N ° 25/2000
Buenos Aires, agosto 08 de 2000.-
Mientras nos hablan de lo bien que va la recaudación fiscal, de cómo se está cerrando el déficit la verdad es otra. Sencillamente ahora a los anticipos extraordinarios se suma un aumento de las “retenciones a cuenta”. El aumento decidido por la AFIP y el Ministerio de Economía es de nada menos que el 100% de cada retención.
Si a los “anticipos extraordinarios” calculados sobre el año 1999 en un año que claramente traerá menores ganancias para todos sumamos la duplicación de las retenciones a cuenta es esperable que en el año 2001 aumente el déficit o multipliquen los anticipos y retenciones.
Todo bajo la arbitrariedad de financiarse gratis con nuestro dinero y seguir afectando el capital de trabajo de personas y empresas. Esta actitud de cerrar las cuentas fiscales por la fuerza bruta del estado no hace más que romper el contrato social de la ciudadanía con el estado, y demostrar la falta de seguridad jurídica a la cual estamos sometidos.
Cuando el gobierno se pregunta porque existe mala onda, porque nadie consume, hay una respuesta fácil y directa. Porque Ustedes nos roban nuestro dinero y en ese marco de inseguridad nadie puede animarse a endeudarse, a invertir, ni a gastar.
Pero como siempre el gobierno encuentra nuevas formas de atacar al capital privado y para ello difundió un informe del Ministerio de Economía según el cual existirían en el exterior fondos de argentinos por U$ 95.000 millones. El origen de ese dinero no es la corrupción denunciada por la izquierda y el coro de inocentes ciudadanos adoctrinados en el odio y la envidia a la riqueza ajena.
El origen de esos fondos según el propio Ministerio de Economía fueron el “Ahorro Forzoso” (impuesto por Alfonsín cuando Machinea era viceministro de Economía), los controles de cambio, la hiperinflación, etc. más los rendimientos propios de ese dinero invertido durante más de 10 años, que lo ha más que duplicado.
Notable informe que no dice quienes han sido los responsables que establecieron esas normas corruptas, como es el robar el dinero, o intentar hacerlo, de quienes se lo ganan con su esfuerzo y riesgo. Ni tampoco como quienes ya lo hicieron cambiando reglas de juego económicas en forma permanente pretenden que alguien invierta en nuestro país.