N ° 39/2000
Buenos Aires, noviembre 13 de 2000.-
Este jueves de 9 de noviembre comenzó a regir la competencia total en la oferta de servicios de telecomunicaciones. El gobierno de la Alianza ha voceado este hecho como un logro de su gestión, sin embargo esta fecha ha sido resultado de la decisión de privatizar ENTEL que en 1989 tomo la administración del Presidente Carlos Saúl Menem y que ejecutaron María Julia Alsogaray con la colaboración del fallecido Ricardo Zinn.
Telefónica dio a conocer sus resultados de la última década, en la que invirtió más de $ 9.100 millones en el país. Entre noviembre de 1990 y el mismo mes de este año, las líneas en servicio dela empresa se incrementaron un 187,3 % y los teléfonos públicos un 794,4%. Actualmente, la compañía cuenta con 27,9 líneas por cada 100 habitantes. Además tendió una red de más de 12.000 kilómetros de cable de fibra óptica con 15 anillos interurbanos, en tanto que el tiempo promedio de instalación de una línea telefónica se redujo de 46 meses (estimado) a menos de 10 días.
Faltaría conocer los logros alcanzados por Telecom., cuyas inversiones han sido similares y el crecimiento de líneas también, al igual que la reducción del tiempo promedio de instalación.
A ello se puede agregar el crecimiento de la red de telefonía celular y así llegamos a más de once millones de teléfonos funcionando.
Cuando Alfonsín anunció su programa de modernización de ENTEL en 1984 el objetivo era instalar un millón de líneas en cinco años. La demora promedio de instalación superaba los diez años, salvo coima. Como alternativa inventaron el plan Megatel que uno pagaba antes y le prometían el teléfono antes de 48 meses (cuatro años) al módico precio de U$ 4.600 la línea.
Eso sí nadie aseguraba que luego funcionaría el teléfono. Teléfonos públicos casi no existían.
En 1987 vino el vendedor de espejitos modernistas Rodolfo Terrengaño, que con Raúl Alfonsín en un acto de transparencia administrativa le intentaron vender en forma directa, sin licitación, ni concurso alguno el 49% de ENTEL y el gerenciamiento a Telefónica de España por 30 años con el monopolio absoluto de todos los servicios. La venta se intentó formalizar en 1988 por lo cual en este mundo globalizado y competitivo todavía nos quedarían 18 años de monopolio si Alfonsín y Terrengaño hubieran logrado su “coimetido”, con la ayuda de los senadores y diputados de la UCR y algunos provinciales, ya que parece que por entonces aun no sabían como conseguir la voluntad de la oposición.
Ahora vienen Fernando Devalúa y Henoch Aguiar a explicarnos que ellos han desregulado el mercado, cuando en realidad han regulado la desregulación a la que todos los ciudadanos y empresas argentinas teníamos derecho, ya que así estaba dispuesto en 1990 cuando se privatizo ENTEL.
Cada vez que levantamos un teléfono y funciona, cuando encontramos teléfonos públicos que funcionan, cada vez que alguien debe llamar a una ambulancia, a los bomberos, a la policía, o simplemente un familiar, un amigo en la Navidad o en cualquier momento y podemos hacerlo, no es por casualidad. Es porque existió la decisión política de Carlos Saúl Menem de privatizar ENTEL y un equipo encabezado por María Julia Alsogaray que ejecuto esa voluntad cuando hasta poco antes a la Argentina solo venían aventureros o coimisionistas.
Cuando las tarifas telefónicas bajen y mejoren los servicios como resultado de la libre competencia, también se debe a ellos.
Por diez años han intentado convencernos de los males del modelo “menemista”, de la perfidia y deshonestidad de aquellos que el Grupo Pravda y la izquierda señalaron como emblemáticos, pero hoy todos quieren lucirse con la desregulación del mercado de las telecomunicaciones y la calidad de los servicios telefónicos. Entonces es el momento de recordar que no es gracias a la izquierda que esto sucede, ni a ninguna tercera vía, sino a pesar de ellos que se opusieron siempre, salvo cuando tenían su propia e injustificable negociación directa.