N ° 1/2003
Buenos Aires, febrero 11 de 2003.-
Cuando la señora Ernestina Herrera de Noble fue detenida por haber adoptado en forma fraudulenta a sus dos hijos, el gran diario argentino como le gusta auto titularse al Clarín empezó su campaña para denostar al juez Marquevich. También intentó alegar un supuesto complot político contra el grupo de medios, que tendría origen en ciertos rencores por las campañas de prensa que Clarín y su Goebbells, es decir nuestro Pravda y Magnetto realizaron y realizan cada día contra quienes se oponen al monopolio y sus inmorales negociados.
Claramente no podría existir un complot “menemista” como intento decir el multimedia cuando la denunciante es Estela Carlotto, titular de las “Abuelas de Plaza de Mayo”. Pero eso no importo. Tampoco la evidente campaña de presiones que sobre el juez y los camaristas desataron el grupo periodístico y sus cómplices políticos, incluyendo, o mejor dicho empezando por el usurpador Eduardo Duhalde que sin conocer el expediente opino sobre la decisión del magistrado. Causa que basta para demostrar que esta dictadura no solo aprieta jueces para encarcelar a sus opositores sino que para dar impunidad a sus miembros y cómplices de avería.
Tampoco debe compararse el distinto tratamiento de esta detención, alegando las presunciones de inocencia, reclamando un proceso más justo con las asquerosas campañas que el mismo Clarín, Telenoche, Radio Mitre, etc. realizan contra sus enemigos. Si algún juez presionado por el grupo procesa, detiene o simplemente abre una investigación contra Carlos Menem, María Julia Alsogaray, Erman González, Víctor Alderete, etc. para el Clarín alcanza para llenar su primera página y presentar a la sociedad a esas personas como los peores delincuentes que se haya conocido.
Pero solo quien está habituado a organizar y llevar a cabo complots, a usar los medios de prensa como instrumento de presión a favor de sus negocios e intereses puede ver en una orden judicial ante todo un complot.
Lo que Clarín no explica, ni menos su directora es porque jamás recibieron a la señora Carlotto, porque Héctor Magnetto le “ofreció” contar la verdad de los “chicos” a cambio del nombre de quien le dio el dato por el cual ella realizo la denuncia. Porque para realizar ambas adopciones se fraguaron testigos, declaraciones, expedientes judiciales.
Tal vez ante las abrumadoras pruebas mejor el silencio e inflar casos menos importantes como un crimen de María Marta García Belsunce, o el caso Conzi, ambos graves pero seguramente no menos que dos adopciones realizadas mediante expedientes judiciales falsos, realizados por una empresaria socia del Estado Nacional en Papel Prensa S.A., que goza de subsidios, privilegios y otras prebendas, encubierto por gran parte del periodismo.
No importa tampoco si existe complot, campaña o algunos se aprovechan del caso para “cobrarse” algunos agravios, aunque Clarín, Duhalde y los demás cobardes de nuestra política y justicia intenten poner el punto ahí, lo que importa es si la innoble directora de Clarín adopto sus hijos mediante pruebas falsas, expedientes judiciales material e ideológicamente falsos, si se sirvió de sus influencias para ello.
No se trata de ello la investigación penal sino de establecer si la señora cometió esos delitos y su eventual culpa. Lo demás es consecuencia de los delitos que ella y sus cómplices habrían cometido.
Por cierto y por mucho que duela, si las adopciones fueron realizadas en la forma hoy conocida son nulas de nulidad absoluta y ambos jóvenes jamás fueron hijos de la señora de Noble, solo serían hijos de sus padres o huérfanos. La nulidad de los expedientes de adopción resulta absoluta e insanable.
En cuanto a los posibles padres de ambos jóvenes no corresponde hablar de desaparecidos, sino de combatientes terroristas caídos en combate. Los relatos no corresponderían a personas que “desaparecieron por un plan genocida” sino que eran terroristas y combatientes.
Una especial mención para el periodista Joaquín Morales Solá, cuya columna del 19 de diciembre intentando decir que en los años del Proceso no se sabía nada de la guerra contra el terrorismo, de las desapariciones, etc. Mejor que haga memoria de cómo llego a emplearse en Clarín, recomendado por el General Antonio D. Bussi, de los múltiples asados y comidas compartidas con dicho general –como en marzo de 1976 cuando le agradeció públicamente su tarea- y con muchos otros militares. No hace falta entrar en muchos detalles para comprender que Inmorales Solá además de su falaz defensa de los delitos presuntamente cometidos por doña Ernestina Herrera de Noble, defendía su silencio ante los crímenes que algunos cometían mientras combatían al terrorismo comunista y castrista.
Con su hipocresía habitual Joaquín Inmorales Solá en aquellos años sostenía que las denuncias de la prensa extranjera por violaciones de los derechos humanos eran una campaña anti argentina. Pero ahora para defender a su patrona sostiene que en por esos tiempos no se sabía nada de estas cuestiones salvo quienes estaban muy dentro del “gobierno militar”. Extraña paradoja que los medios de prensa extranjera denunciaran y Joaquín no supiera nada aun cuando la criticaba por ello.
Y su hipocresía es tan grande que en defensa de la innoble señora presento una “alucinada” teoría de un complot contra la prensa independiente. ¿Clarín independiente? ¡A otro perro con ese hueso Joaquín! La cuestión no deja de ser si la señora de Noble falsifico pruebas, testimonios, y dos expedientes judiciales. Y cuanto más inventaron sus teorías sin responder esta cuestión más claro nos queda que algo muy podrido han hecho.