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N ° 33/2000

Buenos Aires, octubre 02 de 2000.-

Malba, donación con capricho

      Debe ser el cholulismo lo que permite presentar la violación legal del Código de Edificación como un acto valioso. Cuando Eduardo Constantini ‘advirtió’ que su colección de arte latinoamericano era muy importante sintió que sería bueno abrirla al público. Hasta ahí todo bien.

      Para mostrarla decidió construir el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, propiedad de la Fundación Eduardo Constantini. Su ‘donación’ tiene un pequeño inconveniente, viola los límites de altura del Código de Edificación, pero él y muchos cholulos del jet set criollo parecen ajenos a las normas que todos los demás deben cumplir.

      Así ha empezado un fuerte lobby a favor de permitir que se termine la obra bajo el falso argumento moral de que el museo nos enriquecerá a todos, a la ciudad, etc.

      No quiero imaginar porque eligió ese lugar donde necesitaba violar normas de edificación, para no ir demasiado lejos. Tal vez porque ahí enfrente está el Mueso Renault donde se reúnen estos “fashion del jet set porteño” con sus jóvenes modelos y le parecía chic que vean el museo cerca.

      La verdad es que con toda la tierra existente en Buenos Aires Eduardo Constantini no necesitaba construirlo en Avenida Figueroa Alcorta para violar el código de edificación. Si quiere hacer la donación debería hacerla en forma regular y legal, si quiere construir el museo para su Fundación -que dicho sea de paso es privada también- debe respetar las normas vigentes.

      El mensaje que este caso está presentando es que si uno es rico puede hacer lo que quiera. Inclusive violar las normas municipales.

      No menor es el tema del estacionamiento y del impacto de tránsito que provocará el MALBA. Nadie estudió dicho impacto ni como resolverlo. Mientras se llenan la boca de políticas municipales más cerca de la gente lo cierto es que además del daño urbano que provocará violar la altura máxima, el impacto por incremento de tránsito no fue ni estudiado, ni mucho menos resuelto. Solo 38 cocheras para todo el museo.

      En otras palabras nuevos congestionamientos de tránsito para millones de personas porque Eduardo Constantini decidió que necesitamos el MALBA. Es una barbaridad con toda la extensión de la palabra.

Ni hablar del problema de seguridad del barrio, donde las camionetas Toyota encabezan el ranking de ser las “más robadas” y la policía, jueces y políticos no hacen nada. Con 38 cocheras o usan las del Paseo Alcorta para daño de sus propietarios y comerciantes, o dejas el auto en la calle para que te lo roben tranquilo.

Un ejemplo del problema de estacionamiento lo demuestra el “Mueso Renault” (que solo es una exhibición de algún modelo en venta, porque de museo no tiene nada), donde los clientes estacionan sobre la avenida Figueroa Alcorta ante la inactividad de la Policía y el Gobierno de la ciudad. Todos en infracción y cada mediodía y tarde la policía se ocupa de desalentar a los padres a estacionar sobre la mano izquierda para retirar a sus hijos mientras los clientes de Manuel Antelo estacionan “libre e impunemente”.

Ahora con el MALBA los problemas se incrementarán, pero Eduardo Constantini y sus amigos del jet set se creen con derecho a molestar a todos los demás que deben transitar por el lugar.

Lo razonable sería resolver como en las ciudades de los Estado Unidos o Inglaterra, obligando a que el señor Constantini, resuelva con espacios públicos suficientes el impacto de su construcción. En otras palabras cocheras suficientes para el público esperado, accesos al museo sin provocar congestionamientos de tránsito, etc. Y por supuesto ajustarse a la altura máxima permitida.

 

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