N ° 16/2000
Buenos Aires, mayo 29 de 2000.-
Todos aquellos que tenemos alguna experiencia náutica, sabemos valorar en una tormenta poder contar con un buen timonel.
En él depositamos la confianza del rumbo, seguimos sus directivas, acatamos sus ajustes y nos dejamos motivar por sus arengas.
No es que la tormenta amaine con un buen timonel, se hace más tolerable, se confía salir airoso de ella.
El país esta bajo una gran tormenta. ¿Y donde esta el piloto?
Todos aun recordamos a Carlos Menem en 1989, con su frase “ESTAMOS MAL PERO VAMOS BIEN”.
Todos recordamos que todos los días, a toda hora se exponía a la opinión publica. Se mostraba como conductor, aun a riesgo de una gafe y más de las veces al ridículo. Había alguien en quien confiar. Es mas, había alguien que se hacia cargo hasta de la desconfianza.
El Presidente De la Rua, solo aparece en fríos spots publicitarios pidiendo más esfuerzo en el pago de impuestos.
Una campaña publicitaria de rotundo éxito. La recaudación bajo, el déficit creció.
Todos recordamos al Ministro Cavallo durante el Tequila. Buscando la forma de zafar de la crisis, haciendo ajustes y transformaciones, buscando una salida, una solución, a veces equivocada, a veces recesiva, pero intentándolo.
El Ministro Machinea, vive escondido detrás de la pollera de De la Rua. No tiene iniciativa, más que esperar que algo suceda afuera, que nos saque de esta crisis. Y afuera no sucede nada bueno. Las tasas internacionales suben, las bolsas caen, los precios de los comodities no suben lo suficiente, las inversiones se retraen.
Quiero dejar una idea flotando: “Quien no trabaja para la reactivación, trabaja para la devaluación”.
Nada es más favorable a una devaluación, que la idea generalizada que no hay otra salida que hacerlo. Esta idea crece cuando no se aportan otras. Y su crecimiento es exponencial cuando no se aporta ninguna.
Todos recordamos al Ministro Corach, todas las mañanas durante su gestión (absolutamente todas), enfrentar a un periodismo descarnadamente hostil, a la salida de su edificio. Corach le ponía el pecho a la bronca. Cargaba con la hostilidad hacia el gobierno. Se la bancaba.
¿Alguien vio al Ministro Storani, durante los sucesos de SALTA, o en los sucesos del CHACO?
¿Le tiene miedo al periodismo progre? No sabe que decir?
Quizá piensa que “soldado que huye sirve para otra guerra”.
Storani su guerra es esta, no hay próxima.
No me siento desilusionado. Yo, como otros sabía que esto era lo que nos esperaba con una administración radical. Voluntarismo, prensa adicta y falsas expectativas.
Transformación, ejecutividad, conducción, nada de eso vemos hoy. Tampoco lo vamos a ver en el futuro mediato. Solo esperar lo peor. Como en un barco, en una tormenta sin timonel.