N ° 01/2004
Buenos Aires, 23 de enero de 2004.-
Así como Alejandro Toledo parece boliviano, Evo Morales parece el hermano siamés de Hugo Chávez (cada vez que puede, dispara proposiciones hegemónicas disparatadas).
Ambos, Morales y Chávez, quisieran descansar sus atocinados cuerpos en las arenas de una playa boliviana, y bañarse en ella. Y culpan a Chile de todas sus miserias. A este argumento extravagante se ha sumado, no faltaba más, el actual presidente de Bolivia, Carlos Mesa, quien para distraer a los ciudadanos de su país ha invocado la solidaridad internacional para hacerle cargamontón a los chilenos.
"Es una cuestión multilateral", chilla Evo. Y luego apela a la extorsión: "Podría haber un conflicto bélico". Y no deja de alimentar con basura a la opinión pública internacional, donde, por lo que hemos visto, existen líderes ingenuos y ligeros de cascos no sólo se compran los silogismos de Evo, sino que, con sus declaraciones insolventes contribuyen a enrarecer aún más el clima en la región.
Repasa la historia, Evo. Atrévete a dejar de ser ignorante. Bolivia perdió su litoral en una guerra con Chile en 1879, en la que los peruanos entramos a tallar y los bolivianos luego nos abandonaron. Como consecuencia, perdimos Arica y Tarapacá.
Chile no tiene problemas territoriales pendientes con Bolivia, dado que todo quedó resuelto con el Tratado de Paz de 1904. Si, por ejemplo, al presidente Lucio Gutiérrez se le ocurriera solicitar la revisión del Protocolo de Río de Janeiro con el propósito de aspirar a territorio peruano, no me gustaría escuchar las voces de Annan, Carter, Gaviria o del mismísimo Papa exhortándonos para que les regalemos territorio a los ecuatorianos.
Los tratados internacionales existen para que se respeten. Si Chile, por voluntad propia, quiere regalarle una entrada al mar a Bolivia, es un asunto que le compete a los chilenos. Y nada más que a ellos. No a Annan, Carter, Gaviria o a los entrometidos de Chávez y Fidel Castro.
La polémica no tiene, por tanto, ningún asidero. Es puro capricho de Evo Morales y artificio demagógico de Carlos Mesa, el pelele del anterior