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N ° 09/2002

Buenos Aires, agosto 09 de 2002.-

ANTE EL FIN DEL MITO ESTATAL

EL EJEMPLO URUGUAYO

La incapacidad del usurpador Eduardo Duhalde y sus cómplices para encarar y resolver siquiera alguno de los problemas que recibieron y los que causaron termino por causar estragos en países vecinos como Uruguay. En el caso de nuestros vecinos rioplatenses la no resolución del problema del corralito terminó por generar que muchos argentinos necesitados de liquidez debieran recurrir a sus ahorros en los bancos de dicho país.

La izquierda vernácula con la misma irresponsabilidad con la cual causó antes quiebras y cierres de bancos en Argentina comenzó desde Elisa Carrió al dúo Lanata – Verbitsky a incentivar la desconfianza en la solidez del sistema bancario uruguayo. También una suerte de venganza contra aquellos argentinos que habían salvado allí su dinero del saqueo perpretado por los gobiernos de De la Rua y Eduardo Duhalde.

A ninguno de los nombrados les ha alcanzado el daño causado a nuestra nación, el éxito del método empleado los alentó a promover la destrucción del sistema bancario uruguayo y promover el robo de los depósitos de los ahorristas e inversores.

Así lo que era retiro de depósitos para solucionar iliquidez transitoria de muchos argentinos se difundió en forma permanente como la fuga de depósitos ante el corralito que los uruguayos planeaban. De poco serviría el esfuerzo del gobierno uruguayo para evitar la corrida ya que los argentinos estamos altamente sensibilizados por los delincuentes que nos desgobiernan. Y como siempre en estos casos la profecía se transforma en autocumplida ya que pocas cuestiones resultan más fáciles que socavar la confianza de un sistema financiero.

Pero más allá de la señal clara del respeto a la seriedad de Uruguay que nos dieron mercados, organismos multilaterales y los Estados desarrollados acudiendo con una ayuda financiera para sostener el sistema financiero vecino con ya más de U$ 2.000 millones en pocas semanas, el mismo gobierno uruguayo tomó una solución que termina con el mito de la solvencia estatal.

El Presidente Battle y la oposición acordaron rápidamente medidas de emergencia, incluyendo recortes de gasto público para encauzar la situación y asegurar a quienes ayudaron al Uruguay que el dinero tendría un destino serio.

Default es una palabra que ni siquiera cruzó por las mentes de los dirigentes uruguayos, pero acá todavía hay quienes la festejan.

Básicamente la solución adoptada en el sistema financiero ha sido la reprogramación de los depósitos en la banca estatal y el respeto de la libertad contractual en la banca privada.

En otras palabras los bancos privados deberán responder con sus activos, con su capital por los depósitos que tienen, mientras quienes tienen depósitos en la banca estatal sufrirán la insolvencia estatal.

La solución tiene un lado paradigmático para el pueblo uruguayo y los depositantes argentinos allí. La banca estatal no es solvente, es un mito que el estado es más solvente que el sector privado. La banca privada en Uruguay tiene ante sí la inigualable oportunidad de quedarse con todo el mercado.

Ahora uruguayos, argentinos, paraguayos, brasileños, etc. que estúpidamente se han creído el mito de la solvencia estatal, de la superioridad moral del estado encuentran el abrupto final del mito.

Para un país donde la gran mayoría se opuso a privatizaciones de empresas de servicios, apertura de mercados la situación trae una lección abrumadora. El estado es mucho peor, menos solvente que el sector privado. Y no hay forma de revertirlo porque para ello los uruguayos deberían pagar más impuestos, o endeudar aún más a su país para cubrir el riesgo de quienes creyeron el mito de la solvencia estatal.

Los uruguayos depositantes en bancos estatales ya el lunes rezongaban diciendo “nunca más pondré mi dinero en un banco del estado”. Espero que recuerden siempre esto, porque lo que muchos no quisieron hacer manteniendo el mito socialista, prefiriendo un conformismo a costa del resto de la sociedad terminó.

La banca estatal en Uruguay irá camino de la extinción porque sus depositantes irán cambiando de banco. Ya no hará falta hacer privatizaciones y enormes discusiones. Aunque por supuesto siempre hay quienes piensan para atrás como el Frente Amplio que en medio de semejante descrédito pretende comprar el quebrado Banco de la Caja Obrera para usarlo como banco de fomento.

Fomento de corrupción, de amiguismo, clientelismo político y fuga de capitales, todo a costa de los contribuyentes montevideanos que esperemos adviertan de una buena vez el mito de la “honestidad” del socialismo, del gobierno del Frente Amplio.

Esta es la única mala señal del Uruguay, la irresponsable conducta estatista del Frente Amplio que tiene chances de ser gobierno nacional, aunque tal vez con este pésimo ejemplo de gestión los ciudadanos uruguayos abandonen la idea de votarlos para dirigir el país.

Si Argentina en lugar de encubrir los delitos de vaciamiento de los bancos estatales hubiera tomado iguales decisiones, probablemente el usurpador y su esposa, junto a gran parte de su banda estarían presos, el Banco de la Provincia de Buenos Aires cerrado. Seguramente el Banco de la Nación Argentina y sus directores, entre los cuales se encontraba Ignacio de Mendiguren por ejemplo habrían seguido igual destino.

Tal vez algún banco privado hubiera sido absorbido por otros, alguno habría caído pero Argentina tendría un sistema financiero sólido y competitivo. Los ahorristas y ciudadanos no habrían sido defraudados en masa, no se habría destruido el crédito. Y hasta nos hubiéramos ahorrado muertes, secuestros extorsivos, resultado de no poder tener el dinero en los bancos, y las enfermedades que han sido el resultado de las amarguras de cientos de miles de depositantes, de cientos de miles de familias angustiadas por la pérdida de sus ahorros y empleos.

Argentina, encabezados por el “honesto” De la Rua y el brillante Domingo Cavallo, secundados por los éticos radicales, frepasistas dispusieron el inconstitucional e ilegítimo corralito para encubrir los delitos de vaciamiento de los bancos estatales. Con ello hemos causado una crisis regional. Rodríguez Saa declara el default ante el Congreso que aplaudió lo que debería haberlos llenado de vergüenza como dirigentes irresponsables. Duhalde y Alfonsín con la banda mazorquera, el apoyo de un grupo de empresarios mafiosos también ampliaron el robo legal con la pesificación, devaluación, confiscación de reservas del BCRA, el corralón.

El resultado es que todos destruyeron al sistema financiero, quebraron la confianza en el contrato, extorsionan a la Justicia para que encubra sus delitos y no respete los derechos garantizados a todo habitante de nuestra Nación, y han generado una zona liberada donde los delincuentes han matado más ciudadanos que dos guerras de Malvinas.

Es hora de un cambio, es hora de aprender la lección del Uruguay y terminar con el mito de la solvencia estatal. Esto empieza también por la liquidación y cierre de los bancos estatales argentinos para que nunca más ningún gobierno, político, burócrata o empresario puedan robarse el dinero de los demás, para que nunca más los ciudadanos argentinos puedan ser engañados conque la banca estatal es necesaria para el fomento de la economía y los negocios. También para que los que obtuvieron créditos de esos bancos se vean obligados a pagarlos, y quienes los vaciaron haciendo políticas activas, enriqueciéndose personalmente, sus empresas o simplemente acomodando a media familia sean juzgados y castigados y al menos sus abultados patrimonios sirvan de indemnización a los ahorristas e inversores acreedores del Estado que ellos defaultearon.

 

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