N ° 15/2003
Buenos Aires, octubre 23 de 2003.-
Hace pocas semanas la Bolsa de New York (New York Stock Exchange) renovó su contrato al CEO de ella y se anunció que el salario previsto por los próximos dos años era de U$ 120 millones. De inmediato el Secretario del Tesoro del Estado de New York y muchos periodistas comenzaron a criticar y condenar el monto del salario del señor Richard Grasso.
En poco tiempo se sumaron voces de quienes se sintieron afectados en sus inversiones en la bolsa, managers de fondos de inversión que así desvían sus culpas por inversiones ruinosas.
Ante todo debemos destacar que la New York Stock Exchange (NYSE) es una compañía privada, es propiedad de sus accionistas quienes pueden pagar lo que quieran como salarios a sus empleados sin que nadie de afuera deba meterse en sus asuntos. La intromisión del Secretario del Tesoro del Estado de New York, Phil Angelides, ha sido una típica intervención estatista o socialista en un negocio privado.
Quiero destacar que “privado” significa literalmente “a) lo que pertenece a un persona o grupo de personas o b) no abierto al control del público” Por lo tanto está claro que nadie tiene, ni tenía el derecho de decirle a los accionistas de la NYSE que hacer con su “propiedad privada”.
La queja de los demás periodistas, inversores y managers de fondos de inversión se basa en el mismo principio del comunismo de creer que la riqueza ajena es fruto de un robo a otros, o que para que alguien gane dinero debe tomarlo de otros, porque el salario de Grasso no afectaba a ninguno de ellos ya que salía de los bolsillos de los accionistas de la New York Stock Exchange, por lo tanto nada tenían que opinar, ni pagar ellos.
Meterse con el dinero ajeno, con el manejo de los negocios de otros es un acto de envidia, de intromisión en lo ajeno que no diferencia mucho a todos ellos de los Fidel Castro, Stalin, Daniel Ortega, Hugo Chávez o Néstor Kirchner, que se basa en el viejo mito comunista que el dinero que unos ganan otros deben perderlo.
Pues bien ha sido en la supuesta “meca” del capitalismo donde el comunismo ha dado un nuevo paso a imponer sus premisas que solo han generado pobreza, cárcel y muerte para muchos millones de personas.
Y lamentablemente el mismo Richard Grasso y los directores de la (NYSE) aceptaron la intimidación, la intromisión, el “linchamiento público” al renunciar Grasso a su cargo y a su contrato para “terminar la controversia”. La cobardía tampoco es buena a la hora de defender un negocio privado y sus ganancias, un contrato, porque la cobardía de Grasso y esos directores de alguna forma ha legitimado la indebida intromisión de esos terceros ajenos a la compañía y hasta la supuesta injusticia de esas ganancias. Lo malo no fue el contrato de Grasso, ni el monto de las ganancias pactadas sino la falta de coraje moral para defender su propiedad.
Otra cosa sería que esos inversores, periodistas, autoridades criticaran que la NYSE haya sido ineficiente en controlar algunas empresas que cotizan en ella, pero en tal caso deberían crear una compañía y competir. No les gusta el NYSE, los salarios que paga, hagan otro mercado de valores. Si ellos se equivocaron al invertir en malas compañías, ese error ha sido personal, y más grave, ya que ellos sí tenían un interés por el cual ocuparse. La irresponsabilidad casi siempre tiene un costo, cargárselo a otros se está volviendo una costumbre universal.