N ° 15/2000
Buenos Aires, mayo 22 de 2000.-
La Administración Federal de Aviación de los EEUU tiene un aparato para testear la fuerza de los cristales de las ventanas de los aviones. El aparato en cuestión es un cañón capaz de disparar un pollo muerto contra las ventanas de un avión a la velocidad máxima de vuelo del avión cuyas ventanas estén sometidas a testeo.
En teoría si el vidrio de la ventana no se quiebra ante el impacto, igualmente debería soportar el impacto de un ave durante un vuelo.
La empresa de ferrocarriles británicos enterada de la existencia del aparato decide alquilarla para testear los vidrios de sus nuevos trenes bala. El pollo es lanzado y con gran facilidad rompe el vidrio, el asiento de los conductores y abolla la pared de la cabina. Los británicos quedan atónitos y solo atinan a llamar a la FAA para que retesteen el lanzador y vean si fue usado correctamente.
La FAA luego de un extenso período de pruebas del aparato remitió nuevamente el mismo a Inglaterra con una sola recomendación: Usen un pollo descongelado.
N. de la R. El cuento es verdad y su fuente es la Revista Feathers de la Federación de Industria Avícola de California, y después cuentan chistes de gallegos.
En la televisión entrevistan a un refugiado cubano.
¿Cómo era tu vida en Cuba?
No me podía quejar –responde-
¿Y la comida?
No me podía quejar –responde-
¿Y tu trabajo?
No me podía quejar –responde-
¿Y entonces porque te fuiste? –pregunta asombrado el periodista
¡Porque no me podía quejar!