N ° 05/2000
Buenos Aires, marzo 13 de 2000.-
Una consecuencia poco conocida del estatismo, pero que sirve de ejemplo de casi todos sus males es el de la mafia del agua. Mientras millones de argentinos carecen de servicios de aguas corrientes y cloacales cada vez que Aguas Argentinas tiende caños maestros para servirlos grupos mafiosos los destruyen por las noches.
La ineficiencia y corrupción de la empresa estatal Obras Sanitarias de la Nación (OSN) hizo que por muchos años se desarrollara el mercado de provisión de agua potable vía camiones tanque, soderos, etc. y él de camiones atmosféricos para limpiar los pozos negros.
Seguramente muchos de esos empresarios nacidos por la ineficiencia del estado pagaron importantes sumas de dinero a los funcionarios de OSN para que no extendieran los servicios de aguas corrientes y cloacas. En los barrios más pobres, las villas miserias esos “empresarios” se convirtieron en mafias.
Esa es la corrupción que nos dejó el estado y el modelo estatista, socialista que en 1989 la administración Menem derrumbó. Pero todavía hoy, a once años, millones de argentinos sufren las consecuencias de esa corrupción e ineficiencia. Peor aún existen políticos, sacerdotes, periodistas y otros pseudo intelectuales que pretenden achacar los males argentinos al liberalismo.
Cada día cuando rompen uno de esos caños que Aguas Argentinas también nos recuerdan a un Estado ausente, que se dedica a perseguir a sus adversarios pero olvida proteger a sus ciudadanos, permitiendo que verdaderas mafias los condenen a una vida inferior.