N ° 33/2000
Buenos Aires, octubre 02 de 2000.-
Raúl Alfonsín, tal vez el “más grande de los fracasados” de nuestros presidentes de finales del Siglo XX. Su mayor logro en el recuerdo será el masivo fraude que pulverizó una moneda en menos de cuatro años, el Austral, ahora la ha emprendido contra el presidente del Banco Central, Lic. Pedro Pou.
El Austral creado por decreto, el desagio a los contratos privados, la emergencia previsional, el no pago de la deuda pública, ni de sus intereses, fueron algunas de las exitosas políticas instrumentadas por Alfonsín. Ahora está proponiendo apoderarse de los ahorros de los aportantes a las AFJP, es decir el ahorro de los argentinos.
Para sus “exitosas propuestas” Alfonsín encuentra algunos obstáculos, entre ellos ha identificado la independencia de la presidencia del Banco Central, que además está ocupada por una persona capitalista. Entonces la emprendió contra Pou. La excusa es que Pou ha defendido la dolarización.
En primer lugar creo que resulta necesario distinguir a las dos personas de esta contienda. Alfonsín ha sido un nefasto presidente, en especial en cuanto a la política monetaria y fiscal se refiere, por lo cual debería callarse para siempre y más en esta materia.
Si cualquiera se imaginara que Alfonsín pudiera ser presidente otra vez, nada sería más sano que estar dolarizados para evitarnos otra hiperinflación, que fue producto de su nefasta política económica.
Si Pou defiende la dolarización no puede juzgase por un ignorante peligroso como Alfonsín. Además tampoco pueden anteponerse prejuicios, ni el mentiroso asunto de la soberanía nacional, que jamás estuvo más en peligro que cuando la hiperinflación nos llevó al borde de la disolución nacional. No es una moneda manipulable por inescrupulosos políticos como Alfonsín y sus asesores económicos una herramienta de soberanía, ni de bienestar para los ciudadanos, más bien todo lo contrario un puente directo al abismo.
Pedro Pou como cualquier recto presidente de un Banco Central tiene entre otras funciones proteger el valor de la moneda. Debe estudiar las alternativas monetarias, y si cree que existe una mejor al peso también debe proponerla. Si lo hace cumple con su deber. Y justamente por eso Alfonsín quiere echarlo, porque teme perder el poder de manipulación sobre la moneda que le impedirían las políticas activas con las sueña volver a destruir nuestra economía y moneda.
Una cuestión adicional es que esta discusión sobre remover a Pedro Pou aumenta el riesgo país, es decir que aumenta la deuda pública y el costo del dinero tanto para el estado como para los privados. Este tema debería ser olvidado para el bien de todos.
Aun la designación de Domingo Cavallo sería una muestra de inseguridad jurídica. Nadie olvida que en 1982 Cavallo estatizó la deuda de las empresas privadas, trasladando su pago al resto de los argentinos. Que ni la vimos, ni la disfrutamos, pero debimos pagarla. Durante su corta gestión en el B.C.R.A. Domingo Cavallo sancionó innumerables ‘circulares’ como si fuera un monarca que podía desconocer los derechos garantizados en la Constitución.