N ° 14/2003
Buenos Aires, septiembre 25 de 2003.-
Cuando algunos proponen no pagar a deuda pública toman un posición inmoral, pero la crisis de la moral argentina es de tal magnitud que esos argentinos hasta alardean de ella. Aunque se llenen de supuestas causas, reivindicaciones lo cierto es que están reivindicando el incumplimiento de las obligaciones libremente contraídas.
Porque nadie nos obligo a endeudarnos, nadie nos obligo a gastar lo que no teníamos, ni tenemos.
Sin embargo la gran mayoría de los inmorales son responsables de esa deuda, aunque quieran culpar solo a los políticos, quienes ciertamente tienen mayor grado de responsabilidad en contraer la deuda, en hacer gastos con dinero ajeno.
Son esos que quieren pagar jubilaciones y pensiones a quienes no hicieron aportes porque deben ser atendidos, pero no dicen “con que”, entonces los políticos les prometen atender esa demanda y votan leyes que antes se pagaban con inflación y luego por la convertibilidad y la independencia del banco central se pagaron deuda pública.
Quienes defienden los planes sociales pero no quieren que se libere el mercado del trabajo impidiendo que cada uno de esos argentinos pueda tener un trabajo. Son quienes prefieren la dádiva estatal al trabajo libre y digno.
Son muchos de esos que desde hace más de 20 años votan los mismos que reclaman por la injusticia de la deuda. Son quienes aprobaron leyes que produjeron el gasto que obligo a endeudarnos, quienes aprobaron el presupuesto nacional. Quienes aprobaron el endeudamiento porque les permitía sostener el clientelismo político y luego demagógicamente repudiaban la deuda hasta el vergonzoso aplauso del default anunciado ante el Congreso por el Presidente Rodríguez Saa.
Son esos que hablan de los fondos “buitres” pero quieren no devolver el 75% del dinero que recibimos a través de los políticos que por lo general ellos mismos votaron, y siguen votando. Los que nos convierten en un “país buitre”. Un país de inmorales a los ojos del mundo.
Son esos empresarios y empleados bancarios (se hacen llamar banqueros) nacionales, cooperativos y estatales que salieron a respaldar la vergonzosa propuesta del gobierno en Dubai. Los mismos que sí financiaban la fiesta del gasto público con el dinero de los depositantes a tasas de interés impagables, se pagaban sueldazos y vivían la dolce vita, los que como dueños de las AFJP permitieron sin queja, ni resistencia que el Estado les obligara a estatizar los fondos mediante normas de fondeo en bonos del estado argentino. Que quieren una compensación por los daños de la pesificación asimétrica (devaluación) pero apoyan que no paguemos a nuestros acreedores.
Todos repudian la existencia de “fondos de inversión buitres” -ahora que debemos pagarles- porque cuando les pedíamos el dinero eran bienvenidos, y a nadie se le ocurre decir que somos unos buitres nosotros también que queremos quedarnos con el dinero ajeno y encima echarles las culpa de nuestro propio desmanejo.
Es que por décadas se ha enseñado a los argentinos que somos un “país rico”, este mito es uno de los pilares de la moral buitre de muchos, porque les ha hecho creer que si tenemos un país rico y somos pobres debe existir algún culpable dedicado a expoliar nuestro país. Por generaciones los políticos y pseudo intelectuales han echado culpas al extranjero, a la oligarquía vacuna, a la patria financiera, la patria sindical, la especulación, el FMI, de todos nuestros males.
Hoy el caballito de batalla de ese discurso de dominación es culpar al neoliberalismo. Y así los argentinos aullamos contra el neoliberalismo como los lobos a la Luna, no cambia nada pero sentimos que hemos hecho algo.
La verdad es que no hay tal como países ricos por su naturaleza. Los países tienen riqueza cuando su sistema institucional, me refiero a leyes y jueces que las hagan cumplir, asegura la libertad de empresa, la libre competencia y de comercio, el derecho de propiedad, es decir la “seguridad jurídica o estado de derecho”. Cuando las constituciones han garantizado el contrato frente a la autorización, el derecho de los ciudadanos frente al gobernante.
