N ° 40/2000
Buenos Aires, noviembre 20 de 2000.-
Cuando por televisión vemos el recuento manual de votos en Palm Beach podemos advertir con claridad que ningún ser humano puede contar esas perforaciones con mayor precisión e imparcialidad que las computadoras diseñadas a tal efecto. Las computadoras no son ni republicanas, ni demócratas. Los votos no pueden ser “interpretados”, como pretende Al Gore sino contados.
Escuchando las innumerables declaraciones de Al Gore y William Daley tengo claro que su estrategia es recontar hasta que puedan ganar. Si no ganan con Palm Beach, o no pueden concretar el fraude allí lo intentarán en otros condados. Todas sus afirmaciones son una cantidad de falacias tendientes a encubrir el intento de reiterar el fraude que alguna vez hizo el padre de William Daley para “robarse” la elección presidencial que llevo a John F. Kennedy a la presidencia.
La pretensión de Al Gore es algo así como que: Si Usted advierte que se equivoco votar la noche posterior, Usted debería tener el derecho de votar otra vez. ¿Pero quien asegura de quien es el voto una vez emitido? Nadie.
Pero veamos a fondo la cuestión del voto en Palm Beach. Diez días antes de la elección todos los votantes registrados recibieron por correo una muestra de la papeleta de voto y una carta con instrucciones para sufragar. Durante los días anteriores y el mismo día de la elección el condado de Palm Beach hizo anuncios en diarios y televisión explicando como votar y mostrando la papeleta hoy cuestionada. En los centros de votación existían también carteles con instrucciones para votar e informando que si tenía dudas o se equivocaba podía pedir una nueva boleta de voto.
En otras palabras en Palm Beach hasta un niño de primer grado podría votar sin equivocarse.
Las autoridades del condado de Palm Beach son demócratas. Los jueces de la Corte Suprema de la Florida son demócratas.
Esto demuestra que para Gore en su inmoralidad un recuento correcto será solo aquel en el cual él sea proclamado ganador de la elección en Florida. A Gore no le preocupa la ley, ni la transparencia sino ganar a cualquier costo.
La verdad es que los únicos votos válidos en toda elección son aquellos emitidos por ciudadanos bajo reglas objetivas.
Pero no es el único escándalo electoral de los EEUU en este año 2000. Los medios de comunicación son masivamente pro demócratas. Como ejemplo de ello basta señalar la actitud del Washington Post y del New York Times que sostienen no mezclar su opinión editorial con la información, pero de cada noticia negativa sobre mentiras o explotación de tierras abusivas por parte de Al Gore solo publicaron pequeñas informaciones y nunca más de dos veces. Mientras tanto cada cuestión que se considero negativa sobre George W. Bush fue publicada entre 72 y 74 veces.
Eso es más que una postura editorial, es en la parte informativa hacer trampa también.
Hasta antes de las elecciones los periodistas sostenían que los dos candidatos y partidos coincidían en casi todo, que existían pocas diferencias, que en esencia ambos partidos (Republicano y Demócrata) tienen las mismas ideas. He sostenido que no, en el periodismo la postura anterior era mayoritaria
Ahora nos explican que los EEUU está peligrosamente dividido. ¿Cómo no eran casi lo mismo?
La noche de la elección el anuncio prematuro y erróneo que Gore había ganado la Florida hizo que muchos votantes republicanos dieran por perdida la elección y no fueran a votar en estado más al oeste. Esta forma de influir resulto muy importante si tenemos en cuenta que en muchos estados del oeste y medio oeste Gore solo gano por unos pocos miles de votos.
Sin embargo luego de las elecciones todas las críticas se centraron en un primo de George W. Bush quien desde la canea Fox anunció que en la Florida el ganador era Bush y no Gore. Lo acusan de haber influido en los demás medios televisivos. Para entonces todos los estados habían cerrado sus elecciones, por lo cual este anuncio no influyo.
Y hasta hoy George W. Bush es el ganador en la Florida. Por lo tanto no hubo mentira. Sin embargo es el blanco de todas las críticas mientras los demás hablan como si la noche del 7 de noviembre hubieran procedido correctamente.
Una vez más la hipocresía progresista se hace evidente. Todos sabían que el director de noticias de esa noche de la cadena Fox era primo de Bush y siguieron su información. Lo hicieron porque sabían que la información que habían dado horas antes era falsa, solo por eso, para evitar quedar en evidencia.
La moral progresista es doble. Una para ellos y otra para los demás. La de ellos es la que conviene en cada momento, sin importar la mentira de ayer. Siempre pretenden una segunda oportunidad y darán una segunda interpretación, o una más si la necesitaren. Su única guía es prevalecer a cualquier costo y así lo están demostrando esta vez en los EEUU.