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N ° 37/2000

Buenos Aires, octubre 30 de 2000.-

EL COMPLOT

      Cada vez que un gobierno radical no sabe que hacer, ni quiere asumir la responsabilidad de sus fracasos recurre a la denuncia de complots opositores. Jamás es consecuencia de sus actos, es como si para ellos sus decisiones en el gobierno tuvieran solo el efecto de un discurso en el Congreso,

      Es una práctica perversa que pasa por discutir personas, no las ideas y argumentos. O peor aun sabiendo que los argumentos e ideas de los otros son correctas se lo descalifica como método para evitar el final de la gestión.

      El sábado José Luis Machinea redoblo la apuesta y trato de “matón” al gobernador Carlos Ruckauf. La razón es que este último manifestó que el presupuesto sería muy difícil de aprobar tal como lo había presentado el gobierno.

      La demostración de la falsedad del ataque del ministro Macanea es que solo dos semanas antes el ex presidente de la Nación y presidente de la UCR (el partido del propio Macanea) Raúl Alfonsín, declaró que “a este presupuesto no lo aprueba ni Mandrake” (famoso mago de comics). Pero a Macanea en ese caso no se le ocurrió censurar a su jefe, como tampoco cuando ataco la convertibilidad (fue Christian Colombo quien le contestó ese día). Tal vez porque Macanea tampoco cree en la convertibilidad del peso ya que recuerdo cuando fue sancionada la ley Macanea anunció que no duraría ni seis meses.

      Y es tan sólida la convertibilidad que ha soportado ya once meses de gestión de Macanea, quien en su momento integró el equipo económico que llevo al Estado Argentino a la cesación de pagos (default) y la hiperinflación.

      En su raid verbal Machinea destinó el mote de golpistas y miembros de un complot a Guillermo Calvo, Jorge Ávila y Carlos Rodríguez, en su ataque dijo una media verdad que ellos conspiran por razones ideológicas. Porque es cierto que esos tres economistas lo critican por razones ideológicas, pero criticar y debatir no es conspirar.

      En primer lugar las críticas abiertas de esos tres economistas demuestran que no existe conspiración alguna. En segundo lugar debatir y criticar es parte natural de la democracia, si a Macanea le molesta es porque en el fondo como todo socialista tiene una tendencia autoritaria.

      Me tomaré el atrevimiento de sumarme al listado de “conspiradores” liberales que no queremos socialistas en el gobierno.

      Tener ideas distintas no nos hace conspiradores, dado que si Macanea llegara a leer este semanario. Seguramente podría hacerme el honor de incluirme en el listado de conspiradores. En todo caso los liberales confiamos en la gente y en su libertad, en el irrestricto respeto del derecho de propiedad de los ciudadanos por el Estado y Macanea como demostró al frente del BCRA en 1989, manejando la moneda que se llamó Austral, violó todos esos derechos.

      Sí hay diferencias ideológicas. No todos nos hicimos “favores” por muchos años como denunció ayer Morales Sola entre Machinea y Cavallo explicando porque se trataban tan bien entre ellos. Seguramente ni Guillermo Calvo, ni Jorge Ávila, ni Carlos Rodríguez ayudaron a limpiar expedientes judiciales y administrativos vinculados a liquidaciones e intervenciones bancarias, carteras de créditos irregulares en bancos, etc.

      No todos tienen favores recíprocos del pasado, algunos además expresamos lo que pensamos y nadie del gobierno puede callarnos. No existen favores del pasado que nos comprometan, ni nos obliguen.

      Por cierto que desde 1989 y a pesar de haber dejado el país en llamas, ruinas y saqueos, a nadie se le ocurrió calificar como conspiradores a radicales y frepasistas por oponerse a las privatizaciones, a la ley de convertibilidad, a las desregulaciones, etc. Se los tomaba como dinosaurios ideológicos, animales que la naturaleza irá dejando atrás pero que mientras tanto tienen todo el derecho a vivir y a perturbar.

      ¿Porque señalar los errores de este gobierno, tener distintas ideas nos hace conspiradores? Porque ellos tienen adentro el germen autoritario y soberbio del socialismo. Son los regresistas que se pretenden “progresistas” cuando resulta claro que nada es menos progresista que el socialismo.

      No se trata de un complot sino de personas que no le creen a Machinea, ni al gobierno. Porque ya dejaron al país en cesación de pagos, porque ya devaluaron cuando prometieron no hacerlo, porque siempre piensan en el estado antes que en la gente y sus derechos, porque fracasaron una vez y parecen galopar hacia el segundo fracaso.

      Tampoco se trata de ganar confianza para seguir endeudando al pueblo argentino, mientras la Alianza sigue malgastando dineros públicos. ¿De qué sirve Cavallo en el gobierno? ¿Solo para pedir más dinero y engañar a algunos banqueros bisoños o cómplices en Wall Street?

      La solución no es recuperar la confianza solo para obtener más dinero, porque más tarde o temprano, con Cavallo, Menem, Alemann, López Murphy, Carlos Rodríguez o quien fuera, nadie va a seguir financiando al estado. El problema es racionalizar y reducir el gasto público.

      No se trata de un complot, simplemente del ejercicio de la libertad de pensar distinto que los gobernantes y expresarlo. Son los funcionarios quienes deben resguardar y respetar

 

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