N ° 34/2000
Buenos Aires, octubre 09 de 2000.-
El 24 de octubre de 1999 cuando el pueblo argentino voto eligiendo un nuevo presidente y vicepresidente de la Nación, la conformación del Senado de la Nación era casi idéntico a la actual, es decir que Chacho Álvarez se postuló para presidir ese cuerpo con esa composición y ante todo no tiene, ni tuvo derecho o potestad alguna para imponer a las provincias y a los partidos políticos quienes deben ser senadores de la Nación.
Su pretensión siempre fue parte de una forma de hacer política porteña y mediática, alejada del interior y las instituciones, de la historia. Para el Chacho y en general para casi todo el Frepaso, la política se reduce a la relación con el grupo Pravda – Clarín. Si lo dicen y es bien levantado por Clarín, Canal 13, Radio Mitre, y sus controladas, incluyendo La Nación y Página 12, es bueno.
No solo el Chacho comete ese pecado institucional e histórico, también algunos “estudiosos” que se dedican a proclamar la necesidad de suprimir el Senado de la Nación. Parece que a casi nadie le importa el origen constitucional del Senado de la Nación, ni que las catorce provincias originarias en la Organización Nacional en 1853 no pueden ser despojadas de sus derechos, ni aun por la totalidad, ni alguna mayoría transitoria, de los demás ciudadanos de otras provincias.
Por lo tanto los reclamos que el Chacho encabeza contra el Senado de la Nación por sus “supuestas” razones morales, y de muchos economistas por razones de eficiencia presupuestaria, no son posibles de cumplir, salvo que lo que se quiera sea romper la Argentina como estado federal o tener una guerra interna.
Pero en los orígenes del conflicto que Carlos Chacho Álvarez y el mismo de la Rua negaban estuvo aquella tapa de La Primera que desnudaba la íntima relación del ex Vicepresidente con Vilma Ibarra, y el conflicto matrimonial que tenía por dicha causa. Dobles relaciones afectivas no son algo que solo tenga el “Chacho”, pero aquella tapa fue atribuida a una operación de prensa de la $IDE.
Hasta ese momento el Senador Antonio Cafiero había intentado sin éxito que el Vicepresidente de la Nación Carlos Chacho Álvarez se interesara en la posibilidad que se hubiera sobornado a algunos senadores para sancionar la ley de reforma laboral. Hasta ese tiempo Álvarez la contestaba “yo en eso no me quiero meter” (declaración del Senador Cafiero al Juez Liporaci). Pero ante el destape de su doble relación con Vilma Ibarra, el Chacho descubrió que debía resguardar la moral pública.
La actitud del Chacho hasta el pasado viernes ha sido la de un mentiroso. Se cansó de repetir que no pensaba renunciar y que era amigo del presidente Fernando de la Rua, luego renunció y pretende que aun sigue siendo amigo y leal al Presidente. Es más su renuncia es para ‘ayudarlo’.
Más que renuncia el Chacho desertó frente al adversario. Si sus afirmaciones sobre el Senado de la Nación son ciertas su renuncia es una deserción. Para organizarlo, transparentarlo, no necesitaba del Poder Ejecutivo. Presidir y dirigir el Senado de la Nación es su más importante función institucional. Pero no la hizo, se convirtió en un ñoqui de lujo, y cuando por fin descubrió los límites de su poder ante el Presidente, decidió desertar.
Jamás se recuerda en la historia a un coronel, a un general pidiendo la vanguardia para luego desertar ante el primer inconveniente. El Chacho tomó la vanguardia “moralizadora” de la Alianza y cuando encontró dura resistencia en el primer bunker de su batalla desertó.
Por válidas que fueren sus motivaciones personales, la renuncia del Chacho es la de un cobarde, incapaz de hacer frente a las obligaciones que comprometió hace menos de un año. No existe ninguna racionalidad por la cual desde el llano podrá luchar mejor para cumplir sus promesas que desde el cargo para el cual fue votado por millones de ciudadanos.
El Chacho Robespierre Álvarez se equivocó en el análisis de sus responsabilidades institucionales. Inclusive en cuanto a la tarea de transformación que él dice haberse auto impuesto.
Su actitud en la huida es la de un censor romano ya que se cree con derecho a señalar quienes son buenos y honestos y quienes no. Por ejemplo Alberto Flamarique era uno de sus blancos predilectos hasta que el viernes renunció y entonces ahora el Chacho lo trata bien nuevamente. En el caso de Chantibañes se permite decir que si es un hombre de bien y amigo de verdad del Presidente de la Rua debería renunciar. Es decir que Chacho decide que es ser “amigo de verdad”, lo que implica que él conoce o practica amistad de mentira, porque amistad hay una sola. Aun equivocada hay solo una.
Mientras cada día parece que debemos esperar la conferencia de nuestro censor Chacho Robespierre que señalará quienes deben ser guillotinados, renunciados y quienes pueden gozar de momentánea impunidad porque Robespierre aun no los ha señalado como carne para la guillotina, él jura estar apoyando al Presidente y a la Alianza.
