N ° 2/2003
Buenos Aires, febrero 28 de 2003.-
Recientemente, el ministro de Economía, Roberto Lavagna, realizó un viaje a EE.UU. para entrevistarse con funcionarios del FMI. En palabras del ministro, viajó para demostrarles que hubo "una mala percepción de la realidad" argentina de parte del organismo internacional. Según el funcionario argentino, sus colegas del FMI se equivocaron en ambas circunstancias: tanto cuando juzgaron favorablemente la evolución de nuestro país en los 90 como cuando la juzgaron negativamente en 2002. Es interesante profundizar el análisis y, para ello, basarnos en cifras que son públicas:
· En 2002, el valor en dólares del total de la producción argentina (PBI) fue de algo más de US$ 100.000 millones: esto es, menos que los US$ 112.000 millones de 1989 y que los US$ 283.500 millones de 1999. Este dato es importante, porque muestra lo que la economía argentina vale para los extranjeros y para los propios argentinos. Las cifras no dejan lugar a comentarios.
· El PBI en términos reales habrá caído en 2002 más de 11%, lo cual es récord histórico de baja. Entre 1989 y 1999 creció un 48% y, en 1998, alcanzó el máximo nivel histórico.
· El año último, el valor de la producción argentina por habitante fue de alrededor de US$ 2800, menos que los US$ 3500 de 1989 y un 65% menos que los US$ 8000 de 1999. La mayor parte de la caída se dio en 2002, ya que en 2001 el nivel era de US$ 7400. Esto implica que en este momento, a ojos de argentinos y extranjeros, lo que genera cada habitante de nuestro país ha dejado de ser interesante.
· En 1989 las exportaciones argentinas eran de US$ 9500 millones y, en 1999, creciendo 145%, fueron de US$ 23.300 millones. En 2002, las exportaciones cayeron alrededor de un 5% respecto de 2001, a pesar de haberse más que triplicado el valor del dólar.
· Las exportaciones industriales pasaron de US$ 3500 millones en 1989 a US$ 7000 millones en 1999. En 2002, cayeron alrededor del ocho por ciento.
· A pesar de la pregonada "destrucción de la industria", la producción del sector creció 27% en términos reales entre 1989 y 1999. En 2002, era igual a 1989 y casi 10% menos que en 2001.
· Los pobres aumentaron en 7.000.000 de compatriotas en 2002, llegando a sumar el 57,5% de toda la población. Su nivel es superior al de 1989 y de más del doble del de 1999.
· Los argentinos a los que no les alcanza ni para comprar la comida necesaria para sobrevivir son 4.800.000 más que en 2001 y se duplicaron, llegando a casi un cuarto del total de la población. Casi el mismo porcentaje que en 1989 y cerca de cuatro veces más que en 1999.
· La cantidad de gente que no tiene trabajo aumentó en cerca de 800.000 personas en 2002, si se contabiliza a los que reciben subsidio de desempleo (justamente porque son desocupados). Hoy es casi el doble que en 1999 y es récord máximo histórico.
· La pesificación estafó a alrededor de 1.000.000 de depositantes bancarios y a cientos de miles de acreedores privados. Se terminó de destruir el sistema financiero que, entre 1989 y 1999, había pasado de tener US$ 1600 millones de depósitos totales a acumular US$ 81.000 millones (casi cincuenta veces más). El año 2002 terminó con imposiciones totales por US$ 21.600 millones, cayendo a un tercio de lo que eran a finales de 2001.
· Cuando este gobierno deje la presidencia, la deuda pública nacional será de más de US$ 186.000 millones (según admitió el Ministerio de Economía en el acuerdo con el FMI). Esto implica un incremento de más de US$ 40.000 millones respecto de finales de 2001 y caben dudas de que se hayan contabilizado todos los pasivos que se están devengando. Cuando declaramos la cesación de pagos, a finales de 2001, la deuda equivalía a cuatro años del total de ingresos corrientes del Estado nacional. Cuando el actual gobierno deje el Ejecutivo, equivaldrá a más de 11. Si es cierto que cuando empezaron a gobernar estábamos quebrados, la situación de insolvencia de hoy es infinitamente peor.
Si el ministro Roberto Lavagna considera que la evaluación realizada por los funcionarios del FMI está distorsionada, está bien que vaya a demostrarles su error. Sin embargo, luego del análisis realizado, en el que se demuestra que más del 80% de los argentinos están peor que hace un año, sería bueno que antes de pensar en ir a los EE.UU. a aclarar esta cuestión nos aclarara a nosotros, sus conciudadanos, qué es lo que tenemos que festejar.
El autor es economista y director de la consultora Exante