N ° 26/2000
Buenos Aires, agosto 14 de 2000.-
Acostumbrados a que todo mal es culpa del anterior gobierno de Carlos Menem la noticia que ha rebrotado la enfermedad de la fiebre aftosa mostró cuan marketinero es el gobierno. La primera prioridad fue mostrar que fue nuestra administración y no la de los EE.UU. quien suspendió los embarques de carne en fresco.
Desde la aparición de mala nueva durante los dos primeros días para el gobierno de la Alianza lo único importante fue intentar hacernos creer a todos que la decisión de suspender el comercio era soberana. Sin advertir que lo importante es como en unos pocos meses echaron por la borda el trabajo de diez años, y el daño que implica para la credibilidad de los productores argentinos la falla del gobierno.
A diferencia de otros años la cohorte de periodistas progreoficialistas y del Grupo Clarín, cómplice máximo de la Alianza, ni se les paso por la cabeza reclamar la renuncia de algún funcionario, algo que hubiera sido natural sucediera. Claro que renunciar por culpas propias para un socialista es algo inaceptable, porque por propia ideología las responsabilidades siempre son de otros.
Es bueno destacar que las vacas enfermas, o portadoras de las cepas de aftosa, no pasaron de contrabando, sino que el SENASA levanto sus controles sanitarios del tráfico fronterizo. Si fuera contrabando algún funcionario del Ministerio del Interior de quien dependen las fuerzas de seguridad en las fronteras debería haberse hecho cargo, como se trataría de comercio regular al menos el Director del SENASA o el Secretario de Agricultura deberían renunciar.
Claro que funcionarios de un gobierno cuyos dos primeros funcionarios, Fernando de la Rua y Chacho Álvarez, son deshonestos y jamás se hacen cargo de cuantas promesas incumplen, ni cuantas mentiras dicen, no deben sentir ninguna presión por renunciar. Mucho menos el caso del Secretario de Agricultura Antonio Berhongaray, quien es uno de los funcionarios que pagan a Dick Morris sus servicios a las campañas del gobierno con un contrato para promover las “carnes y vinos” argentinos. ¿A ver si se enoja y habla?
Mientras tanto nuestro veloz Presidente de la Nación, Fernando de la Duda estaba disfrutando de conocer a Shakira en su quinta de Pilar, bien lejos de la frontera y del problema. Eso sí, convocó una reunión de emergencia para tratar el tema con gobernadores para el próximo miércoles.
Las pérdidas inmediatas de la eficiencia y honestidad fronteriza del gobierno de la Alianza costarán alrededor de U$ 80 millones en forma directa y si el problema tuviera efectos de más largo plazo se perderían alrededor de U$ 600 millones de nuevas exportaciones a Japón, USA, Corea del Sur, Taiwán, Canadá y Europa.
Para el gobierno es solo un problema de marketing por eso no hay renuncias, ni amagues de ellas, el Pilcomayo todos los inviernos se seca, pero ellos no se enteraron. Que no digan que es incontrolable porque durante los últimos diez años vacas paraguayas sin control e infectadas no pasaron.