N ° 6/2003
Buenos Aires, mayo 14 de 2003.-
Aprovechando la guerra contra la dictadura de Saddam Hüssein pensando que el mundo estaba ocupado en otros problemas el genocida Fidel Castro desato una ola represiva en la cual puso prisioneros a 75 periodistas opositores, cuyo delito ha sido intentar crear medios de prensa libres, o simplemente difundir sus opiniones contrarias al gobierno en reuniones de ciudadanos.
A ello sumo el fusilamiento sumario de tres jóvenes, todos ellos negros, uno de 21 años y los otros menores de 25 años. Los tres nacieron cuando Fidel Castro ya no menos de 18 años de dictadura revolucionaria. Ellos fueron educados por la revolución, manipulados como “hombres nuevos”. No tuvieron relación alguna con el capitalismo, ni con los EE.UU.
Nada justifica la violencia de Castro contra su pueblo, ni existe una posible invasión de los EE.UU., ni de los exilados cubanos. Estos últimos por otro lado siendo exilados por la persecución política y genocida de Castro es natural que aspiren a derrocar al régimen genocida.
Esta vez sin embargo algunos connotados izquierdistas como Saramago y García Márquez salieron a condenar esta ola represiva.
Condena que llego cuando se realizaron los tres fusilamientos, no cuando se detuvo arbitrariamente a los 75 periodistas opositores.
Las críticas de Saramago y García Márquez tienen el común denominador de la hipocresía comunista, de cambiar un día de bando y hacerse los desentendidos con la complicidad anterior. García Márquez además para hacerse el bueno expreso que él mismo había ayudado a liberar algunos cuantos presos políticos.
¿Y cuando condeno a Castro y su régimen por ello?
¡Jamás!
Otros izquierdistas como el montonero Miguel Bonasso visitaron al dictador y aceptaron las explicaciones “políticas” del dictador sin ni una repregunta. Ni se les ocurrió preguntarse como Castro justifica fusilamientos por cuestiones políticas y no jurídicas. En otras palabras es la aceptación de la farsa de los procesos judiciales y la clara exposición que Castro es un dictador dueño de la vida y muerte de los cubanos, que todos los fusilamientos de la dictadura castrista han sido por razones políticas.
Solo el anti norteamericanismo y el comunismo explican semejante actitud.
Los cómplices de disimular la dictadura de Castro siguen luego de reconocer que los apoyaron a sabiendas se presentan igual como si nada hubiera pasado y en el caso de Saramago hasta se permitió pedir la amnistía del autodenominado “proscripto político Enrique Gorriarán Merlo”. Quien esta preso por una condena judicial por haber organizado y dirigido una banda terrorista, el MTP el 23 de enero de 1989.
La izquierda tiene este doble estándar moral que les permite no hablar de sus violaciones de los derechos humanos, de sus genocidios. Quienes como Saramago y García Márquez decidieron condenarlo por estos últimos fusilamientos –no han condenado la arbitraria detención de los 75 opositores- lo hacen como si la complicidad con las anteriores muertes, torturas y encarcelamientos políticos no contaran. Al menos para ellos.
Los demás izquierdistas como gran parte de nuestro periodismo y algunos pseudo intelectuales y artistas intentan justificar los fusilamientos y detenciones mediante la condena del “embargo” norteamericano, al que además para engañar a la población califican de bloqueo.
Este argumento ha sido el mismo que usaron Duhalde, Alfonsín, Kirchner, Moreau, Storani, etc.
No es lo mismo bloqueo que embargo. Castro no se cansa de criticar al modelo capitalista norteamericano, ¿entonces porque quiere comerciar con ellos?
Como es embargo y no bloqueo resulta que Cuba comercia con todo el resto del mundo, por lo tanto no parece que la pobreza y miseria de la isla tenga ninguna otra causa que el comunismo revolucionario del castrismo.
Por cierto cuando Cuba comercia casi nunca paga, como sucede con Argentina que es acreedora desde hace más de 25 años por más de mil millones de dólares.
Recordando el apriete que Duhalde ordenó contra Hernán López Echagüe por el libro “El Otro”, que culmino cuando le tajearon su cara una noche en la puerta de su casa y la transitoria emigración de López Echagüe y habiendo sido testigo de la golpiza que los batatas de Kirchner dieron hace unos días a un periodista de Hora Clave la abstención de condenar al régimen de Fidel Castro del gobierno y sus cómplices de avería tiene probablemente la común simpatía en el odio al periodismo opositor.