N ° 12/2003
Buenos Aires, septiembre 02 de 2003.-
“Falsificad el sentido de la historia y pervertís por el hecho toda la política.
La falsa historia es el origen de la falsa política.”
Juan Bautista Alberdi
En una república el Estado y sus poderes, sus funcionarios son los primeros en estar sometidos a la ley, como una regla inviolable como garantía de los derechos y libertades de los ciudadanos. Cuando esos poderes, sus funcionarios gobiernan según su capricho y desbordan el marco de la Constitución y las leyes estamos ante un poder dictatorial, cuyo límite es el poder de los otros, de nosotros. Pero ya no hay estado de derecho.
Los días pasan y las ilusiones sin fundamento empiezan a quedar atrás, el autoritarismo de Kirchner y su banda empiezan a ser inocultables. La existencia de su rojo inspirador Horacio Verbitsky fijando la política de odios y revanchismos como un nuevo López Rega empieza a fructificar.
Hay quienes quieren creer que por ahora Kirchner está “acumulando poder” para su mandato desde el 10 de diciembre, lamentablemente es una ilusión, el mandato legal de Kirchner empezó el 25 de Mayo aún cuando el Congreso en forma inconstitucional le haya dado un mandato de 4 años y 6 meses, porque la Constitución fija un máximo de 4 años.
Claro que al Congreso Nacional hace ya mucho tiempo que no parece importarle cumplir la Constitución y mis palabras suenan a perogrullada. Un congreso que dio mandato a Duhalde para completar la presidencia de De la Rua que ya no estaba vigente, y merced a ese truco le dieron 2 años de presidencia para reemplazar a Adolfo Rodríguez Saa cuyo mandato era de 120 días, que ha sido capaz de votar anular leyes derogadas estos días ya no es la institución constitucional, sino un poder cuyo límite será el poder de otros poderes fácticos.
El Congreso se ha ido convirtiendo así en el cómplice necesario de una revolución roja que llego disfrazada de “antimenemismo”.
En un vertiginoso recuento de los 100 días de gobierno nos muestra la destrucción y vaciamiento de las instituciones estatales y privadas para generar el vacío donde se imponga y gobierne el poder.
Entre los primeros actos del dictador estuvo vaciar las Fuerzas Armadas, descabezando ilegalmente a sus Estados Mayores. No solo arruinó un “capital humano” al cual todos los argentinos hemos contribuido a financiar y crear, sino que requirió al Congreso una ley de emergencia posterior que permitiera hacer lo que estaba ilegalmente hecho.
Luego Kirchner tomo la “cadena nacional“ de radio y televisión para embestir contra la cabeza del Poder Judicial. Y la mayoría automática de sus favoritos diputados, encabezados por el diputado Falú de inmediato inició el jacobino proceso de remover los jueces que dictaren sentencias no convenientes al programa político del dictador.
Las usinas de propaganda tercerizadas con el generoso uso del dinero de todos los contribuyentes, tanto en radios, como en televisión y diarios comenzaron la tarea de demolición del honor de los jueces, y a señalar que se necesita una Corte que acompañe el cambio político.
Mientras tanto Beliz, el camaleón de la política, dejo sus zapatos blancos y abrió su boca para lo único que sabe hacer bien, insultar, denostar mientras se presenta como un custodio de la moral ciudadana. Sus zapatos ya están rosas por haber designado a cargo de la Secretaría de Derechos Humanos a un abogado de terroristas.
Eduardo Luis Duhalde tiene todo el derecho de elegir a sus clientes y ser el jefe de un grupo de abogados dedicado a defender terroristas comunistas, lo inaceptable es que termine siendo el funcionario a cargo de los derechos humanos quien defiende a pone bombas, secuestradores extorsivos, asesinos, etc.
Con su típica hipocresía totalitaria, al ex procurador del Tesoro se lo renuncia por defender a un militar retirado, mientras al abogado de los terroristas se lo designa Secretario de DDHH y al ex juez del proceso Zaffaroni se lo manda a la Corte admitiendo que para 1978 ya con 3 años de juez penal pudiera no haber sabido nada de la represión del terrorismo.
