N ° 7/2003
Buenos Aires, mayo 28 de 2003.-
Cuando Carlos Menem renunció a participar de la segunda vuelta electoral el ya Presidente Néstor Kirchner que había resultado segundo con menos de un voto cada cinco argentinos empadronados se despacho con un discurso que solo promovía el odio y la división. Detrás un cartel rezaba “Argentina Unida”. El infantilismo habitual de la mayoría de periodistas y opinadotes salieron a sostener que en realidad fue más un discurso de campaña.
La soberbia del discurso, que no fue improvisado, ya que fue escrito antes y leído, por lo tanto meditado, donde Kirchner se atribuyo que todos quienes no quieren a Menem son votantes de él y por lo tanto se autodesigno ganador de una elección que perdió no fue un acto de fogosidad sino un acto de intolerancia.
Hay algo peor que un mal perdedor y es un mal ganador.
Hay algo peor que un político soberbio y perdedor, es uno que siendo minoría absoluta pretende arrogarse ser la mayoría.
Algunos pensarán que esto es exagerado, recuerden que ni Hitler al asumir el poder en 1933 era mayoría, ni lo era Lenin en 1917, ni Fidel Castro en 1959, ni los Sandinistas en 1979 y la lista de comunistas que usaron el método es bien larga.
En ese discurso se dedico a ufanarse del pasado “montonero”, es decir terrorista. No era un buen comienzo, pero la gente sigue adormecida por el aparato de propaganda estatista y la soberbia que transforman el horror en “sabiduría” y aunque nadie sepa de que se trata.
Así llegamos a las primeras medidas de gobierno de Kirchner y a su discurso inaugural del día 25. Una vez más nos quieren decir que ha sido un discurso moderado, inteligente y de cara al futuro.
Sin embargo para alguien que convoca al futuro son demasiadas las veces que hace referencia al pasado, a su memoria selectiva y también las decisiones que con los ojos en la nuca esta tomando.
Aunque Kirchner se presente como el ganador de una elección es un gobierno de minoría constituido en forma sectaria, formado con ex montoneros, frepasistas reciclados y una serie de ex funcionarios de Menem, que se empeñan en denunciar el “modelo menemista” para ocultar ese pasado.
Kirchner reivindico su pasado y los valores de un pasado que ya no existe. Dijo que “no olvida los horrores de los otros como tampoco sus equivocaciones”. Estas palabras solas bastan para demostrar su hipocresía e inmoralidad. Lo de los terroristas montoneros fueron solo “equivocaciones”, así llama este minoritario presidente al secuestro extorsivo, al poner bombas, matar soldados y policías, empresarios y sindicalistas. Y también califica de horrores a los actos de quienes obedecieron las órdenes del gobierno de Juan Domingo Perón, porque no debemos olvidar que la orden de aniquilar la subversión, de aniquilarlos uno por uno fueron dadas por el mismo Perón a comienzos de 1974, y luego reiteradas.
La formidable maniobra de engaño alfonsinista y comunista de la Conadep encubrió que por ejemplo que en 1976 durante los meses anteriores al golpe militar del 24 de marzo de 1976 desaparecieron 985 terroristas montoneros y del Erp. Ello sin contar los muertos en combates.
Si como sostiene Kirchner quiere memoria y justicia debería empezar por juzgar ese encubrimiento y a los miembros de su partido que ordenaron reprimirlos. Aunque claro está en tal caso todos sus cómplices montoneros deberían ser juzgados en primer término por haber tomado las armas contra un gobierno constitucional, contra las instituciones argentinas, los jueces, los sindicalistas, las policías y las fuerzas armadas de nuestra nación.
Si se trata de gobernar mirando al futuro como promete Kirchner lo primero sería dejar de remover las viejas heridas de la guerra que los terroristas comunistas y castristas nos declararon a todos los argentinos como bien señalo Perón en enero de 1974.
O darse por enterado que la URSS se ha disuelto quedando al descubierto los horrores genocidas del comunismo con sus más de 120 millones de víctimas fatales. Que los “no alineados” fueron un conjunto de dictadores africanos, asiáticos y latinoamericanos que por antiyanquismo colaboraban con la URSS.
Como si no bastaran estas gruesas mentiras y contradicciones también Kirchner asoció al delincuencia con la pobreza y así justifico los delitos de robo, hurto, homicidios, lesiones. Una concepción marxista del delito que termina por justificar la inseguridad, la impotencia de las fuerzas de seguridad y las puertas giratorias de tribunales y cárceles.
Dijo no ser el modelo del default y el no pago de la deuda para sin siquiera hacer un párrafo aparte decir que la deuda pública se pagaría en la medida que “a la Argentina vaya bien”. Debemos leer claramente, es en la medida en que el gobierno quiera. Mejor dicho “no pienso pagar la deuda aunque diga que sí lo haré”. Porque para que nos vaya bien deberíamos hacer casi todo al revés de lo que por ahora anuncia Kichner.
Es una verdad de Perogrullo que un deudor paga cuando puede y le va bien. La trampa de Kirchner es que no anuncia dejar nada del gasto burocrático y político improductivo para hacer frente a las deudas del Estado Argentino. Es como el alcohólico que promete pagar cuando deje de beber y sigue comprando tetrabrick de vino para los “siervos” y los vinos mas caros para la corte de favoritos.
