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N ° 03/2001

Buenos Aires, enero 22 de 2001.-

EL MONARCA

      Al anunciar el nuevo directorio de Educ.Ar el monarca De la Ruina nos sorprendió con la aceptación de su nuevo cargo. Ya no es un presidente, ni debemos vivir en una república, ahora tenemos una monarquía. De ninguna otra forma podría entenderse la designación que en dicho acto Fernando De la Ruina hizo de Martín Varsavsky como su “representante personal para atraer inversiones de alta tecnología”.

      Hasta ahora creía que los presidentes de una república tenían representantes institucionales, embajadores, ministros, asesores, pero “representantes personales” los nombran los reyes, los dictadores o los corruptos. De tanto decirnos que él mismo que es un demócrata y que no sabe nada de sobornos en la tramitación de leyes, solo queda concluir que Fernando de la Ruina se siente un monarca.

      De ninguna otra forma puede nombrar representantes personales, salvo que obviamente estén armando negocios privados con el respaldo del estado. Igual que hacían los monarcas, y en este caso el jefe de quienes deberían investigar esta cuestión es el hermano del rey, don Jorge de la Ruina. Cuyo gran éxito hasta ahora ha sido sepultar investigaciones que pudieran comprometer a la familia real y sus favoritos, además de favorecer a los asesinos terroristas del MTP que atacaron en 1989 el cuartel de La Tablada.

      En demostración de la vivencia monárquica que De la Ruina tiene de la presidencia el caso de Varsavsky es emblemático. Varsavsky donó U$ 11 millones al estado para crear una empresa estatal que ahora proyecta endeudarnos a todos en U$ 327 millones, y cuyos objetivos empresariales son contrarios a las ideas de muchos quienes debemos pagar impuestos para pagar el crédito. La empresa Educ.Ar es un atropello del gobierno federal a la Ley Federal de Educación y por ser el donante además le dan un cargo en Educ.Ar. ¿Varsavsky donó el dinero o compró el cargo?

      Sin perjuicio de las estúpidas ideas que Martín Varsavsky escribió en La Nación acerca del capitalismo y la democracia sosteniendo que el Estado debe redistribuir la riqueza, es decir robarle a unos lo que otros le pagaron libre y voluntariamente, este ‘mecenas’ argentino residente en España me ha hecho caer en una tentación. Si Varsavsky cree que el Estado debe redistribuir las ganancias y la riqueza de los empresarios deberíamos empezar por la fortuna personal de él, que según versiones periodísticas es de U$ 1.500 millones.

Yo propongo que el Estado argentino le cobre un impuesto a sus bienes personales en todo el mundo igual al 95% de su patrimonio y con esos U$ 1.425 millones paguemos una parte de la deuda externa en vez de blindarnos. Total a Martín Varsavsky después de hacerle probar su propia medicina le quedarían aun U$ 75 millones.

Tal vez así estos ‘filántropos’ que tienen su fortuna fuera del alcance de la AFIP dejarán de expresar falsas y corruptas ideas sobre que es el capitalismo y de aconsejar que los políticos argentinos sigan robándose vía inconstitucionales tributos el dinero de los ciudadanos.

La relación de la familia real con su mecenas demuestra que la intervención del estado en funciones empresariales y ajenas su existencia solo sirven para mezclar negocios personales de los gobernantes con el ejercicio del poder. La república no tiene otros representantes que los que vota el pueblo, y un presidente no tiene delegados personales, un dictador o monarca sí los tienen.

 

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