Mientras Gustavo Beliz con sus zapatitos blancos, rosas, ya rojos recorre el camino de otros “fundamentalistas católicos” como los clientes de Eduardo Luis Duhalde y se pasa con su carita de bueno para tareas sucias al bando de la revolución, firma junto a Kirchner la propuesta de Raúl Zaffaroni como juez de la Corte Suprema.
Mientras en el Congreso se anuncia “a los evasores traje a rayas” (N. Kirchner 25 de mayo de 2003) a menos de 100 días propuso a un evasor de impuestos confeso para ocupar la Corte Suprema. Hasta ahora lo único cierto es que Kirchner no ha dejado sus valores en la puerta de la casa de gobierno, gobierna con la soberbia y la hipocresía de los dictadores.
Así se ha logrado amedrentar a los jueces, quien ponga un pie fuera de la línea del dictador santacruceño sabe que lo espera la mayoría automática de Falú y Cristina, la iracundia de Beliz y el deshonor frente a sus familiares, amigos, y ciudadanos. Mientras tanto la justicia ya no es un problema mayor, está acorralada y con ella todos nosotros estamos haciendo fila con ticket entregado hacia el campo de concentración o el exilio en el mejor de los casos.
Al otrora camarada a cargo de la vicepresidencia se lo fue marginando pero él sin aceptar ese triste papel recuperó súbitamente la voz y quiso dar a conocer alguna idea distinta a las del “humilde dictador”. De inmediato el viento patagónico saco a la luz su intolerancia y descubrió que el área de turismo no cumplía los objetivos.
¿Cómo cumplir objetivos si los canales de televisión de todo el mundo muestran a los piqueteros adueñados de la Plaza de Mayo frente a la casa de gobierno sin que ni un funcionario haga algo para impedirlo o castigarlos?
Es que según Kirchner para los piqueteros la Casa de Gobierno es “su casa”. Son su nuevo ejército, por ello Luis D’Elía se permite señalarnos que ellos están armados y dispuestos a defender al gobierno que les paga por hacer de guardia pretoriana.
Y mientras el Comisario Santos sigue preso por haber impedido la toma de la Casa de Gobierno, cumpliendo con su deber, De la Rua tiene falta de mérito.
Así han hecho con la cuestión de la “guerra revolucionaria de los 70”. Juicio y castigo para los militares, policías y gendarmes. Para los políticos que no supieron conducir la nación, dieron las órdenes y las acompañaron hay cargos, jubilaciones de privilegio, “embajodas”, diputaciones, etc.
¿Quién ha de defender las instituciones y la Constitución cuándo el ejército piquetero tome las calles y las sedes del gobierno, la justicia, las empresas,?
Estamos a un corto paso de que ello suceda, esta vez será un golpe de estado revolucionario entre piqueteros y el grupo K. Por supuesto dirán que están defendiendo la democracia, como hace su inspirador Fidel Castro desde hace 44 años.
Algunos pensaban, piensan, que solo se tocaría a los militares y nada más. Luego que sería a los menemistas, a algunos jueces menemistas, o a las privatizadas, a los demás no. O piensan que no se llegará a tanto, como pasaba con muchos alemanes cuando se pintaban cruces de David en amarillo para marcar a los judíos y sus tiendas en los años 30.
Pero sería bueno que vayamos pensando que todos podemos ser Scioli. Que si no se obliga a que Kirchner comience a gobernar dentro de la Constitución, que el Congreso en lugar de “legalizar sus atropellos” sea un cuerpo que defienda nuestra garantías.
Algunos amigos me dicen eso no puede pasar acá, alguien lo va a impedir.....
Yo conozco cubanos, judíos, nicaragüenses, polacos, lituanos, camboyanos, croatas, todos cuentan como “allí eso no podía suceder y como alguien haría algo”.
No creo en eso de que “alguien hará algo”, creo que cada uno debe hacer algo, cada uno debe impedir que se lleven al vecino, no aplaudir con la hipócrita esperanza que allí terminará la redada.
Porque acá como en muchas otras partes no solo puede pasar, está pasando, y para mayor gravedad estamos persiguiendo a quienes lo impidieron una vez.
Lo peor del caso es que ellos siembran tempestades como en los 70 y luego la tempestad nos alcanza a todos.