N ° 26/2000
Buenos Aires, agosto 14 de 2000.-
Como es habitual ante cada evento deportivo internacional como los Juegos Olímpicos una numerosa y bien preparada delegación de deportistas cubanos abandona la isla para hacer la campaña propagandística usual de toda dictadura. Igual que hacían Stalin o Adolf Hitler.
Pero con la soberbia de su clac, Fidel Castro en el acto de despedida de la delegación deportiva cubana advirtió que resultaba preferible no obtener premios a desertar. Lo cual demuestra el carácter de la delegación, solo desertan aquellos que militan, no los hombres libres.
La advertencia se convirtió en amenaza cuando llego aún más lejos y se les dijo que si desertaban serían considerados traidores a la revolución y sus familias castigadas. El Canciller Pérez Roque les dijo a los 241 atletas “nuestro pueblo espera que cada uno de ustedes se comporte como un patriota y un combatiente revolucionario”, “no venimos a pedirles que sean campeones sino que recuerden que son producto de la revolución”.
No hacen falta comentarios, esto quería también el Che Guevara para nosotros. Esto quieren aún los Gorriarán Merlo, los Torres Molina, y muchos políticos y periodistas progres hoy.
Por eso es bueno pensarlo, nada más, al menos mientras tenemos tiempo y libertad de hacerlo. Después cada uno sacará su conclusión de que nos perdemos, y si lo queremos.