N ° 22/2000
Buenos Aires, julio 17 de 2000.-
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) otorgó a la Argentina un crédito por U$ 230 millones en septiembre del año pasado con destino a financiar innovaciones tecnológicas para empresas. La autoridad de aplicación es la Secretaria para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación Productiva (pavada de nombre) a cargo de Dante Caputo.
Una larga lista de aspirantes a créditos de esta línea sufre inexplicables demoras en la aprobación y puesta en marcha de sus proyectos. Resulta inexplicable porque se trata de un gobierno tan transparente que no podemos sospechar que pidan retornos o comisiones por agilizar carpetas así es que debemos suponer que las demoras obedecen a alguna conspiración del exterior. Máxime con la eficiencia exhibida por nuestra administración y la permanente prédica de nuestro “alegre” presidente acerca de la innovación tecnológica y productiva.
En los créditos de este tipo de organismos multilaterales existe una penalidad por no usarlos. Ello está justificado por la menor tasa de interés, mayor plazo y demás condiciones. Porque a los organismos como al BID le genera una daño poner dinero a disposición y que no sea usado. En el caso de Caputo su aceitada gestión de las solicitudes ya ha resultado en una multa de U$ 500.000. El dinero no llego a las empresas y la multa la vamos a pagar todos los argentinos.
¿Estaría al tanto de esta multa María Elena Walsh cuando dijo que la ineficiencia era peor que la corrupción? ¿O el Estado Argentino va a pagar multas porque alguien está negociando el otorgamiento de los créditos y agilizar las carpetas?