N ° 10/2003
Buenos Aires, julio 31 de 2003.-
Desde 1983 en nuestra sociedad se ha instalado la idea que el 24 de marzo de 1976 un grupo de militares genocidas tomaron el poder y se dedicaron a matar jóvenes idealistas solo porque tenían ideas distintas. Siguiendo las ideas de Gramsci la izquierda decidió establecer nuevas pautas culturales y desde ahí manipular la sociedad para tomar el poder.
La izquierda niega la existencia de la guerra, y nadie parece recordarles, preguntarles entonces porque crearon las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), el Ejército Montonero, etc., ni porque daban partes de guerra, ni porque realizaron intentos de copar los regimientos de Catamarca, Azul, Formosa, Monte Chingolo,.Fabrica Militar de Armas de Villa María, etc., todos actos terroristas bélicos realizados durante el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón y María Estela Martínez de Perón.
El contexto histórico parece haber sido borrado desde la caída de la Unión Soviética y el Muro de Berlín, como si las guerras “revolucionarias” llevadas adelante con el apoyo del comunismo internacional no hubieran existido.
Para mediados de los años 70 lo que parecía inevitable no era la globalización de la que hoy hablamos, ni el triunfo de las democracias occidentales frente al comunismo sino por el contrario se pensaba que este último habría de prevalecer políticamente y que la OTAN, los EEUU y demás naciones occidentales solo podrían retrasar la derrota.
Se escribían libros explicando como caerían las democracias y se establecería la revolución universal del comunismo, como solo algunas naciones que se harían autoritarias tal vez podrían resistir algo más de tiempo.
En 1984 todavía Jean Francois Revel explicaba que el terrorismo moderno está dirigido por redes vinculadas a Estados y que en todo el mundo el blanco es la democracia y por eso “Hoy en día el terrorismo constituye una agresión extranjera contra las democracias. Ya no se trata de un enemigo interior, sino de una amenaza exterior. Las medidas que hay que adoptar han dejado de ser medidas de represión: son medidas de defensa.” (El rechazo del Estado, Sudamericana - Planeta, Pág.150). Por estas causas las democracias del mundo entero utilizan sus fuerzas militares para combatirlo. Le guste, o no, a la izquierda castro comunista.
Solo en 1975 Cuba estaba llenando Angola de tropas “imperialistas comunistas” y este país caía en manos del comunismo. También el Vietnam del Norte violaba los tratados de paz de 1973 e invadía Vietnam del Sur apoyando al Vietcong e imponiendo una férrea dictadura comunista en todo el país (es de recordar que el Ejército de los EE.UU. se había retirado en 1973). Poco tiempo después caía Camboya en manos del movimiento marxista Khmer Rouge, con apoyo chino maoísta y vietnamita. Y luego cayo Laos.
Cuatro años más tarde el Frente Sandinista tomaba Nicaragua e imponía una dictadura comunista y castrista. Se conocieron en ese entonces las fotos y presencia de dirigentes “montoneros” (Firmenich, Vaca Narvaja y Perdía entre otros), y del ERP (Gorriarán Merlo, María Seoane, etc.) integrando todos el movimiento genocida de los sandinistas.
¿Qué hacían en Nicaragua combatiendo junto a otro movimiento genocida como el sandinismo sino hubo guerra revolucionaria?
En 1979 la URSS invadía Afganistán y la ocupaba en una operación relámpago.
La verdad es que América Latina fue escenario de una guerra transnacional peleada con una metodología terrorista y militarista donde el comunismo sobre la base de propaganda falsa alentaba una destrucción del sistema democrático occidental. Dentro de esa estrategia estaba también la de desestabilizar gobiernos constitucionales y alentar golpes de estado militares para “acelerar la contradicción y producir las condiciones revolucionarias”.
Los Montoneros, el ERP, las FAR, MTP, etc. tenían el objetivo de establecer una “revolución según el modelo cubano”. Es decir una sangrienta, represiva y genocida tiranía de tipo comunista, que a 44 años de haber tomado el poder sigue fusilando y encarcelando a quienes piensan distinto, porque en Cuba, como en Nicaragua, sí que se fusila, desaparece, encarcela por pensar distinto del gobierno. No hace falta poner bombas, ni matar a nadie.
La historia del comunismo muestra que ninguna nación sometida a ellos tuvo democracia, sino tiranías totalitarias. Violaciones de todos los derechos humanos, fusilamientos, torturas, encarcelamientos sin juicio por décadas y en condiciones infrahumanas a las que muy pocos lograron sobrevivir.
