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N ° 26/2000

Buenos Aires, agosto 14 de 2000.-

¿Y AHORA?

      Hace poco más de un mes, para ser precisos el 6 de julio el gobierno en su campaña por la buena onda se lanzó a demostrar que su ajuste era correcto. Para ello exhibían con orgullo un dibujado superávit fiscal. Poco les importaba la obvia noticia que la recaudación se debiera a la moratoria, a un anticipo extraordinario de los impuestos a las ganancias, etc, sumados a una recompra anticipada e injustificable de títulos Brady cuyo capital estaba amortizado.

      Si alguien abría la boca en contra se lo trataba de mufa y contrera. Muchos economistas quisieron explicarnos que el dinero que el Estado nos robaba rendía sus frutos y que debíamos estar alegres por ese dinero nuestro que ya no teníamos.

      Nuestro fiscalista Ministro de Economía, José Luis Macanea decía al house organ del ala radical del gobierno (La Nación) lo siguiente: “Viví la semana con mucha satisfacción porque más allá de la cifra de recaudación, más allá del hecho del superávit de junio que supera a los 700 millones, y que eso significa que estamos en línea con nuestras cuentas fiscales”.

      Pero la semana pasada el castillo construido en las nubes de ilusiones infundadas se cayó. Menos de un mes más tarde de aquellas jornadas donde todo el gobierno explicaba su éxito (dicho sea de paso era la tristeza de los contribuyentes y ciudadanos), debieron anunciar que el déficit fiscal del mes de julio resulto de U$ 1.025 millones.

      Sumando a ello que se pagaron los sueldos de la administración con descuentos del 12 y 15% según los casos, podemos imaginarnos cual resultaría el déficit sin ese recorte.

      Pero esta cifra del rojo fiscal del mes de julio demuestra que el gobierno se la pasa mintiendo con su esfuerzo y recorte del gasto público. Todo es marketing. No existe justificación alguna frente a los empleados a quienes recortaron sus sueldos, a los contribuyentes que con el impuestazo nos mataron, a los empresarios cuyas ventas cayeron ante el empobrecimiento generalizado que generó el impuestazo.

      Podríamos darle ideas al gobierno. Por ejemplo cerrar M ATC, hoy Canal 7, total casi todo el periodismo lo apoya. Canal 7 tiene una programación que es una basura total. No quiero remarcar la porquería de los periodistas de Tierra de Oficialistas (como el claro caso de Norma Morandini que solo trabaja en la televisión en canales estatales cuando hay gobiernos radicales), y la camaleónica conversión de sus integrantes que todavía viven de Carlos Menem. Ni de los culturosos programas como Todo por 2 pesos o esos viciosos que con Castello abruman la medianoche. Miren los dibujitos animados que dan, ¿alguno de producción nacional como los éxitos de García Ferré? No, Dragon Ball Z, una basura violenta. O los musicales con la novia de Laperfida.

      Para eso cierren M ATC.

      También se puede terminar con los recitales “gratuitos” pagados con nuestros impuestos y demás festivales artísticos destinados a que algún funcionario se haga el popular entre los artistas adulones de turno y disfrute alguna apretadita con algún artista necesitado de exhibir su obra.

      No deberíamos permitir la continuidad del programa Shuberoff de mantención de militantes radicales. La Universidad de Buenos Aires debe sumar al ingreso irrestricto (incluyendo quienes no terminaron el secundario como nuestro Secretario de Incultura, Darío Laperfida) el “egreso irrestricto”. Esto aseguraría que ningún título valga nada y se vuelva a tomar en cuenta la capacidad y conocimiento de cada egresado, no su deslucido y traicionado cartón. Pero el “egreso irrestricto” aseguraría vaciar de vagos y militantes morados la Universidad y si todavía se quisiera mantenerla a costa de los más pobres, al menos que vuelva a ser una universidad.

      La lista es larga y cada uno puede contribuir con ideas. Otro ejemplo del que no debemos cansarnos de señalar como el colmo de la inmoralidad son los llamados Planes Trabajar, por los cuales se le pagan $ 160 mensuales a muchas personas por no trabajar. El estado a la misma vez prohíbe que las empresas y personas demos empleo por salarios así. De esa forma los políticos siguen manteniendo “clientes electorales” pero impiden desarrollar empresas competitivas y que los desempleados comiencen a encontrar solución a su problema. ¿Porqué los políticos pueden dar no empleo con  nuestro dinero y nosotros no podemos dar empleo por ese mismo dinero?

      Los planes trabajar son la demostración más clara de la inmoral naturaleza de la política socialista que tenemos en nuestro país. Se roba dinero a los ciudadanos para hacer “política social”, para mantener personas en la pobreza en pueblos fantasmas sin darle chance al sector productivo de emplearlos. Obviamente que no podríamos mostrarnos orgullosos que en nuestro país la gente debiera trabajar por 200 pesos mensuales.

      Pero entre los Planes Trabajar y un empleo privado por la misma cifra hay diferencias esenciales. El socialismo ya fracaso y no tiene posibilidad de cambio para sus esclavos. Un empleo privado tiene la posibilidad de cambio y progreso, tiene la dignidad de no andar mendigando el subsidio, y para la economía significa la posibilidad de hacernos más competitivos y con el progreso general, que los más pobres puedan progresar.

      Contra todas las afirmaciones comunes en su nuevo libro “El cuarto gran despertar y el futuro del igualitarismo”, el economista norteamericano Robert Fogel demuestra claramente la afirmación que los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres es falsa. Medidas en ingreso, en calorías consumidas, horas de trabajo necesarias para pagar comidas, acceso a la salud y la vivienda, expectativa de vida, la vida de los pobres de hoy es mucho mejor que la de muchos ricos de hace un siglo.

      Un pobre hace un siglo en los EEUU debía trabajar 1405 horas para poder pagar la comida de una familia tipo (el 50% del año) hoy solo necesita 260 horas y además compra mejores y más variadas comidas, y hay que trabajar menos horas en la cocina.

      Falta mucho para que las conciencias de los pseudomoralistas nos permita vivir en paz, para que nuestra caridad no sea necesaria. Pero los estudios de Robert Fogel demuestran que el capitalismo salvaje es mucho más beneficioso que nuestro socialismo vernáculo.

 

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