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N ° 38/2000

Buenos Aires, noviembre 06 de 2000.-

ELECCIONES EN USA

¡ES LA MORAL IDIOTA!

      En las elecciones presidenciales de los EEUU de 1992 se hizo famosa la frase de Clinton “es la economía idiota” refiriéndose a la recesión que sufría la economía por segundo trimestre consecutivo. Esa recesión que solo duró hasta el mes anterior de las elecciones fue decisiva y la frase quedo grabada en la memoria de los periodistas y analistas políticos.

      El crecimiento de la economía norteamericana que comenzó en 1981 como fruto de la reducción de impuestos dispuesta por la administración de Ronald Reagan desde entonces hasta hoy solo tuvo dos trimestres de recesión, los restantes 19 años han sido de crecimiento. Por eso muchos no se explican porque Serowe W. Bush encabeza las encuestas y podría ganar las elecciones cuando la administración Clinton ha mantenido la economía creciendo.

      Sucede que en primer lugar el crecimiento de la economía, el progreso de los norteamericanos no es propiedad, ni consecuencia de la administración Clinton. Por el contrario es consecuencia de aquello que el presidente Clinton no puede hacer, invadir, restringir los derechos de propiedad y la libertad de los ciudadanos americanos.

      La llamada nueva economía, las nuevas tecnologías, no son el resultado de una gestión del gobierno federal norteamericano, sino la resultante de un clima de negocios bueno. Un mercado de capitales dinámico y eficiente, tasas de interés bajas, impuestos más bajos que en otras economías, menores intromisiones del estado (federal, estadual y municipal), respeto por la propiedad privada, seguridad personal, y en general un clima de libertad.

      Por lo tanto los ciudadanos norteamericanos no sienten que deban atar su voto al gobierno. No es el gobierno el responsable del desarrollo sostenido, sino la libertad y los derechos individuales de los ciudadanos norteamericanos que su gobierno no puede tocarles.

      Como demostración de la fuerza de esa vida institucional Suecia, Alemania y Francia han comenzado una reducción forzada de impuestos. Forzada por el voto pedestre, el de empresas, de los dirigentes, trabajadores y técnicos que estaban votando con sus pies al emigrar hacia Gran Bretaña y los EEUU porque el impuesto a las ganancias es menor.

      Dentro de ese marco de importación de capitales y personas que sigue viviendo la economía norteamericana, cabe reflexionar porque no son los norteamericanos quienes emigran hacia las sociedades socialistas o de la tercera vía. ¿Porqué si el modelo europeo de desarrollo es más humanizado y tiene mayor sensibilidad social el flujo de personas y capitales es hacia los EEUU y no hacia Europa?

      Casi todo el periodismo ha intentando también plantear que tanto Gore como Bush tienen básicamente las mismas ideas y que solo existen algunas pequeñas diferencias. Sin embargo nada es más falso que ello. No se trata como intentan plantear algunos medios en todo el mundo de políticos y partidos que comparten la esencia de sus programas.

      El programa de Al Gore contiene la mayor expansión del gasto público desde Lindón Jonson. La diferencia con otras propuesta de welfare state (estado benefactor) es que Gore propone usar el superávit fiscal para esa expansión del gasto “social”. En materia de educación Gore propone gastar más dinero en el mismo sistema actual de escuelas públicas.

      Mientras tanto para algunos ideologizados periodistas la diferencia estaría en el candidato republicano George W. Bush propone que el gasto se realice en los estados y no en Washington.

      La verdad es otra. En primer lugar el partido republicano y su candidato George W. Bush sostienen que el superávit no es propiedad del estado sino de los contribuyentes. Por eso proponen la mayor reducción de impuestos de la historia norteamericana emulando la realizada por Ronald Reagan en 1980 y 1981 que dio origen al despegue de la economía norteamericana.

      No se trata de que hacer con el superávit sino que es propiedad de quienes pagan los impuestos. Se trata de una cuestión moral y muy ligada a la historia de los EEUU, que nació rechazando el impuesto al té. Se trata del rechazo a que otros decidan que hacer con nuestro dinero, o más precisamente que los políticos hagan política con el dinero de los ciudadanos.

      En cuanto a la educación George W. Bush propone dar la decisión a los padres, y no a la burocracia y los docentes. Casi como sucede aquí. Para Bush los políticos, burócratas y el gremio docente no tienen, ni deben tener el poder de dirigir al educación, es algo reservado a la familia. Admitir que la educación sea dirigida por aquellos es admitir una intrusión del estado en una de las cuestiones más íntimas y privadas de cada familia.

      La otra cuestión importante propuesta por George W. Bush es que los más jóvenes puedan decidir ellos mismos como invertirán el dinero de su jubilación. Que no sean ni los burócratas, ni los políticos, ni estos den privilegio a fondos, administradores de fondos o bancos de decidir como se harán los ahorros de los demás. Una vez más se trata de no establecer normas violatorias del derecho de propiedad y restrictivas a la libertad contractual. Los administradores de fondos, bancos, etc. deberán ser más eficientes, competitivos y baratos si quieren que los ciudadanos les confíen sus ahorros, ya no tendrán un privilegio otorgado por los políticos.

      Tomando el mal ejemplo del Grupo Pravda argentino, el Clarín, no solo ha reflejado esa confusión política, sino que además ha sostenido el pasado sábado que en realidad los EEUU no están tan bien, que el desempleo está encubierto en la población carcelaria. Uno de sus analistas Daniel Muchnik ha dicho que se trata de la elección entre un tonto (Bush) y un mentiroso (Gore). De Gore ejemplifica la atribución que este se hace de haber inventado Internet. En cuanto a Bush es tonto porque sus programas con inconsistentes ya que se limitan a la simplificación de confiar en usted (el ciudadano) más que en Washington (los políticos y la burocracia federal).

      Así es como en general los medios intentan pintar la elección presidencial de los EEUU del 7 de noviembre como una decisión no muy trascendente. También los periodistas progresistas que son la mayoría, y aún muchos que se creen de derecha, pero también aplican principios de análisis keynesianos y estatistas, debaten lo extraño que resulta que con el bienestar y crecimiento de la economía pueda ganar un candidato opositor.

      No pueden comprender que “¡es la moral idiota!” lo que gran parte del pueblo norteamericano está anunciando que votará.

      Están por votar, ¡y ojalá lo hagan!, por George W. Bush por razones morales, porque resulta inmoral ceder al estado la educación sus hijos, el manejo de su dinero y de sus jubilaciones. Resulta inmoral que los políticos se adueñen de ellos.

      Sin duda a muchos les cuesta comprender esta elección pero lo que explica porque George W. Bush puede ganar la elección ¡es la moral, idiota!

 

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