N ° 13/2003
Buenos Aires, septiembre 11 de 2003.-
Algunos deberían aprender de los chilenos de la entonces Unidad Popular de Salvador Allende que hoy aceptan sus errores y su responsabilidad en el golpe de Estado de septiembre de 1973. Un ex colaborador del fallecido presidente constitucional chileno, Luis Guastavino, hoy gobernador de Valparaíso, dijo: “La política que llevamos en los tiempos finales iba inevitablemente a un choque que tenía que producir efectos tremendos (...) Yo instigué. Yo hacía discursos incendiarios. Yo levantaba a la gente”. Y subrayó además que su partido (Comunista) llegó en los 70 a un “punto sin retorno”, al igual que todos los sectores de la izquierda chilena.
El 10 de octubre de 1973 en el diario ABC de España, el presidente Frei hace juicios durísimos contra la Unidad Popular y justificado plenamente la intervención militar. "El país no tiene más salida salvadora que el gobierno de los militares"; "El mundo no sabe que el marxismo chileno disponía de un armamento superior en número y calidad al del Ejército"; "Los militares fueron llamados, y cumplieron una obligación legal, porque el poder ejecutivo y el judicial, el Congreso y la Corte Suprema habían denunciado públicamente que la presidencia y su régimen quebrantaban la Constitución"; "La guerra civil estaba preparada por los marxistas"; "Es alarmante que en Europa no se enteren de la realidad: Allende dejó la nación destruida”
El senador Patricio Aylwin, por entonces presidente de la Democracia Cristiano y luego Presidente de Chile expresó "El gobierno de Allende había agotado, en el mayor fracaso, la vía chilena hacia el socialismo y se aprestaba a consumar un autogolpe para instaurar por la fuerza la dictadura comunista. Chile estuvo al borde del 'Golpe de Praga', que habría sido tremendamente sangriento, y las Fuerzas Armadas no hicieron sino adelantarse a ese riesgo inminente" (El Mercurio, 17 de septiembre de 1973)
Un mes más tarde Aylwin declaraba lo siguiente "La verdad es que la acción de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo de Carabineros no vino a ser sino una medida preventiva que se anticipó a un autogolpe de Estado, que con la ayuda de las milicias armadas con enorme poder militar de que disponía el Gobierno y con la colaboración de no menos de diez mil extranjeros que había en este país, pretendían o habrían consumado una dictadura comunista" (La Prensa, 19 de octubre de 1973)
En The Economist se menciono el Acuerdo del Congreso del 22 de agosto: "El mes pasado, una resolución aprobada por la mayoría opositora en el Congreso señalaba que "el gobierno no es responsable sólo por violaciones aisladas de la Constitución y la ley; sino que ha convertido tales violaciones en un método permanente de conducta"(referido a la presidencia de Salvador Allende).
La revista británica consideró también que fueron el detonante del golpe "los esfuerzos de los extremistas de izquierda para promover la subversión dentro de las fuerzas armadas. El señor Carlos Altamirano, ex secretario general del partido socialista, y el señor Oscar Garretón del Movimiento de Acción Popular Unitaria, ambos líderes de la Unidad Popular de Allende, fueron señalados por la Armada como los autores intelectuales del plan de amotinamiento de los marinos en Valparaíso... El sentimiento de que el Parlamento era ya irrelevante aumentó por la violencia en las calles y por la forma en que el gobierno toleró el surgimiento de grupos armados de extrema izquierda que se estaban preparando de manera abierta para la guerra civil".
The Economist justificó la intervención militar cuando sostiene que "las fuerzas armadas intervinieron sólo cuando estuvo claramente establecido que existía un mandato popular para la intervención militar. Las Fuerzas Armadas tuvieron que intervenir porque fallaron todos los medios constitucionales para frenar a un gobierno que se comportaba de modo inconstitucional", y realiza otra importante precisión: "El General Pinochet y los oficiales que lo acompañan no son peones de nadie. Su golpe fue preparado en casa, y los intentos por hacer creer que los norteamericanos estaban implicados son absurdos, especialmente para quienes conocen la cautela norteamericana en sus recientes tratativas con Chile".
The Economist consideró también que la tarea de reconstrucción será difícil y que habrá excesos e injusticias: "Cualquiera sea el gobierno que surja del golpe militar, no se pueden esperar tiempos fáciles. También aquellos que sufrieron bajo el gobierno de Allende sentirán la tentación de ajustar cuentas con el bando derrotado. El gobierno militar-tecnocrático que está aparentemente tomando forma intentará reconstruir el tejido social que el gobierno de Allende destruyó". Y concluye con un lamento y una verdad: "Esto significará la muerte transitoria de la democracia en Chile, lo cual será deplorable, pero no debe ser olvidado quien lo hizo inevitable" (la revista se refiere a la UP y Salvador Allende).
“El Partido Socialista espera entrar al combate, aproximadamente 25.000 hombres, fuertemente armados con el armamento que a continuación se indica. Total de armas arroja las siguientes cifras: Metralletas 3.530, rifles de alta precisión 500, rifles con miras telescópicas 222, revólveres 7.650, pistolas 4.450, lanzallamas 2, morteros 32, bazucas 5, granadas de mano 110, dinamita 771 cajas, equipos de radios 31 y walkie talkie 402.” Fragmento del documento estratégico del Partido Socialista de Chile llamado “Plan de Guerra” de enero de 1973.