Curiosa forma de apoyo la de nuestro Robespierre, que ahora además desea retener una oscura Secretaría que presidía y se llama de “reforma del Estado”.
En su encendido discurso en el Hotel Castelar el Chacho rescató que quería cumplir las promesas de la campaña electoral y que un 48% de los votantes (un 24% de ciudadanos ni siquiera fue a votar) se tragó y apoyo. Así ahora la Alianza que se embanderaba en la “ética” (¿?) ahora se divide entre los “éticos” y lo “súper éticos”.
Más aun según el Chacho seguirá trabajando por una sociedad más igualitaria, es decir una sociedad más pobre y con menos progreso. El igualitarismo del cual ha enunciado mayores precisiones luego del Castelar es una promesa de atraso y desincentivos.
¿Puede alguien imaginar cuanto ha subido el riesgo país gracias al Chacho y su “bien estudiada renuncia” a cumplir sus obligaciones? El desconcierto nacional e internacional que genera una renuncia del Vicepresidente por causas vinculadas a supuestos sobornos pagados por su propio gobierno va a medirse en miles de millones de dólares, muchos a pagar en la deuda pública y otros que pagarán las empresas que busquen dinero para producir.
Cuando en algunas semanas capitales y depósitos de inversores institucionales, fondos de inversión se retiren de nuestros mercados no le echen la culpa al modelo, que este lujo que el Chacho Robespierre se ha dado lo cocinó y se lo comió solito.
Pero veamos cual es el igualitarismo de la Alianza, que ha gobernado por cinco años la ciudad de Buenos Aires. Del llamado “gasto social” el 88% se usa en sueldos y administración, es decir que de cada $ 100, que a los porteños nos roban con “tributos” con la excusa de igualar a los que menos tienen los políticos de la Alianza solo destinan $12 a los “pobres” y se roban otros $88-
También en el empleo municipal son un ejemplo digno de admirar, el 36% diario de ausentismo en la Municipalidad es una demostración de la “ética” progresista e igualitaria de la Alianza.
Claro que a Chacho esos datos no le convienen así es que prefiere denunciar la corrupción del Senado, pero no la de los sobornadores.
Pero si al Chacho le preocupa quien paga sobornos en el Senado y acusa que detrás de cada ley especial hay sobornos, me pregunto quien soborna a los diputados del Frepaso para intentar liberar a los guerrilleros de La Tablada.
¿Es más peligroso un legislador que acepta un soborno en una ley de reforma laboral que aquellos que pretenden tratar a los asesinos guerrilleros de La Tablada como jóvenes idealistas? ¿Porqué frente a unos el Chacho se indigna y a otros los obvia?
¿Será porque la carrera de aquel ‘Grupo de los 8’ tuvo sus primeros aportes dinerarios de Fidel castro y su aparato de corrupción continental? ¿Cuándo el Frepaso paga aquellas contribuciones de Fidel Castro liberando sus terroristas no es corrupción para nuestro Robespierre?
Fernando de la Duda y Chacho Robespierre Álvarez siguen viviendo en campaña electoral, les encanta. Para ellos, tal vez más que para nadie antes, gobernar es una incomodidad terrible. Implica gestionar, sufrir reproches, pérdidas de simpatías, rigores protocolares, todo aquello que los aleja de la cómoda vida del opositor. Aquella donde todo son discursos sin consecuencias, donde los actos casi no afectan la vida de los ciudadanos.
Y así siguieron gobernando, con sus estilos personales, cada uno subiendo la apuesta como si estuvieran de campaña.
Porque si de verdad fuera un problema moral, ético el Chacho Robespierre debió renunciar a poco de asumir cuando nos pusieron el impuestazo, o en mayo cuando les robaron a los trabajadores estatales el 12 o el 15% de sus salarios. ¿O robar a los ciudadanos para hacer política es ético?
El problema argentino es que se confunde la palabra corrupción, de tanto usarla han terminado por hacernos creer que el socialismo es honesto, que no es la corrupción como sistema.
La historia de los iluminados, los moralistas absolutistas, como Robespierre, Lenin, Fidel Castro, Hitler, etc. no han sido muy humanistas ni progresistas, más bien por el contrario siempre terminaron en baños de sangre. En la Argentina hay desempleo y pobreza, casi nadie cree en el derecho de propiedad ajeno, empezando por los jueces, no se necesita mucha imaginación para recrear un movimiento de liberación nacional que nos entregue a una utopía comunista.
Finalmente para aquellos que tanto critican la convertibilidad del peso, esta crisis debería servirles para reflexionar sobre los méritos de nuestro actual sistema monetario, y hasta de una dolarización. No puedo imaginarme esta crisis bajo el Austral y Alfonsín, ni siquiera a este gobierno con un Austral, ya que Alfonsín cada día tiene más espacio.