N ° 31/2000
Buenos Aires, septiembre 18 de 2000.-
"Ya en el 96, el Senado se parecía más a un aguantadero que a una institución republicana", sentenció el director general de Cultura y Educación bonaerense, José Octavio Bordón, al recordar su paso por la Cámara alta. Con estas palabras Bordón explico su renuncia al Senado de la Nación en 1996. Tal vez no advirtió que en ese entonces el Senado de la Nación era presidido por su actual jefe, Carlos Ruckauf, antes Ministro del Interior.
El Vicepresidente de la Nación Carlos Chacho Álvarez pretende desligarse del escándalo de la bochornosa sesión del Senado Nacional que él presidió y apuró. Denuncia a otros mientras las declaraciones ante el Juez y el propio Senado de Antonio Cafiero lo inculpan por el incumplimiento de sus deberes como funcionario público. Porque resulta claro que el Vicepresidente Chacho Álvarez no impulsó ninguna denuncia, ni investigación mientras el escándalo no alcanzo dimensiones periodísticas.
El Vicepresidente es el campeón del “surf”, barrena todas las olas, las aprovecha en forma magistral, pero si existieron sobornos él habría cometido delitos también.
El proyecto de presupuesto para el año 2000 reduce en un 50% un subsidio a las naftas y gas en la Patagonia. Frente a ello el gobernador de Santa Cruz reaccionó con su habitual verborragia y enojo: “Si tengo que tomar un yacimiento, lo haré a la cabeza de la gente”, y advirtió: “Los patagónicos daremos una gran batalla" si se implementa esa medida. “Se necesita del subsidio y así evitar la exclusión estructural”, argumentó Kirchner. La amenaza de tomar un yacimiento es una barbaridad, espectacular pero una barbaridad al fin.
Lo que necesitaría saber Kirchner es que son actitudes como las suyas las que generan una exclusión estructural de muchos argentinos, y no solo en la Patagonia. Porque con declaraciones semejantes se desalientan las inversiones, los capitales tienen muchos lugares donde tratan de seducirlos y este gobernador se dedica a atacarlos. Por otro lado sus declaraciones son además una incitación a cometer delitos, usurpaciones, daños, y tal vez alguno más, por lo cual debería ser juzgado también.