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N ° 09/2002

Buenos Aires, agosto 09 de 2002.-

EL REPUDIO AL INCONSCIENTE RACIONAL 

Roque B. Fernández.  Julio 29, 2002.

La tremenda frustración que la actual crisis produce en los argentinos es tan real como son reales las cifras record de desempleo, pobreza, y caída de actividad económica. Como también es real el hecho de que se ha repudiado la deuda interna y la externa, se ha repudiado nuestros depósitos, nuestros  ahorros y, devaluación mediante, se ha repudiado el valor de nuestra moneda. En esta trágica secuencia de la crisis ahora estamos a punto de observar el intento de repudio al inconsciente racional, o sea aquella parte del hombre común que percibió la realidad objetiva de cada momento y la gravó en la memoria. Aquella parte del individuo que a menudo hace que se pregunte: ¿si todo lo que se hizo antes estuvo tan mal, como puede ser que antes se estaba mejor?

El repudio al inconsciente racional se realiza comunicando una historia diferente a los hechos acontecidos, tratando de gravar un nuevo archivo sobre el archivo existente en la memoria colectiva. En esto trabajan algunos voceros oficiales, algunas oficinas de prensa y asesores de medios de comunicación, algunos periodistas y comunicadores sociales, y diferentes encuestadores convertidos en analistas políticos.  El intento más pretencioso de repudio al inconsciente racional fue la perseverante campaña sobre “la herencia recibida” con la que se comenzó el milenio. Inconscientes de su propia incapacidad – sin anticipar el resultado de su gestión - el gobierno de turno se encargó de registrar la “desastrosa” situación de un país con 34 mil millones de dólares de reservas líquidas, con un riesgo país de 600 puntos básicos, con libre acceso al mercado internacional de capitales, con el producto bruto en franca recuperación (creciendo a la tasa anual de 7,8% en cuarto trimestre) y significativa caída en el desempleo.

Hoy se apresta otra campaña de repudio al inconsciente racional del hombre común. Pero en este caso se tratará de ir más lejos, se tratará de regrabar los archivos de la memoria que abarcan una década. Se tratará de registrar en el  inconsciente colectivo la alegría de no tener teléfonos; la satisfacción de hacer tres cuadras de cola para comprar diez litros de nafta; la felicidad de comer con velas - no por romanticismo - sino por falta de electricidad; el honor de estar envueltos en nuestra bandera y pagar carísimo un vuelo de cabotaje o los servicios portuarios; la nostalgia de disfrutar la tecnología de punta manejando un Ford Falcon por la Ruta Panamericana con dos carriles para ir y dos carriles para volver observando el paisaje de Melchor Posse y sus correligionarios radicales atados a los árboles de la banquina frenando el progreso. Es muchísimo lo que se pretenderá regrabar, especialmente será de interés observar la genialidad de los comunicadores si logran  establecer cuán contentos que estaban los ahorristas recibiendo tasas reales negativas de interés en los 80s, lo deprimidos que estaban con un peso un dólar en los 90s, y la algarabía popular del nuevo milenio con las cacerolas festejando la danza del corralito. Se tratará de gravar lo maravillosa que era aquella Argentina, y como se la arruinó en los 90!

El tremendo bombardeo  mediático de los últimos tiempos ha contribuido a registrar una imagen distorsionada de la verdad histórica, pero al igual que con la “herencia recibida” el intento distorsivo está condenada al fracaso. La imagen distorsionada ya ha comenzado a revisarse, afortunadamente desde los mismos medios, y de particular relevancia para esta revisión ha sido la contribución de Ismael Bermúdez, en Clarín, Mayo 26, 2002, comentado las últimas cifras oficiales del gasto público consolidado publicadas recientemente por el Ministerio de Economía en su página Web.

En síntesis, basado en las cifras oficiales de gasto público expresadas con relación al Producto Bruto Interno, Bermúdez concluye (al igual que las investigaciones realizadas previamente por Guidotti) que no ha habido tal cosa como una explosión del gasto público primario en la última década, por el contrario éste se mantuvo relativamente constante. Pero sí hubo un aumento del déficit que se explica fundamentalmente por: a) caída de recaudación con la reforma previsional, b) por el diferimiento del pago de servicio de la deuda durante el primer quinquenio, y c), por el posterior pago de servicios diferidos junto al aumento de los intereses en el segundo quinquenio.

