N ° 2/2003
Buenos Aires, febrero 28 de 2003.-
Alguna vez este diario señaló que lo más alarmante de este corto gobierno del duhaldismo más el populismo radical bonaerense era la falta de inteligencias en el elenco gobernante. Se confirma más con sólo observar el acto de los conspicuos del duhaldismo (Aníbal Fernández, Alfredo Atanasof, Eduardo Duhalde, Carlos Ruckauf, Graciela Camaño, Roberto Lavagna, otros) en unas «jornadas del nuevo consenso» del Ministerio de la Producción. Se hizo en Parque Norte con la colaboración del inefable «sindicalista-empresario» Armando Cavalieri, que les cedió gratuitamente el predio.
Duhalde allí alabó y amenazó con operar en todo el país, apenas deje el gobierno el 25 de mayo próximo, «contra cualquier presidente que quiera cambiar este nuevo modelo de producción y el de la distribución de la riqueza que llegó para quedarse». Calificó de «absurda la convertibilidad» (cuando el «nuevo modelo» al operar contra las tendencias libres del mercado mantiene también casi fija la paridad peso dólar, aunque en un nivel más alto, en 1 dólar a $ 3,20 o $ 3,30, usando la emisión monetaria desde el Banco Central para evitar una paridad real más baja). También embistió contra quienes se aferran a «modelos del pasado».
Cabe preguntarse ¿cuál es el «nuevo modelo» que impuso el duhaldismo? ¿El que logra un producto interno de 225.000 millones de pesos que retrotrae al país a lo que producía en 1993? ¿Un PBI per cápita que era de 8.000 dólares -el doble del de Chile- en el «viejo modelo» y que hoy está reducido con el «nuevo» a 2.300 superando sólo a Bolivia en la región?
El «nuevo modelo duhaldista» ¿es haber elevado el índice de pobreza de 37% en 1999 a 54% en la actualidad? ¿24% de desocupación -récord en la historia argentina- si no se la disfraza y se da como «trabajando» a quien recibe un ingreso de $ 150 como dádiva precisamente por no trabajar?
Políticamente el «nuevo» ¿puede tener mayor vigencia que unos pocos meses que dura el poder duhaldista, sin urnas mediante y basado en pasarle al próximo gobierno congelamiento de salarios por la doble indemnización si la prorrogan al vencimiento el 26 de marzo, la no actualización de tarifas de servicios públicos que están derivando en mala prestación después de haber sido un servicio eficaz durante el «viejo modelo»; la compensación de 5.000 millones de dólares a los bancos por una pésima devaluación demagógica hacia determinados deudores, obligando a las entidades a pesificar a 1,40 más CER sus deudas sin permitir que los bancos lo puedan hacer con sus acreencias? ¿El «nuevo» es haber borrado el estado de derecho metiéndose a pesificar también los contratos privados?
Lo es no haber logrado una radicación de capitales de envergadura durante el año y medio último ¿Acaso pretende que sea elogiable haber hecho una «política de distribución» en base a no pagarles a los acreedores internos ni externos, a éstos la enorme suma de 52.000 millones de dólares? ¿Haber logrado el cierre de más de 150.000 comercios medianos y chicos? ¿Haber desvalorizado el capital de todos los argentinos en bienes e inmuebles, incluyendo la casa del matrimonio Duhalde en Pinamar?
Lo «nuevo» en la Argentina es 42% de inflación con casi 0% en el pasado. ¿Haber provocado una caída en esos términos del salario real de los empleados y obreros? ¿El nuevo quiere sustituirle al viejo crédito en cuotas para comprarse viviendas de que gozaban las clases media y baja? ¿Es, acaso, lo que el ministro duhaldista les hace a las empresas, nada menos que pagar Ganancias -a las que las tienen- de balances que son fruto de la inflación de precios y por tanto se paga con la poca rentabilidad hasta casi anularla? En todo el viejo modelo que el duhaldismo quiere combatir de ahora en más se permitía el gasto por inflación y por hiperinflación.
