N ° 17/2000
Buenos Aires, junio 05 de 2000.-
Lamentablemente para aquellos soñadores de la ‘tercera vía’ y otros socialismos pretendidamente aggiornados, el nuevo ajuste dispuesto por el gobierno nacional nada tiene que ver con el liberalismo, ni con el capitalismo salvaje. Está casi a 180° del rumbo liberal.
La reforma y ajuste necesarios pasa primero por recortar funciones al estado. Es el exceso de funciones y regulaciones que hacen los burócratas el mayor daño que produce a la economía. Por eso rebajar salarios hace que el estado tenga malos funcionarios que hacen regulaciones absurdas que luego requieren sobornos para desarrollar actividades económicas normales.
Una de las mayores causas del atraso y poca competitividad de las empresas argentinas es el exceso de regulaciones administrativas, las más de las veces absurdas. Esto sucede en todo el mundo, no solo aquí, pero el gobierno argentino debería ocuparse de las nacionales.
Las regulaciones absurdas y excesivas terminan ‘obligando’ a que los ciudadanos deban pagar sobornos para poder desarrollar sus actividades normales. Las más de las veces el excesivo costo de la legalidad requiere un soborno. Ese costo lo producen las regulaciones administrativas que producen costos innecesarios a los ciudadanos que terminan pagando por evadirlas. Algunas directamente impedirían desarrollar algunas actividades económicas y empresariales.
Por eso el ajuste debería ser el redimensionamiento del estado para evitar un reglamentarismo que paraliza la sociedad, que es causa de corrupción, y que fin causa directa e inmediata de la pobreza de millones de personas y de la frustración de muchas empresas y empresarios.
El estado debería recortar sus facultades reglamentaristas, lo cual haría reducir su burocracia y liberar fuerzas productivas de toda la sociedad. Por otro lado en atención al reglamentarismo propio del estado moderno los funcionarios deberían ser muy bien pagos para ser los mejores posibles.
Por eso pagar mal a los funcionarios genera además del exceso de normas reglamentarias, que estas sean peores, y que los funcionarios sean fácilmente corrompibles.
El ajuste que debían hacer era la reducción de impuestos y de funciones reglamentarias del estado. Este ajuste es uno más sin rumbo.
Si la cuestión es morir por alcanzar el equilibrio fiscal, los alcances del ajuste son a todas luces insuficientes. Porque el problema fiscal del estado es de seis mil a ocho mil millones de dólares anuales. Lo cual obviamente no alcanza a ser cubierto con $1.500 millones, ni mucho menos con $600 millones.
Solamente el ANSES recibe $ 8.000 millones anuales de aportes del Tesoro Nacional para cubrir su déficit. Los servicios de la deuda pública superan los U$ 18.000 millones.
Para Alfonsín que en un artículo de La Nación sostiene que el problema es la ‘deuda externa’ y la atribuye a la maldad de algunos capitalistas salvajes extranjeros y sus cipayos locales (para tomar la terminología sesentista adecuada) primero hay que aclararle que casi toda la deuda pública es culpa del gobierno militar y del propio Alfonsín.
La mayor parte de la deuda pública tiene su origen en la deuda que generó Alfonsín al no pagar los contratos de obra pública, y no pagar las jubilaciones. La deuda creció porque debió ser consolidada en bonos y pagar sus servicios.
El gasto público también creció porque comenzaron a pagarse las jubilaciones que Alfonsín no pagaba y dejaba acumular juicios por miles de millones de dólares contra el estado que al fin pagamos los demás.
Por eso hay que dejarse de eufemismos y recortes a la propiedad de la gente. A los jubilados nadie se animará a cortarles sus jubilaciones. Muchos jubilados cobran poco pero jamás aportaron nada a las cajas, es injusto pero los políticos y militares hicieron demagogia con el sistema jubilatorio y ahora es cuando hay que pagar la cuenta. ¿Pero alguien cree posible no pagar o reducir las jubilaciones? ¿Alguien cree que no sería deuda solo diferida y aumentada (por intereses y gastos judiciales) hasta que los millones de jubilados ganarán los juicios que seguramente se entablarán contra el estado?
Por eso cuando algunos ‘economistas’ proponen que el equilibrio fiscal se puede alcanzar reduciendo jubilaciones está proponiendo falsas soluciones, son como droga que calmará a algunos un tiempo pero al fin la enfermedad explotará.
La otra solución de culpar al liberalismo salvaje, al FMI, etc. es como cuando los lobos aúllan a la luna.
La verdadera solución pasa por reestructurar las funciones del estado, reducir impuestos, quitar privilegio al sector financiero y renegociar los plazos e intereses de la deuda pública.
El único recorte posible mientras la naturaleza actúa, y por el natural proceso de muertes que sucederán reduciendo el monto total de jubilaciones a pagar, es la renegociación del plazo e intereses de la deuda pública. No hay que no pagarla, sino alargar plazos y pagar menos intereses, o capitalizarlos.
Ello hará crecer la deuda global pero en el largo plazo solo el crecimiento económico permitirá tener un superávit fiscal que permita pagar la deuda pública. Tampoco es posible ‘suicidarnos económicamente’ para pagar los intereses de hoy. Porque nuestros acreedores (muchos somos nosotros mismos por los bonos que tienen nuestras AFJP) así tampoco cobrarán. Los acreedores si queremos cobrar debemos dar plazo, no hay otra forma, la actual es matar a la gallina. Hoy tendremos nuestros intereses pero mañana no habrá ni huevos, ni pollos para pagar.
Por esos el ajuste realizado no tiene rumbo. Tomando la idea de la colaboración de Gustavo del Torto, estamos a merced de las olas y del viento. Cuando el timonel no tiene rumbo ningún viento es bueno y todos son malos.