En Cuba, en Rusia, en Hungría, en Vietnam, etc. al tomar el poder asesinaron sin juicio a todos quienes consideraron “enemigos potenciales de su revolución”, solo por el hecho de ser considerados tales. En Nicaragua aunque fue posterior se repitió el método de matar a todos los potenciales adversarios, a los funcionarios, profesores, etc. Y ahí estaban estos que quieren hacer creer que fueron perseguidos y combatidos por pensar distinto. Hablo de Montoneros y Erpianos, de terroristas profesionales al servicio de la revolución comunista internacional.
Pero nadie los juzga, ni a ellos, ni a sus cómplices sandinistas por los delitos de lesa humanidad cometidos en Nicaragua, Cuba, Angola, etc. Para quienes crean que esto no es verdad pueden consultar inclusive a Amnesty Internacional, que ciertamente no es una fuente premilitar.
Lo que esto muestra es que sentían y pensaban, que temían les podría pasar militares, profesores, pensadores, sindicalistas, empresarios y políticos entre otros si triunfaba la “guerrilla revolucionaria”. El GULAG, la tortura o el paredón de fusilamiento, la muerte civil de su familiares, etc.
Era el ejemplo que todos teníamos a la vista, repetido desde 1917 sin vacilaciones en cada nación que el comunismo había sometido.
Hasta 1973 los actos terroristas aun tomando forma militarizada en nuestra Argentina habían sido combatidos con éxito mediante fuerzas policiales, de gendarmería, leyes penales y jueces.
Llegado el gobierno de Campora en 1973 se dicto la amnistía penal y se derogo por presiones de los terroristas amnistiados la legislación penal que prevenía y castigaba esos delitos, como el cierre de la Cámara Federal Penal. Es decir que ellos mismos desmontaron el sistema que garantizaba una represión penal y no militar.
No contentos con ello, se lanzaron a someter a la “justicia revolucionaria a ex jueces, a policías, militares, sindicalistas, políticos. Declararon la guerra al gobierno constitucional y lanzaron una ofensiva terrorista en la cual mataban a diestra y siniestra. Casos como el Capitán Viola en Tucumán, donde además de matarlo a sangre fría en la puerta de su casa mataron a su hija de pocos meses. Y no por accidente ya que la remataron. O en el intento de tomar el regimiento de Azul donde mataron a la familia del coronel Gay.
Así mataban, así actuaban, y el ejemplo de los países donde la guerrilla comunista había triunfado no permitía alentar esperanzas. Si uno lee las autobiografías de los terroristas escritas estos años puede ver que el programa era una dictadura comunista a lo Fidel Castro, que planeaban ellos sí un genocidio.
Esta cita habla por sí misma “... Hoy puedo afirmar que por suerte no obtuvimos la victoria, * porque de haber sido así, teniendo en cuenta nuestra formación y el grado de dependencia con Cuba, hubiéramos ahogado el continente en una barbarie generalizada. Una de nuestras consignas era hacer de la cordillera de Los Andes la Sierra Maestra de América Latina, donde, primero hubiéramos fusilado a los militares, después a los opositores, y luego a los compañeros que se opusieran a nuestro autoritarismo.............” El Furor y el Delirio de Jorge Masetti, en su página 275.
El grado de violencia de los terroristas había llegado a tal punto que el Ministro de Defensa, Dr. Tomás Vottero, el 16 de diciembre de 1975, expresó: "Ante la lucha total sofisticada y compleja, despiadada, diabólica y criminal promovida por la subversión armada, queda una sola alternativa: el exterminio total del enemigo". (sic).
Así respondió el gobierno constitucional y justicialista a la agresión revolucionaria. Ese era el clima en el cual se dieron órdenes desde el gobierno constitucional de “aniquilar la subversión y dar intervención a las fuerzas armadas”.
Lo que es una verdad histórica, un hecho irrebatible es que la “guerra terrorista” la empezaron el ERP, FAR y Montoneros, que agredieron a un gobierno constitucional y que lo otro fue la “legítima defensa”. Y es un principio básico de la civilización occidental republicana distinguir la agresión de la legítima defensa.
Si luego de la Segunda Guerra Mundial se hubiera seguido la idea de Baltasar Garzón, Horacio Verbitsky, Miguel Bonasso, Eduardo Luis Duhalde, Néstor Kirchner, etc. En Nüremberg se hubiera condenado a Winston Churchill y Franklin D. Rooselvet y sus fuerzas aéreas, sus militares en general, por los bombardeos de las ciudades alemanas y japonesas.
La guerra es un exceso en sí misma, y la confusión actual viene de la negación que la izquierda pretende mantener acerca de la negación de la guerra revolucionaria que ellos mismos proclamaron e iniciaron.