N ° 37/2000
Buenos Aires, octubre 30 de 2000.-
El Ministro del Interior Federico Storani y el varias veces desautorizado por él, el Presidente Fernando de la Duda anunciaron con bombos y platillos una no reforma política, ya que en su gran mayoría las medidas anunciadas ya se hallan vigentes. Tanto en cuanto a llevar balances legales por los partidos políticos como en cuanto a la prohibición de recibir aportes anónimos.
Las otras reformas propuestas carecen de algunas cuestiones no menores que se refieren al financiamiento de la política. En primer lugar no establecen ninguna prohibición de pagar militantes con puestos públicos, los famosos “ñoquis” que le dicen. Tampoco prohíbe los descuentos de la publicidad, o si ellos serán considerados donaciones y valuadas para llegar a los topes.
Como reforma de financiamiento preparada por radicales mucho menos aún se le ocurre tocar la caja universitaria que es empleada para pagar militantes de Franja Morada.
Es decir que tanto para Storani, como para su subordinado De la Rua pagar militantes políticos y de Franja Morada usando el dinero de los ciudadanos robado con el impuestos es ético y por ello esta vez la “reforma política va en serio”.
Igualmente la reforma propuesta demuestra una vez más la ignorancia total de la economía que tienen lo radicales. Veamos la repetida y estúpida propuesta de reducir por ley el plazo de las campañas electorales, y a la vez poner tope al gasto de los partidos políticos.
Para empezar la reducción del plazo de campañas electorales implica que aumentará el costo publicitario durante ese plazo, pero a la vez quieren reducir los costos de campañas y ponerles tope.
Obviamente que la reducción del plazo de campañas solo beneficia a los partidos políticos ya establecidos ya que así los nuevos políticos tendrán menos oportunidades de convencer al pueblo de votar por ellos. Si nos evitará que la mayoría de los políticos nos mientan en exceso, ya que tendrán menos oportunidades. Pero ciertamente que para la ciudadanía las campañas resultan necesarias, y cuanto más largas más nos permiten evaluar a los candidatos.
Por otro lado la limitación por ley de los aportes en realidad tiene solo tiene como consecuencia que se hagan aportes en negro, o se financien “comités especiales”, lobbies, fundaciones y centros de estudio que son verdaderas pantallas de algunos dirigentes, etc. Aun del lado de los donantes resulta injusto limitar los aportes, el estado no tiene ninguna razón para oponerse a que alguien financie sus ideas.
Por ello lo importante y racional no es prohibir, ni limitar, sino transparentar.
Por el contrario de esta reforma que mantiene los aportes de dinero público, etc. Jefferson sostenía que “es un pecado imperdonable obligar a un ciudadano a apoyar con su dinero y contra su voluntad ideas que no comparte”. Esto es lo que hacen con nuestro dinero la mayoría de los dirigentes políticos argentinos.
Si en realidad quieren hacer alguna reforma política debe eliminarse de la Constitución Nacional el monopolio de los partidos políticos para proponer candidatos, derogar la obligatoriedad de votar, las listas sabanas (que son aquellas donde se debe elegir desde el presidente a un concejal) y reducir la cantidad de senadores nacionales a 2 por provincia y la chamarra de diputados a la mitad.
Claro que pensando en que la Alianza prometió reducir el Concejo Deliberante a 30 miembros y finalmente el único cambio fue el nombre que ahora es la Legislatura y tiene los mismos 60 miembros que antes tenía el Concejo. Y tuvieron mayoría absoluta para hacerlo, además en especial la mayoría de los legisladores porteños de la Alianza son los que eran concejales.
Por eso tengo claro que la reforma propuesta por Storani es solo un maquillaje para salir en la televisión y los diarios y distraernos un poco, mientras siguen sin encargarse de nuestra seguridad, que es justamente función del Ministro del Interior.