N ° 31/2000
Buenos Aires, septiembre 18 de 2000.-
El titular de la AFIP Horacio Rodríguez además de sus perversos planes de lavar cerebros infantiles, también pretende evitar la creación de nuevos empleos. Es lo que logrará con la inconstitucional y abusiva resolución por la cual pretende que todo empleador deba informar previamente a la AFIP de toda nueva contratación de empleados.
Una vez más la razón de estado de combatir el empleo en negro o la evasión previsional es la “justificación moral” para intervenir en la vida privada. Cada nueva intervención, regulación es un disuasivo para tomar nuevos empleados. La evasión y el trabajo en negro solo obedecen a regulaciones excesivas, altos impuestos, y contribuciones sobre el empleo, a la manipulación del sistema previsional, etc.
Una contradicción bastante difícil de tragar es la persistencia del “moderno” Henoch Aguiar para regular y concentrar el mercado de prestadores postales. La desregulación de la telecomunicaciones fue al menos una regulación abierta, aun cuando innecesaria ya que por la privatización de ENTEL el 09 de noviembre el mercado quedaba realmente liberado. Esta nueva regulación responde más a la filosofía por la cual los funcionarios tienden a justificar sus funciones emitiendo regulaciones.
Pero en materia de servicios postales todo comenzó con un proyecto de regulación por decreto estableciendo capitales mínimos superiores a los bancos, flotas de vehículos propias mínimas, etc. Toda una contradicción con la inexistencia de requisitos para empresas de telecomunicaciones, pero sobre todo es un regreso al sistema de permisionarios del Correo oficial creado por el Proceso y del surgió el grupo Yabrán.
Una vez alertados los empresarios postales del anterior proyecto comenzó el escándalo y tal vez advirtiendo que todos sabrían que el proyecto de reglamentación solo tenía por objetivo favorecer al Grupo Oca (Johnny Navarro y Héctor Colella) que ya compraron el Correo Argentino y esperan poder anunciarlo en el momento oportuno para obtener la aprobación estatal. El sueño de Alfredo Yabrán frente al cual misteriosamente hoy Domingo Cavallo permanece en silencio, máxime que es aumentado al que una vez impulsó y defendió en el Senado Fernando de la Rua.
Ahora la forma de regular el servicio y excluir a los pequeños prestadores, cerrando el corral en favor de Correo Argentino/OCA/Edcadasa/Villalonga Furlong, más free shops, etc. es intentar imponer la certificación de normas ISO a dichas empresas.
En un mercado abierto y competitivo, donde nadie nos puede obligar a contratar con uno u otro prestador postal no existe justificación alguna para obligar a cada compañía a certificarse según las normas ISO, ya que no hay ninguna certificación que pueda reemplazar la libertad para contratar con él de quienes reciben el servicio.
Según La Nación del día 16 de septiembre ‘La certificación bajo normas ISO requiere una fuerte inversión que la mayoría de las empresas de correos no está en condiciones de afrontar", señaló Víctor Escaba, de la Cámara de Empresas Privadas Autorizadas de Correos (Cepac). En el Gobierno admiten que la gran mayoría de las empresas va a desaparecer: "De las 280, quedarán 20 o 30 como mucho", señaló un funcionario. Las empresas que no puedan obtener la certificación o, eventualmente, la pierdan, quedarán inhabilitadas para desarrollar la actividad postal.’
Frente a tan claras definiciones solo quedan algunas conclusiones obvias, primero se está buscando concentrar el mercado y quitarle competitividad, con lo cual se elevarán los costos y todos los usuarios nos veremos perjudicados. También se está generando un “negocio de certificación” en favor de algunas consultoras. Un régimen de oferta concentrada ya generó una fuerte conmoción a todo la sociedad y hoy nadie se está quejando de la libertad y competencia, salvo algunos poderosos que obviamente deben tener un muy buen dialogo con los funcionarios del Poder Ejecutivo Nacional.
Por mucho equilibrio fiscal y discursos cargados de gravedad, poses de honestidad con ejemplos como estos jamás habrá nuevas inversiones productivas. El mensaje más claro que todo esto enseña a los empresarios es que solo hay que competir en sobornar y no invertir y prestar mejores servicios. Además de ser malas señales, huelen a podrido.