¿Haber reducido la venta interna de autos nuevos a 85.000 anuales cuando con el «viejo modelo» se vendieron hasta 500.000 unidades en 1995?
El «nuevo modelo» ¿es sólo mantener un dólar «recontraalto», como decía Guido Di Tella, para poder recaudar más y mantener la demagogia desde el Estado sin reducir el exceso del gasto público?
¿Lo es haber elevado la deuda pública sólo en el duhaldismo en 25.000 millones de dólares llevándola a 190.000 millones? ¿Es un «logro» que esa deuda en el «modelo del pasado» representaba 57% del PBI (el canon internacional es 40% como aceptable) y hoy se elevó a una vez y media nuestro PBI, en dólares?
¿Políticamente el «nuevo modelo» consiste en no permitir realizar democráticas elecciones internas en los partidos políticos para designar sus candidatos? Este «nuevo modelo» que el duhaldismo quiere salir pronto a defender «por todo el país» ¿consiste en haberse puesto a la par de los gobiernos militares de facto en no permitir, por primera vez en democracia, circunstancias, al Partido Justicialista concurrir a una elección general? ¿Consiste en actuar con prepotencia y demagogia pública enfrentado al Fondo Monetario Internacional con la viveza de al irse en meses cualquier represalia será sobre los que vienen después y no sobre él pícaramente envalentonado? ¿Consiste en no haber logrado más que un mini acuerdo sin plata nueva con el Fondo Monetario cuando Brasil logró 30.000 millones de dólares de ese organismo? ¿El «nuevo modelo» se esencializa en dejarle al mandatario sucesor sólo 3 meses -desde el 25 de mayo hasta el 31 de agosto- para un acuerdo en serio y amplio para refinanciar 6.000 millones de dólares de vencimientos a fin de año y 15.000 millones de dólares para el año que viene, sin contar a los acreedores privados por los mencionados 52.000 millones, también de dólares? ¿Es dejar para el terrible día 25 de mayo el rescate de 4.500 millones de bonos provinciales o cuasi monedas que hoy circulan y que llegarán a 7.000 millones de pesos en mayo? ¿Es dejar desde hace 4 años sin financiamiento (400 millones de dólares) ni continuación de obras, lo cual comprometerá el futuro energético, la central nuclear Atucha II que encaró el «viejo modelo» de la década del '90 o al menos sustituirla por una de gas?
En este penoso esquema ¿sabrá el duhaldismo que los beneficiados son el agro (que poco aumenta la mano de obra, aun en prosperidad); algunos servicios por el turismo externo y los industriales que sustituyen importaciones, respetables por cierto pero no al precio de un dólar «recontraalto»? Esos industriales podrían haber recibido un subsidio directo sin comprometer a todo el país a una devaluación que pedirla así es «inmoral y vergonzoso» declaró el respetado Juan Llach. ¿No es cuestión de volver a importar espárragos holandeses -mal del «viejo modelo»- pero tampoco tener una paridad que evita toda competencia desde el exterior a nivel que haya que consumir internamente cualquier baratija? El duhaldismo -basta con escucharlos- no lo sabe. Tampoco que esa producción interna sustitutiva acrecentada tiene un costo terrible para el país: con un dólar tan alto en pesos a los industriales que no exportan y reciben divisas les es imposible renovar roturas de equipos y recurren al soldador o al «alambre multiuso» para que las máquinas averiadas sigan andando. Peor que eso: nadie renueva tecnología -ni para la salud- que en el «viejo modelo» estaba a primer nivel mundial. O sea que tendremos equipos y productos cada vez menos valiosos con el agregado de inevitables cortes de servicios públicos si este «nuevo modelo» continuara, lo cual es difícil ocurra después del 25 de mayo porque no ya sólo sería el default más el doble default (agregándole a los privados no pagar a organismos internacionales) sino directamente el exterminio del país y su desmembración en provincias o regiones que trataría cada una de salvarse como pueda.
