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N ° 15/2000

Buenos Aires, mayo 22 de 2000.-

LOS PIQUETEROS PERO ¿QUÉ MODELO?

      Los piqueteros de algunos pueblos se han hecho famosos cortando rutas y con violentas protestas. La vanguardia de ellos está en Cutral Có, General Mosconi, Zapla, etc. Como consecuencia de sus protestas aparece el tradicional análisis de periodistas, políticos, curas y tecnócratas, ellos coinciden en echarle la culpa al ‘modelo’.

      Como cada vez que leo o escucho hablar del ‘modelo’ me pregunto a cual se refieren. Aunque sé muy bien que toda ese grupo de opinadores se refieren a lo que ellos llaman el modelo neoliberal y salvaje. Se refieren a una parte de la transformación económica realizada por Carlos S. Menem.

      Sin embargo, la respuesta es equivocada y por lo tanto las soluciones que proponen también. El ‘modelo’ al que deberían responsabilizar es al que generó esos polos artificiales financiados con la corrupción de las empresas públicas y con la persistencia en hacer política con los demás.

      Ninguno de esos pueblo creció porque sí. Si no porque durante décadas la dirigencia argentina, incluyendo políticos, periodistas, hombres de iglesia, etc. fomentaron el ‘desarrollo del estatismo’ sustentado en empresas deficitarias pero que servían para enriquecer a sus funcionarios, a los políticos y mucho más a sus proveedores y contratistas.

      Pero la fiesta terminó cuando debieron privatizarse las empresas porque la Argentina ya no podía continuar financiando la fiesta con inflación. Las víctimas de esas privatizaciones, como les gusta llamarlos a la dirigencia, fueron algunos de quienes disfrutaron la fiesta del estatismo. Durante años gozaron de sueldos por trabajos improductivos, robaban a su empresa (que era de todos por ser estatal), pero no veían que el sistema algún día iba a morir.

      Cuando al fin ese día llegó, se les pagaron despidos, retiros voluntarios, etc. Pero ellos querían seguir mamando la vaca del estado y también hay haciéndolo. Ahora dicen que cuando se privatizo falto crear una red de contención social, lo cual es otra mentira porque por ello se pagaron los despidos y retiros voluntarios. Esa es la primera red. Lo inaceptable es que se pretenda que personas que no producen nada deban ser mantenidos por los demás, eso se llama socialismo.

      Los planes trabajar son la más acabada muestra de ello. Se le paga un subsidio por no hacer nada, pero para que sigan en el lugar donde ni el mes que viene, ni el año que viene tendrán otra cosa que hacer como seguir mendigando “planes trabajar” de los políticos.

      Curioso país él nuestro donde se llama plan trabajar al subsidio por no hacerlo.

      Curioso país el nuestro donde la culpa se puede echar sobre los hombros de los médicos y del tratamiento, y no de quienes crearon el virus de la enfermedad. El ‘modelo’ al que tanto culpan no es liberal, ni neoliberal, es el socialismo estatista en que hemos vivido desde hace casi 70 años.

      Los planes trabajar reflejan no solo la política clientelista natural en esos casos, sino la decisión de tener ghettos de pobres. Cuando en un pueblo desaparecen empresas, en este caso, además, ni deberían haber existido, la solución es emigrar. Por eso existen pueblos fantasmas en los EEUU, porque no se subsidia el no trabajar, porque eso quita competitividad a toda la economía.

      Es la destrucción creativa del capitalismo de la que hablara Schumpeter, aquella que corresponde a que todo progreso trae consigo la desaparición de empresas, instituciones del orden anterior.

      Claro que para que la gente de esas localidades pudiera emigrar, y hay que entender que son víctimas de la propia corrupción anterior, emigre la Argentina necesita también flexibilidad en las normas comerciales, laborales y un sistema financiero sin privilegios, ni que siga siendo el principal chupa sangre del estado, un sistema impositivo universal y racional de bajos impuestos, una administración pública pequeña sin exceso de normas burocráticas para auto justificar su existencia, etc.

      Por eso no me engaño los piqueteros son consecuencia del modelo estatista y socialista anterior a Carlos Menem, y de la subsistencia de la mayor parte de él.

      El liberalismo no tiene que ver con esa fiesta, ni con la resaca. Lo que estamos viviendo y padeciendo es la resaca de la fiesta socialista y estatista que por décadas alentó el stablishment argentino. Pero claro para el Chacho Álvarez, Raúl Alfonsín, Rodolfo Terrengaño, los curas todavía tercermundistas, los periodistas keynesianos por ignorancia o conveniencia, y aquellos pseudo empresarios que quieren volver a enriquecerse con la corrupción y el atraso de ese modelo, la culpa es del neoliberalismo.

      El descubrimiento de América, la Revolución Industrial, la llegada a Luna o la globalización son hechos. No hay forma de evadirlos, de negarlos, como muchos de esos atrasados proponen, pero como todos los hechos históricos son también una oportunidad. A muchos argentinos esa oportunidad nos resulta más ardua y dolorosa, pero los culpables son quienes dirigieron y disfrutaron de la fiesta anterior.

      Cuando ahora nos cuesta competir, tener empresas con capital genuino, o un sistema financiero enderezado a financiar la producción y no el endeudamiento del estado, es porque muchos hace ya décadas impusieron el “modelo’.

 

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