hora que el día de nuestro Ejército Argentino, sea el día en que honremos a quienes han combatido en nombre de nuestra Argentina, de su libertad, de su geografía y de la libertad de sus ciudadanos.