N ° 03/2002
Buenos Aires, mayo 13 de 2002.-
Ayer en los EEUU se convirtió en ley el Farm Bill Act, por ella se aumentan los subsidios al sector agrario norteamericano en U$ 82.000 millones en la próxima década. Una mala decisión en muchos sentidos, que tuvo un tan alto apoyo de ambos partidos (64-35 en el Senado y 280-141 en la Cámara de Representantes) que llevo a que George W. Bush no vetara el proyecto.
Como resulta típico de estas leyes en los EEUU la misma incluye “transacciones” entre distintos legisladores y por ello incluye en esas cifras otros programas ambientalistas como por ejemplo U$ 200 millones para recuperar el nivel de agua en dos lagos de Nevada.
El Congreso de los EEUU ha tenido históricamente una mala práctica de errar el cálculo fiscal de estas leyes de subsidios, por lo cual muchos suponen que la cifra podría elevarse. Pero en cualquier caso con esta ley los subsidios al agro norteamericano que pagarán los restantes contribuyentes en los próximos 10 años se elevarían a un total de U$ 462.000 millones.
Esta ley, junto al subsidio otorgado hace un mes a los fabricantes de aceros es un mal ejemplo de los EEUU que ante todo debilita la prédica de sus empresarios, académicos y del mismo gobierno a favor del libre comercio.
También implica un paso atrás en la política que la mayoría legislativa republicana había logrado imponer desde 1996, cuando comenzaron a reducirse las políticas de subsidios al agro y otros sectores.
No podemos dejar de señalar que por otro lado esta ley, al igual que los programas comunitarios de la CEE nos trae el mal recuerdo de la economía sovietizada con sus planes quinquenales, o de otros ejemplos locales, donde el estado se mete a planificar la actividad de un sector económico con el dinero ajeno.
Por todo ello la ley es un paso atrás enorme en la credibilidad de la defensa de los EEUU del libre comercio, y también un llamado de atención a los propios norteamericanos ya que como demostró la crisis energética de California hace un año, las políticas socializantes siempre tienen consecuencias nefastas.