¿Habrán pensado los duhaldistas -que creen que Lavagna es un genio económico y sus operadores políticos «hábiles jugadores de ajedrez», lo que significará para el próximo gobierno volver a acostumbrar a la cultura del trabajo a casi 2 millones de personas que reciben dádivas sin hacerlo? Peor aún: ¿tendrán idea de lo que significa para el próximo poder en la Argentina encontrarse con una guerrilla urbana con sueldos del Estado -que no cobra si no «actúa» en disturbios y traba ciudades y rutas, dirigidos por el nuevo movimiento surgido en estos años de los «piqueteros»? Esto sí deben saberlo y se justifica porque Eduardo Duhalde, en la intimidad de su entorno, dice «el próximo gobierno es la silla eléctrica». Y esta otra: «Pateé varias pelotas al aire y no quiero estar cuando caigan al terreno».
En definitiva, el «nuevo modelo del duhaldismo» ¿fue o no llevar al orden nacional la política populista aplicada en la provincia de casi los mismos hombres que dejaron un banco provincial en ruinas y un territorio bonaerense en quiebra que llegó en el déficit -e hizo estallar la crisis nacional de 2001- a 4.100 millones de dólares en ese año cuando huyó su gobernador, el también duhaldista, Carlos Ruckauf? Pero, además, ¿quien votó, qué urna autorizó a los Duhalde a inventarnos este modelo perverso?
• «Nuevo modelo»
Duhalde y el duhaldismo sabrán que su «nuevo modelo de producción y distribución» no sólo tiene que erradicarlo para el bien del país su odiado rival Carlos Menem, si gana la elección, sino también su pupilo Néstor Kirchner si es el que triunfa y también Elisa Carrió y cualquiera hasta Leopoldo Moreau y su populismo delirante?
La razón es simple: el «modelo duhaldista», con soberbias y «magias» fue y es pernicioso para el país pero fundamentalmente se pudo aplicar y sobrellevar por parte de un gobierno que se va dentro de 70 días y prácticamente es ya inimputable administrativamente pero, a su vez, totalmente impracticable para cualquier gobernante que el 25 de mayo asuma por un período normal de 4 años y medio, así el triunfador sea populista, estatista, neoliberal o radical.
Pensando en función del país y no de intereses y rencores personales por tantas urnas frustradas ¿por qué los Duhalde y los duhaldistas que se abarrotarán en el Congreso -algunos también por la protección de fuero de legisladores frente a inevitables requerimientos judiciales por graves negociados con fondos públicos bonaerenses- no dedican su tiempo, posterior al 25 de mayo, a analizar qué pasa con Lula Da Silva en Brasil que ganó como socialista y Partido de los Trabajadores y fue idolatrado por la insensatez clásica del izquierdismo argentino, hoy arrepentido?
Está forzando Lula un ajuste para lograr un superávit mayor que el que le exige el Fondo Monetario, ya encara privatizaciones de 4 bancos estatizados, está preparando una reforma laboral para buscar más productividad y menos excesos sindicales, quiere reducir el Estado, suprimir subsidios oficiales, crear una moneda sana con menor inflación, congraciarse con el mundo y darle señales de seguridad jurídica porque sabe que si no hay capitales externos de inversión no hay crecimiento ni mayor empleo. O sea, Lula Da Silva -sin duda hábil político para llegar pero más inteligente para gobernar- en un país de 175 millones de habitantes está ejecutando el «modelo» del pasado argentino al cual los duhaldistas quieren combatir desde el 26 de mayo, desperdiciando esfuerzos que podrían dedicar a cosas mejores y más útiles para el país.
El «nuevo modelo» de los actuales gobernantes duhaldistas es el verdadero pasado, el populismo superado en Chile, Brasil, Perú, Ecuador y sólo hoy subsistente en Venezuela y la Argentina. Eso «nuevo» es lo que aplicó desde 1946 sólo hasta 1951 el general Juan Perón para luego renegar totalmente de eso hasta su muerte en 1974.
Ese mal pasado, impuesto sin urnas durante pocos meses de gobierno duhaldista, por lo expresado y ejemplificado, es un absurdo total.