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N ° 23/2000

Buenos Aires, julio 24 de 2000.-

LA BOQUITA DE LA PRIMERA DAMA

El antisemitismo de la primera dama, Hillary Clinton fue puesto al descubierto así como su boquita. Hillary le lanzo a un asesor de su esposo Bill Clinton un pequeño insulto “judío bastardo, hijo de una judía puta”.

Como siempre sucede los Clinton negaron el hecho, pero existen muchos testigos de los reiterados insultos contra los judíos que Hillary profería. En un programa radial el ex guardaespaldas de los Clinton, Larry Patterson aseguro haber escuchado a Hillary Clinton lanzar insultos contra judíos por su raza más de diez veces y que si se conseguía asegurar que no habría represalias laborales existen al menos otras 15 personas que podrían atestiguar sobre los insultos de la primera dama.

Represalias por testimoniar sobre insultos racistas son algo que no esperaríamos de gobernantes norteamericanos. Sin embargo Dick Morris el ex asesor de Clinton ofreció negociar la inmunidad solicitada. ¿Porque será que a Morris estas conductas de sus ex asesorados, los Clinton, no le parecen corruptas?

Pero como todo reportaje en vivo Patterson además desnudo que el propio Bill Clinton suele mofarse de los negros a sus espaldas, en especial a un líder la comunidad negra llamado Robert “Say” McIntosh. Hillary tampoco quedaba atrás en los denuestos.

La primera dama de los EEUU ha demostrado tener una boquita bastante delicada y su marido el presidente Clinton que con su boca no solo fuma los cigarros que Mónica Lewinsky primero introducía en su vagina, sino también para insultar por detrás a ciudadanos negros por el color de su piel.

Para muchos estas declaraciones fueron una sorpresa. Para los Clinton y toda la cohorte del partido Demócrata una bajeza política. Las organizaciones raciales y el periodismo progresista intentan rebajar el impacto de la noticia. No queda muy bien saber que estos políticos progresistas tan dados a combatir la discriminación racial en privado insultaban a aquellos que decía defender.

      Cuando Ronald Reagan en su campaña electoral de 1980 hizo un chiste sobre italianos y polacos la prensa norteamericana puso a ellas en todas las tapas y top shows. Obviamente reclamaban su renuncia inmediata y el abandono de su campaña electoral.

      Cuando hoy se enteran que los Clinton profieren estos insultos en privado intentan ocultarlo y hasta quitarle importancia. Ello demuestra que la izquierda de los medios en todos lados actúa en forma falaz e hipócrita, que a ciertos dirigentes les perdonan cualquier cosa mientras a otros no les permiten ni un furcio.

 

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