N ° 35/2000
Buenos Aires, octubre 16 de 2000.-
Desde siempre el Chacho Álvarez se aprovecha de la ignorancia general que han producido décadas de monopolio estatal en la educación y del desvastamiento moral que produjo la inflación. Sus afirmaciones suenan valientes, claras y honestas.
Cuando el señala que hay ñoquis en el Senado de la Nación, que los Senadores nombran parientes, etc. olvida que su principal socia en el Frepaso es la señora Rosa Graciela Castagnuola de Fernández Meijide triple ñoqui hasta que accedió a una banca legislativa, cuyos fueros utilizó para evitarse la investigación penal.
También olvida a los concejales del Frepaso de Quilmes y La Plata que fueron sorprendidos cobrando coimas. O que Alejandro Mosquera, como presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires manejaba la suma de U$ 40 millones de fondos “reservados” para pagar sobresueldos y militantes de todos los partidos que tuvieran legisladores.
Tampoco cree que deba reclamar la renuncia de la maestra y sindicalista Mary Sánchez que instaló la carpa blanca, y ahora sus hijos andan pidiendo “contribuciones” para no intervenir mutuales privadas. Tan diferente es el caso de su socia, ¿y cómplice?, Mary Sánchez a la de los Senadores denunciados por él por el contenido de un anónimo. Claro a Mary Sánchez la denunciaron personas de carne y hueso, algunos hasta sufrieron atentados con bombas Molotov, eso los diferencia.
Tampoco importa haber nombrado más de un centenar de camaradas en el Senado de la Nación, 54 de los cuales le ayudaban a tocar la campanita, ya que el Vicepresidente de la Nación mientras no reemplaza al Presidente tiene solo esa única y exclusiva función. Campanita que solo toco en una sesión de veinticinco que ocurrieron mientras ejerció el cargo.
Justamente presidió la sesión donde se aprobó la Ley de Reforma Laboral, sesión que presidió y desarrolló sin que existieran despachos de las comisiones a disposición de los Senadores. Quienes por lo tanto discutían una ley sin saber cual era su texto.
Ni siquiera nombrar a la hija del primer matrimonio de su actual esposa, y al padre de ella, con altos sueldos, en su despacho son para el Chacho corrupción.
Impulsar y defender impuestos retroactivos, reducciones saláriales por decreto, modificar leyes por decreto, eran un atropello institucional y una vocación absolutista del poder cuando lo hacía Carlos Menem, cuando lo hizo el Chacho era un acto de responsabilidad.
Nada de lo que haga el Chacho y sus camaradas frepasistas es corrupción, porque son acciones propias. Son los buenos de la película.
La neohabla orwelliana no consistía en crear nuevas palabras, sino en cambiar el sentido de las existentes. Algo que tanto nazis como comunistas han hecho un arte. Se hacen llamar “progresistas” por defender las ideas que retrasan a los pueblos, que violan los derechos de las personas. Nos bombardean con discursos y acusaciones contra el modelo neoliberal mientras defienden privilegios y subsidios para algunos acomodados, pero ellos lo llaman políticas activas.
Así escriben y difunden su neohabla cada día. Nos dicen que vienen a luchar contra la corrupción, que quieren el progreso económico y una mejor distribución de la riqueza, mientras proponen políticas que solo aseguran la riqueza para algunos pocos y la pobreza y miseria para casi todos.
Todas las políticas activas, y las ideas que las respaldan, no han hecho en el mundo y en nuestro país que dar espacio a lobbys, abogados litigantes, gremios poderosos y proteccionistas, empresarios que piden proteccionismo para reservarse el mercado que no saben ganar con mejores precios y productos, ecologistas y ONG que pretenden cuidar más la vida de algunos animales y plantas que la de una persona en el vientre materno.
Todas esas políticas activas que reclama el Chacho desde Varela Varelita solo hacen crecer la corrupción estatal y de la sociedad. Los funcionarios, legisladores y jueces han dejado de concentrarse en asegurar el respeto de los derechos individuales para entrometerse en la vida económica de la sociedad. Usan el poder coercitivo del estado para manipular el comportamiento de los ciudadanos, empresas, sindicatos, premian y castigan según sus ideas políticas y partidarias.
Las pésimas leyes impositivas fomentan cabildeo y corrupción en el Congreso, en los ministerios, en la AFIP y la aduana.
Todas esas leyes y políticas activas son las que promueven la corrupción, incluyendo la mayor parte del lobby político dedicado a convencer a los representantes del pueblo que sus representados merecen una exención, un subsidio, etc.
Hasta su propuesta de limitar el financiamiento político es corrupta. Porque la mejor forma de evitar los aportes negros en política no es limitarlos, ya que de alguna manera se harán, sino que sean transparentes, para que todos sepamos quienes apoyan a cada uno.
Si el Chacho quisiera combatir la corrupción realmente debería comenzar por no proponer políticas muy viejas que solo fomentan la corrupción. No se trata del listado anterior que solo recorre como pequeña muestra la conducta frepasista, sino de las políticas que aseguran que no habrá necesidad, ni posibilidad de sobornar funcionarios y legisladores. Y esas políticas son justamente lo contrario de las propuestas de la Alianza y en especial del Chacho, Terrengaño y Alfonsín.
Por ahora lo del Chacho es solo un ejemplo más de neohabla.