Esta  información reviste particular importancia porque permite focalizar la discusión más en el déficit que en la explosión del gasto, y al mismo tiempo acercarse a la verdad histórica. De más está aclarar que se comparte la opinión de aquellos que enfatizan el control del gasto público en todos lo niveles de gobierno, y estamos muy lejos de aceptar como satisfactorio  lo que se  actuó por el lado del gasto. Más bien lo que aquí se pretende es rescatar la fenomenal reforma estructural  ya realizada, y  explorar otra evidencia  publicada en World Economic Outlook, Abril 2002, que resulta de particular utilidad porque confirma la historia verdadera mostrando los flujos de capitales  a los países en desarrollo.

La dinámica de  flujos de capitales a países en desarrollo aparenta ser el mejor predictor de las crisis recientes ocurridas en diversos países, entre ellos el nuestro. Tomando el comienzo de la década, los flujos de capitales hacia países en desarrollo crecen hasta 1993 y luego se revierten en 1994 produciendo la crisis Mexicana y el efecto Tequila con su consecuente crisis financiera en Argentina. Los flujos de capitales vuelven a crecer hasta 1996 para luego revertirse y producir la secuencia de crisis en el Sudeste Asiático, luego en Rusia, luego en Brasil, y posteriormente en Argentina.

Hay dos aspectos de particular interés  analítico: primero, los flujos de capitales continuaron cayendo hasta el final de la década revirtiéndose recién desde el 2000 al 2001, y segundo, la cronología de las cifras estadísticas indicarían que la contracción en los flujos de capitales lidera el aumento del riesgo país medido por el exceso de puntos básicos del rendimiento de bonos locales sobre bonos equivalentes del Tesoro Americano. Por otro lado el aumento en el riesgo país inhibe la inversión y el crecimiento económico, tal como lo sugiere la teoría económica y como ha sido empíricamente confirmado por Maia y Kweitel, “La Relación  entre el Riesgo País y el Crecimiento Económico en la Argentina” (www.mecon.gov.ar/peconomica).

Estos últimos dos aspectos tienen las siguientes implicancias. Primero, la dinámica de los flujos de capitales predice correctamente la crisis Mexicana, el Tequila Argentino y su posterior recuperación. Segundo, predice la crisis del Sudeste Asiático más Rusia y su posterior recuperación. Tercero, predice correctamente la crisis Argentina posterior a la devaluación de Brasil, y predice “incorrectamente” la recuperación Argentina en el 2001 y 2002.

En realidad, el modelo, más que predecir  incorrectamente la recuperación Argentina, directamente ignora otros acontecimientos internos, tanto lo mencionado más arriba en el sentido de no haber consolidado déficit menores para robustecer las finanzas públicas, como la incertidumbre por devaluación generada internamente a partir del 2001 desde el Ministerio de Economía. A esto corresponde sumar el ataque y posterior pérdida de  autonomía del Banco Central, apropiación por el Estado de las reservas líquidas de bancos y AFJPS, la consecuente corrida financiera y bancaria, control de tasas de interés y congelamiento de depósitos, pesificación forzosa, devaluación, y corrección asimétrica de la pesificación-devaluación, y por supuesto el repudio de  los depósitos, del ahorro, y de la deuda interna más el festejo de “default” externo por la asamblea legislativa. Por supuesto que aquellos que pretenden distorsionar la historia atribuyen estos acontecimientos al modelo de la década del 90!

Hacia el futuro inmediato la importancia de los flujos de capitales externos pierde relevancia, ya que el flujo de capitales de los países que repudian su deuda es unidireccional, siempre van hacia afuera. Pero esto no debe hacer perder la perspectiva de entender que es lo que verdaderamente pasó y evitar que en la confusión se trate de repudiar el inconsciente racional de la comunidad. Los difíciles problemas por los que se está atravesando requiere que comunitariamente se tome conciencia de la realidad pasada y actual para neutralizar el esfuerzo de políticos y comunicadores mediáticos tratando de modificar la memoria colectiva, tratando de explicarnos lo mal que estábamos cuando estábamos mejor. No es mucho el esfuerzo, políticos y comunicadores tarde o temprano entenderán que su esfuerzo será inútil, que es  muy cierto que los pueblos sistemáticamente no se equivocan ni se suicidan porque, para sobrevivir, cada persona normal esta programada para preservar su inconsciente racional.

 

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