Por mucho que Kirchner, Duhalde, Solá, Carrio, Lavagna, etc. griten contra el neoliberalismo, la verdad es que el liberalismo entendido como el sistema institucional del respeto del derecho de propiedad, de las libertades individuales y de comercio, es decir el capitalismo abierto y democrático, en un sistema republicano ha sido el sistema que ha sacado a las naciones de su pobreza y les permitió mejorar la vida de sus ciudadanos.
Nada explica sino porque una nación extremadamente pobre como eran los EEUU hace 200 años paso a ser en menos de un siglo la primera potencia económica mundial, ni como Nueva Zelandia, Australia, Gran Bretaña, Suiza, etc. son países ricos siendo pobres en recursos naturales.
Los países árabes han tenido petróleo desde siempre, pero les resultaba inútil porque nadie había creado el motor de combustión interna, y eso se inventó en el Occidente capitalista y liberal. Si mañana se reemplazara el petróleo por el hidrógeno por ejemplo, las compañías petroleras venderían hidrógeno en sus estaciones de servicio, pero los árabes no tendrían clientes para su petróleo. Es que la riqueza no es un recurso natural, que además de existir requiere capital para transformarse en un bien económico, sino que la riqueza se crea por la aplicación de la inteligencia humana y por el esfuerzo.
Por lo tanto si la Argentina no cambia sus falsos paradigmas, podremos seguir aullando a la luna y seguiremos con idénticos resultados, siendo pobres, cada vez más pobres.
Y en esa decadencia donde la gran mayoría ha sido engañada por los mitos repetidos en televisión y libros de texto escolar, pocos quieren esforzarse, y los demás envidiosos del resultado de ese esfuerzo se creen “robados, estafados” por aquellos que progresan, y así se llega a un país buitre. Un país donde muchos quieren vivir a costa de otros. Algunas veces a costa de gente de afuera (los inversionistas que confiaron en nuestra honestidad), otras de gente que está entre nosotros, sean los del campo, los ahorristas en la AFJP.
La idiotización que produce el monopólico sistema educativo llega al punto que nadie cuestiona a los responsables nuestros de la deuda, ni mucho menos se pregunta porque nos endeudamos. Entonces el proyecto de presupuesto buitre que nos ofrece el Pingüino donde se aumenta el gasto “social” que maneja la hermana del Presidente, así el control político electoral queda en familia, puede ser presentado como un avance.
Nos presentan como un acto de “dignidad, sinceridad y éticamente bueno” querer darle a nuestros acreedores un papel que dirá que les pagaremos el 25% de los que les debemos. Porque no siquiera les pagaríamos, simplemente queremos que nos crean que algún día vamos a pagarles el 25% de lo que hoy les debemos.
Porque ni siquiera estamos diciendo que por ese papel donde consta que nos prestaron U$ 100 vamos a pagarles U$ 25, sino que queremos cambiarle el documento de los U$ 100 por otro papelito que dice que pagaremos U$ 25.
Es tan burda la propuesta que debe tener otro fin, él de mantenernos aislados así podemos seguir culpando a los de afuera de nuestros males sin que cambien ni las malas políticas, ni los malos políticos, ni los venales empresarios que viven a costa del malestar de los demás argentinos.
En Argentina hay políticos que “están con los pobres" y otros como el Presidente " que están con la pobreza". Los primeros luchan contra ella y tratan de manejarse en un marco propenso al desarrollo; los segundos la fomentan y viven a costa de esos ejércitos de pobres. El sistema educativo es el método para que nadie piense distinto y así el sistema de corrupción destruye la moral de los argentinos, la política, y todo son "contratos/planes/reparto" de lo ajeno, lo que está hundiendo al pueblo y la patria misma.
Esos políticos nos han puesto en la nueva categoría de “país buitre”, y reclaman ser aplaudidos por ello.
La propaganda de su “éxito” encima la seguimos pagando los contribuyentes.