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N ° 25/2000

Buenos Aires, agosto 08 de 2000.-

BAJA POLÍTICA CON LA MUERTE DE FAVALORO

      Como tantas veces la muerte de una persona trascendente como fue el Dr. Favaloro permite que muchos políticos y periodistas se apuren a hacer su marketing personal o partidario con el hecho. Campeón de ello ha sido el Ministro de Salud Héctor Lombardo que busco primero inculpar a Víctor Alderete de la deuda del Pami con la Fundación Favaloro.

      Cuando quedo en claro que la deuda corriente se ha acumulado durante los meses de la Intervención de Felgueras y Rodríguez Larreta quienes además habían denunciado penalmente además a Alderete por haberle pagado a Favaloro y por eso no podían pagar el resto de la deuda. Demostración de cómo la gestión de transparencia se basa en barbaridades y una permanente demonización de ex presidente del Pami.

      Siguiendo los pasos de Lombardo el Grupo Clarín consiguió una pariente lejana (hasta en la distancia de residencia) de Favaloro que acuso que Víctor Alderete le había pedido una coima de U$ 500.000 para pagarle la deuda. Silenciando que el propio Alderete denunció el posible pedido de coima de algún funcionario del Pami, incluyéndose, a Favaloro. Investigación que por la propia declaración testimonial del fallecido Dr. Favaloro demostró que no existía el pedido de la coima y que la “denuncia periodística” era más una presión para acelerar el cobro de una deuda que otra cosa.

      Lombardo volvió al ataque y entonces acuso a la provincia de San Luis de ser gran deudora de la Fundación Favaloro, buscando poner una cortina de humo en el recorte del subsidio que dispuso el gobierno en el presupuesto anual y el destrato dado al cirujano por los funcionarios del Pami, su colega Graciela Fernández Meijide y hasta el propio Presidente de la Nación. La cortina de humo volvió a fallar porque la provincia de San Luis tampoco debe dinero a la Fundación.

      Pero como en todo otra cortina de humo fue tendida sobre las cartas que la madre de la novia de Favoloro mencionó habían sido enviadas al Presidente, la Ministro de Acción Social, a los interventores del Pami, al Ministro de Economía, etc. Solo se informó de una carta enviada el día antes del suicido al Presidente de la Rua, pero nada de las cartas de junio.

      Claro que por esa época, como demostró Escribano en La Nación, estábamos en la campaña de la buena onda y la carta de Favaloro podía dañarla. Para despejar dudas deberían exhibirse los registros de entrada de los meses anteriores, porque la carta mencionada por el secretario privado del presidente bien puede ocultar la recepción de la anterior denunciada.

      Por fin me queda una pregunta sobre el suicidio, ¿Quién le aviso a Lombardo? ¿Qué hacía Lombardo en el lugar cuando aun no se había establecido que fue un suicidio y podría haber resultado un crimen? ¿Si sabían que era un suicidio con que autorización Lombardo entro allí y para qué?

      Al menos no resulta claro, ni oportuno que un ministro se haya entrometido en una investigación policial y judicial. Claro que como goza de la protección progresista de los medios, estas incómodas preguntas nadie las formuló, ni siquiera el jefe de la Checa local, Jorge Massoni.

 

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