N ° 01/2004
Buenos Aires, 23 de enero de 2004.-
El día 12 de enero el presidente George W. Bush cometió un grave abuso contra las garantías judiciales de todo ciudadano del mundo al establecer que la administración podría cancelar visas a personas “acusadas de corrupción, a sus cónyuges e hijos” y además “confiscarles sus bienes”.
Es un abuso propio de un régimen totalitario que ante todo viola el principio de inocencia de una persona al sancionarlo solo por ser acusado. Además le regalan una herramienta de persecución a los dictadores que podrán denunciar a sus enemigos, opositores, etc. y causarles un grave perjuicio.
Para mayor gravedad la sanción se extiende a los familiares que por principio no son ni culpables, ni cómplices. Y por el solo hecho de la acusación se confiscarán bienes de esas personas.
¿Y si luego de juicios que llevan lustros se comprueba la no culpabilidad del acusado quien y como ha de repararle el daño?
Suena a un progrom nazi o comunista, y como todo progrom se hace en nombre de un orden moral superior.
Es un grave retroceso de las libertades civiles, de los derechos de las personas, cuya gravedad es alarmante. Mientras un asesor de George Bush dice que han declarado la guerra la corrupción está claro que la guerra no es contra la corrupción sino contra las libertades, contra los derechos civiles tan duramente conquistados en siglos de luchas.
Eso sí, a los defaulteadores, a los que quieren robarse el 75% de los ahorros ajenos, a los devaluadotes, etc. no los van a calificar como corruptos dado que están en el robo “mayorista”.