N ° 34/2000
Buenos Aires, octubre 09 de 2000.-
El sur de la provincia de San Luis tiene tal vez las mejores tierras de la misma, su problema ha sido la falta de comunicaciones. En la medida que las transformaciones económicas de la década del noventa comenzaron a expandir la frontera económica, junto la valorización de tierras en la pampa húmeda, justificaron nuevas obras de infraestructura en el interior del país.
Ante el proyecto del gobierno provincial de San Luis de asfaltar dos rutas que cruzan esas tierras sureñas, una ola de “ecologistas” porteños y extranjeros comenzaron a oponerse bajo el argumento de proteger pastizales y venados de las pampas.
Cabe destacar que las autoridades de Parques Nacionales reconocen públicamente que con la introducción de nuevas pasturas la población de venados en San Luis en los últimos años creció de 80 a 1.800. Lo cual demuestra que la manutención de los pastizales autóctonos no es favorable con la recuperación de la población de venados pampeanos.
La Fundación Vida Silvestre está convocando a enviar cartas, aún del exterior, para oponerse al proyecto de asfaltar las dos rutas, una verdadera muestra de intervención contra el progreso. Los ecologistas porteños que disfrutan del asfalto cada día se oponen al progreso de una parte de San Luis, para tal vez algún día ir a ver a los venados.
Mientras tanto las dos rutas son una necesidad para el progreso de miles de puntanos.
Si los ecologistas quieren proteger esas tierras que no hagan el socialismo cómodo y pretendan que con los impuestos de los argentinos y puntanos se protejan campos del progreso. Si quieren ello deberían hacer abrir sus billeteras y comprar los campos. Que sean consecuentes con sus pretensiones, que vendan sus lujosas casas en Buenos Aires, en París, etc. y con ese dinero compren esos campos, los mantengan y hasta pueden ir a vivir a ellos.
Pero pretender que se usen dineros ajenos (los públicos, que son nuestros) para su solaz, y además con ello impedir el progreso del sur de San Luis es un acto de intromisión típica de la soberbia porteña y europea. Que pretenden condenar al atraso a los “indios” de estas lejanas tierras, para que ellos puedan hacer su turismo aventura.