Su denuncia contra el clientelismo electoral y la explotación de la pobreza demostraron cinismo e hipocresía. Como si no hubiera sido electo gobernador mediante el clientelismo político con dinero estatal. Como sino hubiera obtenido al menos la mitad de sus votos en todo el país gracias al “clientelismo político”. ¿O nos quiere hacer creer que Juárez en Santiago del Estero, Insfran en Formosa, Fellner en Jujuy, el mismo Kirchner en Santa Cruz, y el aparato mazorquero de Duhalde en la provincia el domingo 27 de abril se fueron a jugar un picadito de football?
Igualmente falsa resulta su afirmación que el clientelismo político con dinero estatal y en forma masiva es consecuencia de la pobreza y el desempleo. Porque es justo al revés, y si aun lo ignora esta observación vendría bien pensar esto.
La Argentina mientras no tuvo clientelismo político creció desde una de las naciones más atrasadas hasta ubicarse entre la naciones más ricas del mundo en menos de 50 años. Desde que el radicalismo y el justicialismo establecieron sus modelos “solidarios” se produjeron pobres y rehenes de aparatos partidarios que pueden ser conducidos a votar por quien reparte el dinero ajeno y promete a cambio del voto dos cosas, seguir robando a otros para seguir repartiendo migajas entre sus votantes.
El día que en Argentina tengamos menos “falsas conquistas sociales, planes sociales, etc.” y cada uno trabaje sin pensar en el juicio laboral futuro, entonces vamos a progresar y sacudirnos a los “jeques, caciques y caudillos políticos” como Néstor Kirchner.
Su declamada política internacional de relaciones maduras es más bien “relaciones muy carnales con los dictadores Fidel Castro y Hugo Chávez, seguidismo y entrega con Brasil, al menos mientras Lula sea su presidente”. ¿Intereses argentinos? De eso no se trata, se trata de cumplir el sueño de la juventud de hacer un eje de socialistas que mientras matan de hambre y pobreza a sus pueblos echan culpas a los EE.UU.
En cuanto a las recetas económicas para el desarrollo Kirchner, o de la Rua porque los dos prometieron lo mismo en sus discursos inaugurales, prometió impulsar la obra pública, el combate a la evasión fiscal y la progresividad de los impuestos. Puede buscarse en los diarios del 11 de diciembre de 1999 y verán que las recetas están como copiadas. Es que al progresismo no se le cae ni una idea nueva, solo saben echar las culpas de sus fracasos al neoliberalismo y como gozan de la impunidad mediática jamás suponen que alguien les señale su reiteración en el error.
La obra pública no se hace para reactivar, sino que debería ser la infraestructura necesaria para el desarrollo. Tampoco existe dinero para hacerla salvo que obviamente sueñe con el aumento de impuestos y seguir sin pagar las deudas.
El aumento de impuestos bajo la “recurrente demagogia de la progresividad para que los más tienen más paguen, etc.” encubre la decisión de mantener el aparato de clientelismo político y de corrupción estructural. No piensa, no quiere bajar el gasto sino expoliar a los que todavía tienen algo propio y legítimo que resignar.
Inclusive la demagogia se expresa con inmoralidad descarada, porque se promete sacarle a unos para darle a “los que menos tienen”, como si los impuestos fueran para algunos y no para pagar a todos los servicios estatales indivisibles conforme manda la Constitución.
Como no podía ser de otra manera y sobre la base de la ignorancia general una vez más un político nos explica que su receta neokeynesiana nos sacará de la crisis como el “new deal” de Franklin Rooselvet habría sacado a EEUU de la crisis del 30.
Va siendo hora que aclaremos que los EE.UU. recupero su actividad económica a níveles previos de la crisis de 1930 en 1942, es decir que el New Deal no tuvo nada que ver, sino que fue la producción masiva para abastecer la maquinaria de guerra aliada la que reactivó la economía norteamericana. También que Rooselvet y sus colaboradores jamás leyeron a Keynes, como que también este último a lo que se llaman “recetas keynesianas “solo se podían aplicar mediante gobiernos dictatoriales. Cada uno puede sacar conclusiones sobre si son ignorantes o quieren una establecer dictadura.
La amenaza de gobernar mediante “consultas populares” si algún otro poder obstruye sus proyectos demuestra el claro desprecio por el sistema republicano de división de poderes de Kirchner y sus seguidores. Que el modelo autoritario y clientelista santacruceño no es casualidad.
Es un modelo conocido. Así se manejo Hitler, se manejan Fidel Castro y Hugo Chávez. Así se suprimieron las libertades y derechos en la Alemania de Weimar y se paso al III Reich, la revolución cubana fusila a sus hijos, y la revolución chavista también. Lenin y Stalin eran más prácticos y los medios de opresión eran más difíciles de resistir en la vastedad geográfica de la URSS.
Evitar que el gobierno de la minoría más absoluta que haya tenido nuestra Patria en su historia, al punto que ni siquiera puede ganar una elección interna en su partido, se convierta en una forma de cesarismo plebiscitario, es decir en una dictadura antirrepublicana, será una tarea difícil. Kirchner empleará todos los recursos del estado para imponerla, y en algo sí le creo, no dejo sus valores autoritarios en la puerta al entrar a la casa de gobierno. De otra forma hubiera formado un gobierno de coalición y hubiera abandonado su torva y resentida mirada del pasado, o hubiera llamado a nuevas elecciones presidenciales de inmediato.