N ° 09/2000
Buenos Aires, abril 10 de 2000.-
Ya en las provincias de Buenos Aires y Tucumán los encuestadores fracasaron con sus famosas “bocas de urna”. En el caso de Buenos Aires el fracaso quedo oculto porque la Alianza triunfó en las elecciones presidenciales, en Tucumán porque total su fracaso era menor frente a la “alegría” de la prensa por la derrota electoral del partido de Domingo Bussi.
Pero ayer en Perú fueron otra vez protagonistas las encuestas a boca de urna. Su difusión alimenta las denuncias de la oposición contra el gobierno de Fujimori. La prensa “políticamente correcta”, es decir de izquierda arde en deseos de ver derrotado a Fujimori.
A Fujimori no le perdonan haber terminado con los movimientos terroristas de izquierda, que lo haya hecho sin “excesos, ni terrorismo de estado”. Además privatizó, desreguló la economía, firmo una paz inesperada con Ecuador, y se enorgullece de todos sus logros.
Claro que Fujimori no es Winston Churchill, ni el Perú que encontró en su presidencia era una democracia estable y varias veces centenaria. El Perú estaba sangrando por una guerra civil entablada por la izquierda y sus guerrillas, por el narcotráfico y por el descalabro económico de décadas de socialismo, también vivían al borde guerras fronterizas con Ecuador.
Fujimori no será para muchos un paradigma de demócrata pero sin dudas ha establecido bases para una democracia estable. El mejor reconocimiento de sus logros es la palabra de su competidor y opositor Alejandro “Cholo” Toledo: “voy a construir a partir de los logros de Fujimori, no voy a destruir su obra”.
En otras palabras cambien al Chino por el Cholo, que esté no les va a cambiar lo bueno que hizo el Chino.
Pero la izquierda atrincherada en el periodismo desde hace años insiste en identificar a Fujimori con un autócrata. Es la misma prensa que está apoyando a Fidel Castro que ya lleva más de 41 años en el poder sin elecciones, ni libertad de prensa, de pensar, de educar, etc. Esa prensa que quiere y ansia la derrota de Fujimori, su condena “social y política” por el mundo entero.
Existe también una cuota de racismo en la actitud de esta izquierda “aggiornada”. Porque manejan una suerte de desprecio y temor que todos tienen a la tenacidad de las personas de raza amarilla. Pero también porque, leninistas al fin, ante el fracaso de la URSS se han refugiado en el ambientalismo y el indigenismo como formas de atacar al capitalismo. Y no cabe duda que el inca Alejandro Cholo Toledo con una esposa belga rubia y antropóloga estudiosa de las tribus incas, da el physic du rol del candidato indigenista.
Fujimori con el uso de algunos sectores del aparato estatal a favor de su candidatura alentó la actitud de los periodistas progresistas. Toledo con inteligencia se aferró a esa arma para crear la alternativa de, solo pueden ganarme con fraude.
Y en ese clima de un periodismo interesado en que Fujimori sea derrotado como sea, llegaron otra vez las erróneas encuestas a boca de urna, para convertirse en la razón de una agitación política muy grave. La manipulación de esas encuestas ha generado desde el primer momento un clima de intranquilidad y sospecha sobre el resultado electoral.
Y existen pocas cuestiones más graves para una democracia que el desconocimiento de una elección.
Si Fujimori es tan perverso como la “prensa” pretende resulta bastante torpe haber realizado un fraude para tener que ir a una segunda vuelta electoral. Lo hubiera hecho de una sola vez y para siempre, se hubiera adjudicado el 50% más uno y ya. O le hubiera adjudicado a Toledo menos del 35% para marcar una diferencia de votos que desmoralizara a los votantes y partidarios de Toledo.
Atribuir un fraude electoral cuando la diferencia del resultado es de solo un 3 o 4% y van a la segunda vuelta habla del poco respeto intelectual que la izquierda muestra por sus enemigos. Enriquecido con numerosos análisis acerca de cómo el ganador Fujimori es el derrotado y el segundo, Toledo, es el verdadero “ganador moral de las elecciones”.
Así el progresismo terminará por imponernos “candidatos que ganan elecciones morales” aun cuando tal vez los pueblos votan a otros. Pero esta vez fueron las, una vez más, erróneas encuestas a boca de urna las que han permitido esa agitación. Ahora el pueblo peruano necesita de toda la calma para resolver su elección en paz y calma. Porque con dos candidatos casi empatados alrededor del 44 al 47% solo la calma permitirá gobernar quienquiera que ganare la segunda vuelta.