N ° 13/2002
Buenos Aires, octubre 21 de 2002.-
La aparición de un asesino en el área de Washington conmovió al periodismo en forma dominante, como siempre las hipótesis se orientaron inicialmente a algún desequilibrado mental, un fanático neonazi, etc. pero curiosamente durante los primeros días nadie quiso señalar que fuera uno o varios terroristas, ni mucho menos un comunista. Si hay un asesino enfermo debe ser un neonazi o un ultraderechista, jamás un comunista.
Como estuve algunos días en los EE.UU. me hicieron reír mucho los especialistas y psicólogos que opinaban en la televisión y radio sobre las patologías y características del francotirador. Me recordaban al imbécil que muestra la película Duro de Matar hablando de la relación rehenes y secuestradores mientras el héroe del film se está reventando a tiros con los delincuentes.
Ninguno de estos especialistas por un segundo analizó que pueda ser un terrorista. Los periodistas tampoco preguntaron por ello.
Mientras tanto el francotirador continua cobrando víctimas y sembrando el terror. No se puede afirmar ni lo uno, ni lo otro. Tanto puede ser un enfermo, un fanático aislado, como un terrorista altamente entrenado.
Una cuestión que muchos esgrimen para desechar la posibilidad de un terrorista es que ningún grupo ha reclamado la autoría de las muertes. Como tampoco Al Qaeda y otros hicieron oficial ser los autores del atentado al WTC en 1993, ni el 11 de septiembre de 2001 al mismo WTC y al Pentágono, ni a las embajadas de USA en Kenia y Somalia, ni a las torres Khobar en Arabia Saudita, ni al petrolero francés, etc.
Pero en Argentina muchos periodistas se llenan hablando de la peligrosidad de la sociedad norteamericana, de la violencia descontrolada, del grave riesgo que implica la libertad de tener armas los ciudadanos. Todo ello como si en Argentina donde ello está reglamentado, restringido casi hasta la prohibición impidiera que en 10 meses los delincuentes hayan matado 89 policías solamente en Buenos Aires y Gran Buenos Aires, más de 1400 ciudadanos, o exista una creciente actividad de secuestradores extorsivos. En los EE.UU. hasta donde sé no ha muerto un solo policía en este año por disparos de delincuentes.
¿Dónde hay más violencia?
Deberíamos tal vez despojarnos de prejuicios y analizar si es la libre tenencia y propiedad de armas la que genera violencia, o la falta de instituciones. Las armas no generan delitos, ni delincuentes, son quienes las usan quienes pueden cometer delitos, actos de violencia injustificados.
La restricción de poseer armas no ha evitado la violencia creciente en Argentina. Quienes desean armas para cometer delitos las obtienen, sean delincuentes comunes o terroristas como los Montoneros, el ERP, Al Qaeda, las FARC, los sandinistas, etc. Quienes quieren armas para cometer delitos las obtienen.
Las restricciones de tenencia de armas no hacen que los delincuentes no tengan armas sino que solamente ellos las tengan y en consecuencia los ciudadanos comunes se hallen más indefensos. Por supuesto que la tenencia de armas tampoco es una garantía de seguridad. No existe tal cosa como la seguridad absoluta, pero sí existen experiencias.
Es una estupidez ocuparnos del francotirador en USA cuando aquí dejamos que la delincuencia mate a cara descubierta, un jugador de fútbol (como ayer el arquero de River Plate, Ángel Comizzo) se pone del lado de los violentos de una tribuna y descalifica a las fuerzas policiales. El periodismo debería ocuparse antes de los desvalores que promueve desde 1983 y la consecuencia sobre nuestra seguridad que ello ha causado.