N ° 09/2002
Buenos Aires, agosto 09 de 2002.-
El socialismo en sus dos variantes más crueles reconocidas tuvo al nazismo y al stalinismo, sus métodos de generar odio de la sociedad por algunos pocos a quienes culpar de los fracasos de sus políticas de terror son bastante conocidas.
Tal vez el nazismo por haber sido derrotado durante la Segunda Guerra Mundial y porque eligió como principal razón para culpar y asesinar personas la raza, que es algo que no se puede elegir, que simplemente nos toca, en el caso fue a los judíos, gitanos, eslavos, etc. se ha convertido en el recuerdo principal, pero el comunismo ha sido aún más perverso en el desarrollo de la metodología.
Pero existe un mínimo común denominador en la práctica del terrorismo psicológico, el amedrentamiento, en la mentir, crear culpables contra quienes dirigir el odio popular, la propaganda masiva para sostener al gobierno y crear un enemigo del pueblo, de la raza, del partido.
El mecanismo incluye la manipulación de jueces, fiscales, testigos de la difusión de acusaciones falsas y el clima de sospecha sobre los “emblemáticos” elegidos para descargar el odio popular.
Resulta claro que en Argentina la Alianza UCR – Frepaso, el duhaldismo mazorquero, el ARI, Carrió, Clarín, TN, radio Mitre, Telenoche, entre otros, eligieron al modelo “menemista” o simplemente el modelo. Ello alcanza a los empresarios, inversores, políticos, periodistas, actores, profesionales, obreros sin distinción.
Los escraches donde grupos de activistas pagados intimidan opositores, o a los elegidos para culparlos de los males sociales, suman incautos son actos de intimidación. “Ellos” no son escrachados por varias razones, ya que se mueven en autos con custodia y vidrios oscuros, no van a lugares donde haya público, y la mayoría de la gente decente no se “empatota” muchos contra uno.
Además se usan los fondos reservados de organismos de seguridad para sobornar jueces, fiscales, periodistas quienes con diligencia extrema acosan a los opositores, a los señalados para el odio popular.
Nunca como hoy en la Argentina se utilizaron los medios del Estado en forma tan sórdida para perseguir y encarcelar opositores, destruir sus vidas y patrimonios, para intimidar a quienes los quieren votar, y a la vez se ha pretendido vivir en una democracia.
Argentina está en una hora muy oscura para las libertades públicas y privadas. Ya no se trata del dinero nuestro en los bancos que se han robado, de la intimidación al poder judicial para impedir que sean juzgados los saqueadores, sus cómplices e instigadores, que son también quienes organizaron el golpe de estado sucedido entre mediados y fines de diciembre del año anterior.
Ahora se trata de la intimidación, de la intención de destruir toda posibilidad cívica de juzgar a los culpables y castigarlos. Y para ello se valen de cualquier método a su alcance.
El primer culpable de toda esta cuestión es el cobarde Fernando de la Rua, que abandono sus responsabilidades y nos dejó en manos de esta mafia mazorquera. Pero que además creo el sistema que la Mazorca al usurpar el poder perfeccionó. Lo acompañan los socios del silencio, los periodistas que a siete meses del peor gobierno que recuerde la historia argentina solo se ocupan de los candidatos, del pasado mientras en las calles muere gente, las empresas y bancos cierran y despiden empleados. Los otros son los “jóvenes” idealistas de la Oficina Anticorrupción que como los ex GESTAPO se pasaron a la KGB en cuanto llegaron los nuevos tiranos.
En cuanto se llamó a elecciones comenzó la caza de brujas. Repentinamente comenzaron a aparecer testigos truchos que se los llama de identidad reservada, se mezclan empresas, personas que fallecieron luego de padecer una grave leucemia por varios años como el caso de Jorge Vives, sin ningún escrúpulo. Se ponen en riesgo inversiones, empleos, y un fiscal como Stornelli que debería saber algo de derecho y de sus deberes legales presenta al testigo que no participo de nada, no sabe nada, mientras la garra mediática de Miguel Santoro en Clarín (el mismo del caso del falso contrabando de armas, véase Argentina Days 11/2001) a página completa desinforma expresando que el “remisero con identidad reservada” ha dado la pista suiza del las cuentas de Carlos Menem.
El gobierno tiene para muchos periodistas el plan de empleo especial, que para no ofender a los piqueteros y los planes trabajar llamaremos Plan Periodistas. Mediante dicho Plan de Empleo se les paga en negro a decenas de periodistas corrompidos dineros reservados del Estado para alimentar la máquina de odio y la verosimilitud de las investigaciones penales que el gobierno.
Una parte importante de esta maniobra está dirigida a intimidar a quienes simpaticen con candidatos opositores, encabezando esa lista Carlos Menem. El principal motivo es el odio de la señora Chiche Duhalde y de su esposo. El bañero y martillero de Lomas de Zamora por cuya fortuna personal ningún periodista se pregunta nada desde que Hernán López Echagüe fue víctima de un tajeo en su cara y debió exilarse en España.
¿Qué otra explicación que el Plan Periodistas puede existir para este silencio ante el gobierno y la persecución feroz a la oposición? Sino es dinero solo se explica por la intimidación, pero cualquiera de las opciones es alarmante.