N ° 08/2000
Buenos Aires, abril 03 de 2000.-
Hace un mes nos vimos sorprendidos cuando el Presidente De la Rua recibió a numerosos sindicalistas en la Casa de Gobierno en un acto público. De la Rua en tren de chupar las medias de los caudillos sindicales los llamo “señores sindicalistas” y se fotografió junto a ellos.
La semana que paso el romance entre De la Rua y los “señores sindicalistas” termino abruptamente cuando desde la Presidencia de la Nación misma se lanzo una aviso publicitario destinado donde se los trato de sindicalistas enriquecidos.
La respuesta del sindicalismo fue off the récord habrían amenazado con hablar. Contar sus negocios y algunas otras cuestiones no muy aceptables sobre las relaciones con dirigentes del propio gobierno.
Como sucede en estos casos con total transparencia y rapidez sucedió que la Presidencia de la Nación retiró los avisos. En otras palabras la amenaza era efectiva y para serlo algo hay. Nos quedamos sin saber.
Demostró también una vez más la valentía y dignidad que el propio De la Rua le da a su cargo. Ya que para encubrir a los dirigentes de la Alianza inmediatamente que comprendió los peligros de la batalla emprendió la fuga.
La banal excusa emitida que la pauta publicitaria había sido contratada solo por 96 horas, se la creyeron solamente en Ucrania, porque allí no llega el Clarín que funciona como Boletín Oficial de la Alianza.
Sin embargo, la cuestión sobrepasa el escarceo político entre gobierno y sindicalismo. La campaña publicitaria lanzada con dinero público, de nuestros impuestos, tenía por finalidad “presionar al Senado de la Nación” o a algunos senadores para apurar un trámite legislativo en materia de legislación laboral.
El Poder Ejecutivo Nacional ejercido por De la Rua, por la Alianza, ha usado fondos estatales para presionar a un poder independiente, a los miembros del Congreso.
Si Menem lo hubiera siquiera insinuado habría sido un escándalo con las consabidas denuncias judiciales para detener la campaña e investigar a los funcionarios responsables de usar dinero estatal para presionar al Senado de la Nación.
Los periodistas “políticamente correctos” del grupo Clarín se hubieran transformado en los jueces “morales” del atropello institucional. Noticias nos hubiera señalado que el menemismo estaba fuera de control y abusaba del poder, etc., etc., etc.
Sin embargo, nada de eso ocurrió. Ni siquiera los Senadores Nacionales han tenido la dignidad de querellar penalmente al Secretario de Medios por malversación de caudales públicos y la tentativa de coaccionarlos para votar una ley.
Políticos y periodistas disfrutaron de la batalla verbal. Pero estabamos frente a la comisión de serios y graves delitos, sin considerar la gravedad institucional que significa que el Presidente de la Nación utilice nuestro dinero para presionar a un poder independiente.
Bien podemos recordar aquella película proradical de “La república perdida”. Porque este gobierno no vacila en desbordar sus poderes, en quitarle dinero a los ciudadanos para usarlo en sus fines partidistas.
Hace ya mucho tiempo que nos dicen que nos abruman con su pseudomoralismo, con su condena y su gesto adustamente republicano. Pero también sabemos que hace mucho tiempo dejaron de creer en la república y en la democracia. Son inmorales y tienen la complicidad de casi todo el periodismo para ocultar sus abusos.