N ° 02/2002
Buenos Aires, abril 30 de 2002.-
La repentina derrota del Partido Socialista francés a manos de Jean Lepen exalta la habitual intolerancia marxista que llevan todos los socialistas. Por supuesto las culpas fueron echadas sobre las espaldas del candidato y ex primer ministro Jospin sobre la base de las cosas buenas que había realizado. Jamás por las medidas socialistas que han deprimido el empleo y expulsado 240.000 técnicos a EE.UU. y 200.000 a Gran Bretaña, ni que los altísimos impuestos, restricciones laborales, la jornada laboral semanal de 35 horas, han producido la emigración de miles de pequeñas empresas a Gran Bretaña. Ni que la falta de seguridad se deba al sistemático ataque al derecho penal tradicional y a las fuerzas de seguridad.
Nada de ello alcanza, nada de ello tiene relación con la derrota electoral, para los socialistas confesos, o cómplices miedosos, Jospin (no el socialismo) perdió por haberse alineado con los EE.UU. en la lucha contra el terrorismo, porque no avanzo en la socialización de empresas, etc.
Mientras tanto una pregunta nadie intenta explicar que se refiere al 35% que suman Lepen y tres partidos comunistas trotskistas. En otras palabras en Francia el 35% de los votantes se han inclinado por fuerzas políticas autoritarias.
Tampoco estos vocingleros que hoy se horrorizan con el resultado electoral favorable a Lepen jamás se ocuparon cuando el mismo Partido Comunista obtuvo aun más votos que Lepen. Claro que jamás siquiera han pedido perdón por haber encubierto, protegido y promovido al régimen totalitario más brutal de la historia humana, me refiero al comunismo en el siglo XX, que solo en la ex URSS asesinó a más de 120 millones de personas.
¿Cuánto peor podrá ser Lepen que el comunismo? ¿Porqué tanto horror por Lepen y silencio ante la existencia del comunismo?
El comunismo, el socialismo inclusive oculta otras mutaciones de sus ideas. El nazismo y el fascismo. Recordemos que Mussollini era diputado socialista y que Hitler simplemente por cuestiones de estrategia abandono al socialismo alemán para crear el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores.
Existen varias respuestas, para ocultar su pasada complicidad, porque en el fondo siguen siendo socialistas, comunistas o cualquiera de las formas genocidas que degeneran de esas ideas. Y los hay de otro tipo, los cobardes que pagan el peaje a la intolerancia socialista y quieren quedar bien con ellos para “seguir siendo aceptados socialmente”.
Mientras tanto muchas facciones europeas xenófobas, intolerantes crecen en cada elección, y las oligarquías políticas socialistas que reinan en la CEE intentan frenar el voto castigo en forma artificial y antidemocrática. El peligro no es Lepen sino que Europa vuelva a abandonar la democracia y meter a la humanidad en alguna guerra atroz. Esa ha sido la mayor parte de la historia europea continental. Su democracia aunque goza de buena prensa, es muy joven y solo llego en plenitud luego de 1945 de la mano de los Ejércitos Norteamericano y Británico, mal que le pese a las falsas élites paneuropeas, cuyo odio por esas naciones es manifiesto además de necio.